El manípulo

JOSÉ LUIS CORZO | Profesor del Instituto Superior de Pastoral de Madrid

“Los curas decían misa de espaldas (…). De su muñeca izquierda se colgaban un artilugio llamado manípulo, inocente a pesar de su nombre, pero que debía resultar menos significativo que el resto de su atuendo porque lo suprimieron tras el Concilio. A mí me fascinaba y guardo uno en secreto…”.

Una de las maravillas de la Historia es que mientras la lees te va felicitando por lo bajini de haberte librado de tantas cosas horribles y grotescas que les tocaron a otros. Y no me refiero a las guerras ni al hambre, que han empeorado con los años, sino a que tiempos hubo en que los sacamuelas hacían daño de verdad, y tiempos en que a la gente se la vendía y compraba como esclavos.

Tiempos en que los matrimonios no eran por amor, sino por conveniencias familiares (¡y duraban más!). Y tiempos, muy recientes, en que fumaba todo el quería en todas partes –los diputados en las Cortes, los médicos en su consulta…– y, quién sabe por qué, se debía carraspear a todas horas y escupir sin tapujos en unos chismes de porcelana o de metal, las escupideras, visibles por todos los rincones y cuya sola memoria y nombre hoy nos asquean.

A mí me divierte que me felicite mi propia historia. De niño, en Navidad, me veía ir tímido con una gallina o un pavo de regalo a casa del doctor; y los curas decían misa de espaldas. Subían al altar con un gorrito que les escondía el monaguillo en cuanto se lo quitaban y ellos, de vez en cuando, se volvían a la gente y, en latín, abriendo las manos con un mohín extraño parece que decían “pues el gorro no está”, hasta que aparecía al final de la misa. De su muñeca izquierda se colgaban un artilugio llamado manípulo, inocente a pesar de su nombre, pero que debía resultar menos significativo que el resto de su atuendo porque lo suprimieron tras el Concilio.

A mí me fascinaba y guardo uno en secreto; tenía la rara intuición de que, con la media vuelta que hemos dado, los manípulos tal vez se volvieran a usar. Me lo he apostado con varios amigos curas más listos que yo. Pero he ganado. A veces la Historia retrocede.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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