Romero de Lema, olvidado

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Vengo encontrándome, por razones varias, con una figura singular, Maximino Romero de Lema. Joven profesor en Madrid, estudiante de Teología en Friburgo y Roma; ordenado sacerdote ya en edad tardía; rector de la Iglesia española en Roma; y consagrado a la formación integral del clero joven en aquel páramo cultural en el que se había convertido la España de los cuarenta.

Alineado a la tesis de Laín Entralgo en su España como problema, se opuso a la España sin problema de Calvo Serer y supo, con altura intelectual, preparar una pléyade de obispos que, ya con Pablo VI, pusieron en hora el reloj de la Iglesia española, retrasado en viejos sueños imperiales. Obispo auxiliar de Madrid y titular de Ávila, fue secretario de la Congregación del Clero. Me pregunto dónde están los pájaros que anidaron en sus ramas. Queda de él el nombre de un instituto en La Coruña.

Se fue en silencio hace quince años. Le dio tiempo a contemplar la sequía de un nuevo páramo eclesial en el que empezaban a cantar viejos pájaros desde aquellos nidos. Alguien debiera estudiar a este gallego “liberal frente a los integristas, moderado frente a los radicales y pensador frente a los agitadores”.

En el nº 2.757 de Vida Nueva.

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