Perú brinda finalmente su apoyo a Ollanta Humala

El vuelco electoral le otorga la presidencia por estrecho margen frente a Keiko Fujimori

Ollanta Humala y su esposa celebran el triunfo con sus seguidores

MARÍA ROSA LORBÉS. LIMA | Aunque hasta hace una semana Keiko Fujimori iba por delante en los sondeos, a la hora de redactar esta información, con el 98% de las actas computadas, los resultados oficiales otorgaban a Ollanta Humala el 51,59% de los votos, frente al 48,40% obtenido por la candidata de Fuerza 2011. De este modo, el líder del partido Gana Perú –que se ha impuesto abrumadoramente en casi todas las provincias del país, a excepción de Lima y de dos o tres ciudades más– gobernará Perú durante los próximos cinco años.

En su primer discurso, la noche misma de las elecciones (5 de junio), Humala agradeció el apoyo de los millones de personas que votaron por él, asegurándoles que su único soberano era el pueblo peruano, ya que no tenía compromiso alguno con ningún grupo político o económico. Aseguró que gobernará para todos los peruanos y que construirá un Ejecutivo de concertación nacional, para lograr un crecimiento económico con inclusión social. Añadió que su Gobierno promoverá más inversiones e impulsará una economía nacional de mercado abierta al mundo, pero fortaleciendo primero el mercado interno.

Humala reiteró sus compromisos de campaña, entre otros, la mejora de la educación, particularmente en las zonas rurales, los programas de apoyo a los jóvenes para que se incorporen al mercado laboral, la ampliación del programa Juntos a 900.000 familias en extrema pobreza, la creación de Cuna Más para apoyar a las madres necesitadas, y el establecimiento de la Pensión 65 para los millones de peruanos de la tercera edad pobres que no perciben ingreso alguno.

Por lo que respecta a la política exterior, el próximo presidente anunció que mantendrá relaciones fraternas con todos los pueblos latinoamericanos y buscará la “integración” con todos los países de la región.

Campaña del miedo

La campaña electoral de esta segunda vuelta fue particularmente enconada e intensa por la polarización social existente en torno a las dos candidaturas en liza. A pesar de que Keiko Fujimori quiso al final distanciarse de la figura de su padre, un porcentaje elevado de la población no quiere ni puede olvidar los atropellos contra los derechos humanos y los escándalos de corrupción a gran escala que jalonaron el Gobierno de Alberto Fujimori; menos aún al ver que los asesores y hombres de confianza de los que se rodeó la candidata eran los mismos que los de su progenitor.

En las últimas semanas, además, reapareció en la opinión pública la memoria de un tema particularmente sensible: el programa masivo y forzado de ligaduras de trompas llevado a cabo en zonas rurales, como parte de una campaña de control de la natalidad impulsada por el Gobierno de Alberto Fujimori.

En lo que se refiere a Humala, sus opositores centraron la contracampaña en sus vínculos con Hugo Chávez, que fueron explícitos en la campaña de 2006, pero de los que el líder de Gana Perú dijo haberse distanciado. Por otro lado, los grandes empresarios reaccionaron negativamente ante su propuesta de impulsar una economía nacional de mercado, con el consiguiente cambio del modelo neoliberal, lo que aprovecharon para generar miedos en la población, vaticinando la fuga de capitales, el desempleo, el descenso del crecimiento…

Presagios que provocaron el desplome de la Bolsa y el temor de los mercados tras conocerse los resultados electorales. Una estrategia del miedo a la que se sumaron la mayoría de los grandes medios de comunicación durante la campaña.

Lo cierto es, sin embargo, que, pese al entusiasmo de sus votantes, casi la mitad de la población no ha apoyado a Humala, y varios de los que públicamente dijeron que votarían por él afirmaron también que no se trataba de un cheque en blanco. El nivel de expectativas de los más pobres es muy grande, por lo que el nuevo presidente deberá hilar fino y ser consciente de que los primeros meses de su mandato no serán de luna de miel.

Confianza y esperanza

En días previos a la jornada electoral, en un documento titulado Confianza y esperanza en el Perú, los obispos lamentaron el modo en que se estaba llevando a cabo la campaña electoral e hicieron votos para que la segunda vuelta que se celebraba el 5 de junio fuera “una reafirmación de la democracia, eligiendo un gobernante que se comprometa a trabajar por el progreso del Perú”.

Desde la Iglesia, se precisaba que el desarrollo social debe fundarse en el respeto y la promoción de la persona humana y sus derechos y debe generar la participación de todos en los servicios básicos de salud, nutrición, agua, educación, vivienda y seguridad ciudadana, especialmente de los más necesitados.

En el nº 2.757 de Vida Nueva.

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