“¡Que nunca jamás vuestro pueblo sea despreciado!”

Al recibir a miles de gitanos, Benedicto XVI les pide un esfuerzo hacia la reconciliación

La audiencia con los gitanos tuvo lugar el 11 de junio

ANTONIO PELAYO. ROMA | La autoridad de la Santa Sede y del Papa en la esfera internacional no depende –es de todos conocida la boutade de Stalin sobre las divisiones del Vaticano– de su fuerza militar o económica, sino de su independencia, de su experiencia milenaria y de su alta inspiración. Por eso las cancillerías conceden gran importancia a cuanto el Pontífice hace o dice, sobre todo cuando, como en el caso de Joseph Ratzinger, se trata de una personalidad intelectual de primer rango.

El jueves 9 de junio, Benedicto XVI recibía, en una solemne ceremonia conjunta, las cartas credenciales de los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Moldavia, Guinea Ecuatorial, Belice, Siria, Ghana y Nueva Zelanda. Además del discurso escrito que entregó a cada uno de ellos como colofón del encuentro, el Santo Padre pronunció una alocución sobre la ecología humana que tenía como telón de fondo la catástrofe de Fukushima y los referéndum italianos sobre el agua y la energía nuclear.

“El hombre –les dijo– es lo primero, hay que recordarlo. El hombre, a quien Dios ha confiado la sana gestión de la naturaleza, no puede ser dominado por la técnica y convertirse en su esclavo. Esta toma de conciencia debe conducir a los estados a reflexionar conjuntamente sobre el futuro a corto plazo del planeta, ante sus responsabilidades respecto a nuestras vidas y a las tecnologías. La ecología humana es una necesidad imperativa. Adoptar en todo una forma de vivir que respete el medio ambiente y sostener la investigación y la explotación de energías limpias que salvaguarden el patrimonio de la creación y que no representan peligro para el hombre, deben ser las prioridades políticas y económicas. En este sentido, es necesario cambiar totalmente nuestro contacto con la naturaleza. Ella no es un espacio explotable o lúdico. Es el lugar donde nace el hombre, su ‘casa’, de alguna manera. Es algo esencial para nosotros”.

Más adelante, el Pontífice se planteaba el lugar de la técnica en nuestra civilización: “Las proezas de que es capaz van a la par con sus desastres sociales y ecológicos. Al ampliar a todo el planeta la dimensión del trabajo, la técnica imprime a la globalización un ritmo especialmente acelerado. Pero el fundamento del dinamismo del progreso pertenece al hombre que trabaja, y no a la técnica, que no es más que una creación humana. Apostar todo a ella o creer que es el agente exclusivo del progreso o de la felicidad lleva consigo una cosificación del hombre que conduce a la ceguera y a la infelicidad cuando este le atribuye o delega en ella poderes que no tiene. Baste con constatar los ‘desastres’ del progreso y los peligros que hace correr a toda la humanidad una técnica omnipotente y finalmente no dominada. La técnica que domina al hombre le priva de su humanidad”.

Teniendo en cuenta las tensiones de algunos de los países que representaban los nuevos embajadores –Guinea Ecuatorial y, sobre todo, Siria–, el Papa añadió: “La dignidad de la persona humana no varía con la fluctuación de las opiniones. Respetar su aspiración a la justicia y a la paz permite la construcción de una sociedad que se promueve a sí misma cuando sostiene a la familia o rechaza, por ejemplo, la primacía exclusiva de las finanzas. Un país vive de la plenitud de vida de los ciudadanos que lo componen, siendo cada uno de ellos consciente de sus responsabilidades y haciendo valer sus propias convicciones”.

“Sois el corazón de la Iglesia”

El 11 de junio, el Aula Pablo VI ofrecía un aspecto bastante diverso al de otras audiencias papales; la ocupaban unas 2.000 personas de las etnias gitana y rom que habían venido a Roma para celebrar el 150º aniversario del nacimiento del beato Ceferino Giménez Malla, el Pelé, el gitano español martirizado en 1936. Eran los “embajadores” de un pueblo –más de 30 millones de personas que viven dispersas en varios países– amenazado siempre por la discriminación y, a veces, la persecución.

En las primeras filas, muchas mamás con sus bebés en brazos, faldas multicolores, pendientes espectaculares, violines con música zíngara, jóvenes bailarinas que danzaban ante un Papa maravillado y que, cuando tomó la palabra, hizo suyas las frases de Pablo VI en 1965: “Vosotros no estáis al margen de la Iglesia, sino que, en algunos aspectos, estáis en el corazón. Sois el corazón de la Iglesia”.

Ante un auditorio emocionado, Benedicto XVI dijo: “¡Que nunca jamás vuestro pueblo sea objeto de vejaciones, de rechazo o de desprecio! Por vuestra parte, buscad siempre la justicia, la legalidad, la reconciliación y esforzaos en no ser nunca causa de sufrimientos para otros”.

Antes les dijo: “Vuestra historia es compleja y, en algunos casos, dolorosa. Sois un pueblo que en los siglos pasados no ha vivido con ideologías nacionalistas, no ha aspirado a poseer una tierra o a dominar a otras gentes. Habéis permanecido sin patria y habéis considerado idealmente todo el continente como vuestra propia casa. Sin embargo, todavía persisten problemas graves y preocupantes, como las relaciones frecuentemente difíciles con las sociedades en las que vivís”.

La extrema variedad del mundo gitano –rom, sinti, calés, romanichals, xoraxané, rudari, etc.– componía el prólogo exacto para Pentecostés. Una fiesta, como dijo el Papa en su homilía, que revela “cómo la Iglesia es católica desde el primer momento, que su universalidad no es el fruto de una inclusión sucesiva de diversas comunidades. Desde el primer momento, efectivamente, el Espíritu Santo la ha creado como la Iglesia de todos los pueblos, abraza al mundo entero, supera las fronteras de raza, clase, nación, destruye las barreras y une a los hombres en la profesión de un Dios uno y trino”.

Los cardenales Scola (izq.) y Tettamanzi

Inminente relevo en Milán

Por otra parte, la inminente sucesión del cardenal Dionigi Tettamanzi al frente de la Archidiócesis de Milán suscita en la prensa italiana numerosos comentarios. No hay que olvidar que la milanesa es una de las más grandes diócesis del mundo y que, por citar el último caso, Giovanni Battista Montini fue elegido Papa siendo arzobispo de Milán.

Todos los pronósticos apuntan hacia el cardenal Angelo Scola, actual patriarca de Venecia (sede, por otra parte, de la que salieron para convertirse en papas Giuseppe Sarto, Angelo Roncalli y Albino Luciani). La decisión, según fuentes autorreferenciales, ya está tomada y se hará pública después del domingo 26, cuando Tettamanzi presidirá la beatificación de tres milaneses. El cardenal ha sido objeto de virulentos ataques por parte de exaltados militantes de la Liga Norte de Umberto Bossi, que le reprochan haber defendido la candidatura del “rojo” Giuliano Pisapia, recientemente elegido alcalde de la capital lombarda.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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