La droga desafía a las Iglesias de Brasil, Argentina y Uruguay

El XXVI Encuentro de Diócesis de Fronteras reivindicó el papel de la familia contra este flagelo

WASHINGTON URANGA. BUENOS AIRES | Obispos, sacerdotes, religiosos, diáconos y laicos delegados de hasta 14 diócesis de Brasil (Bagé, Foz do Iguaçú, Frederico Westphalen, Chapecó, Santo Ângelo y Uruguaiana); Argentina (Concordia, Gualeguaychú, Posadas y Goya); y Uruguay (Melo, Salto, Tacuarembó y Maldonado) se reunieron a principios de este mes de junio en la ciudad uruguaya de Rivera, al norte del país y fronteriza con Brasil, para participar en el XXVI Encuentro de Diócesis de Fronteras, cuyo objetivo era reflexionar sobre la problemática que supone la drogadicción y los desafíos que plantea para la Iglesia.

En el breve mensaje final difundido al término de la reunión, los asistentes subrayaron “la necesidad de enfrentarnos con la verdad, asumiendo una realidad dolorosa, frecuentemente negada en la vida personal, familiar, institucional”, y reivindicaron el papel de la familia en la prevención y rehabilitación de “tantas hermanas y hermanos nuestros, especialmente jóvenes y familias, que sufren el flagelo y las consecuencias de diversas adicciones”.

Cerca de un centenar de personas se dieron cita en Rivera, localidad uruguaya separada por una calle de la brasileña Santa Ana do Livramento, para encontrarse, compartir, reflexionar y celebrar con sus vecinos “relatos, experiencias, ideas y sentimientos”. Su propósito, como ha venido sucediendo periódicamente desde hace 19 años con estos encuentros fronterizos, no era otro que buscar el enriquecimiento a partir de “reconocernos mutuamente en diversos idiomas, colores, perspectivas, acentos”.

Durante las tres jornadas de trabajo, cuya preparación corrió a cargo de la diócesis uruguaya de Tacuarembó, los delegados que acudieron a la convocatoria presentaron experiencias y testimonios de rehabilitación provenientes de los tres países (Amor Exigente, Fazenda de la Esperanza, Proyecto Renacer, Un Día nuevo, Hogar Goshen) y se pudo escuchar la opinión de expertos que contribuyeron desde el punto de vista médico, psicológico, social y pastoral a esclarecer la problemática de las adicciones.

“Los vecinos se encuentran para compartir, reflexionar y celebrar la compasión de Jesús y asumir el desafío ante un número creciente de jóvenes deteriorados por la adicción a las drogas”, rezaba el reclamo de este XXVI Encuentro de Diócesis de Fronteras.

“Todo se derrumba”

En la declaración final del mismo, se denuncia que “toda adicción es esclavitud, destruye vínculos, impide compromisos estables. Todo se derrumba”. A renglón seguido, se reivindica que “cada persona es única e irreemplazable, capaz de amar y digna de ser amada, para la que Dios tiene un proyecto intransferible”. Algo que cobra su verdadera sentido cuando se produce una “liberación profunda y auténtica”, la que “acontece en el alma” y que, gracias al Espíritu, “se irradia en el cuerpo y en la convivencia”.

Los firmantes sostienen, asimismo, que “los caminos de prevención y rehabilitación necesitan de una familia que recupere su rol y sea un espacio de afectos auténticos y exigentes, capaces de desarrollar a sus miembros”. Aunque no olvidan que, “en orden a una prevención y rehabilitación más eficaces, necesitamos integrar mejor los distintos sectores de la sociedad como educación, sistemas de salud, legislación, comunidades terapéuticas y la voz de las familias”.

Finalmente, y siguiendo el camino trazado por los obispos del continente durante la Conferencia de Aparecida en 2007, el texto conclusivo recuerda la necesidad de “una lucha frontal contra el consumo y el tráfico de drogas”, al tiempo que hace un llamamiento a “la responsabilidad de los estados y de la sociedad civil” y alienta “a las comunidades a una presencia activa”. Porque “un camino de rico diálogo y comunicación en los grupos nos permite reafirmar varias claves que nos guían en nuestras comunidades”.

Estos encuentros de diócesis fronterizas han logrado establecerse ya como una tradición entre Argentina, Brasil y Uruguay, y sirven para acercar lazos, pero también para determinar estrategias pastorales comunes a los tres países. El año anterior, la reunión se celebró en la ciudad brasileña de Uruguaiana (Rio Grande do Sul), y en ella se trabajó el tema de la economía solidaria, cuyo fruto principal fue la elaboración de una propuesta denominada Alternativas para un desarrollo sin exclusiones, justo y solidario. En 2009, la cita tuvo lugar en Posadas (Argentina), y se desarrolló en torno a la necesidad de Reconstruir la fraternidad en situaciones de inseguridad y violencia.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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