Al borde del abismo

Aumenta el número de personas que se ven abocadas a la calle por la crisis

GUY N. HEDGECOE | La crisis económica tiene varias dimensiones para los españoles: una tasa de paro disparada, recortes sociales y menos dinero en el bolsillo; todos tienen un efecto implacable. Pero si esta situación continúa, existe el riesgo de que muchas personas se encuentren en una situación mucho peor: la de la miseria. María del Carmen recuerda claramente el momento en el que empezó a dormir en la calle. “Me sentía muy extraña –explica–. No era mi mundo, no había vivido nada de eso, lo había visto alguna vez por la televisión, pero yo no lo había vivido personalmente. Entonces me preguntaba a mí misma: ‘¿Qué hago aquí? ¿Porqué no estoy en mi casa?’”.

Tenía 21 años y había dejado a su familia para que su padre no estuviera dando de comer a todos con sus escasos ingresos. “Sin decirle nada, me fui, un día por la mañana sin rumbo fijo. Estar en la calle es como cuando entras en un pozo. Es un pozo que no tiene fondo, y cuando caes, ya no te puedes levantar”.

Eso pasó hace muchos años, y María del Carmen lleva bastante tiempo fuera de la calle. Ahora tiene trabajo y un hogar. Pero hoy por hoy, con España sumergida en una crisis económica casi sin precedentes, con casi cinco millones de personas sin trabajo, hay una enorme cantidad de gente que está al borde de caer en ese pozo de la pobreza.

Hassan se quedó en el paro tras la crisis del ladrillo

Jesús Romero trabaja con la comunidad de Sant’Egidio, que ayuda a gente de la calle o que se encuentra en dificultades económicas, repartiendo comida en el centro de Madrid. “Cuando empezamos el servicio, hace 11 años, el tipo de gente que encontrábamos por la calle eran personas que llevaban ya mucho tiempo en la calle, muy desarraigadas, con problemas personales o familiares antiguos. Pero conforme se va desarrollando la crisis, hemos encontrado cada vez más gente que tenía una vida ‘normal’, o normalizada, y que empieza a verse en situaciones de precariedad. Mucha gente a la que atendemos está en el límite, entre acabar en la calle o remontar”.

Las cifras cuentan una historia bastante fuerte. Después de Portugal, España es el segundo país con la tasa de pobreza infantil más alta (17%) de los 21 países de la Organización para la Cooperación al Desarrollo Económico (OCDE), según un informe de 2010.

En 2009, el 13,7% de los hogares llegaba a fin de mes con problemas, según el INE, y el 19,5% estaba por debajo del umbral de la pobreza. Es difícil poner una cifra exacta a la cantidad de personas que están viviendo en la calle. Según Cáritas, podrían ser más o menos 30.000 en España. Además, los usuarios de los servicios para gente en situación económica precaria se han incrementando bastante en 2009 y 2010.

Sin trabajo ni subsidio

La cosa empeora, y cada vez hay más personas en paro que ya no reciben el subsidio del Estado y que han dejado de percibir la ayuda de 425 euros mensuales. Es el caso de José, empleado en un almacén en Madrid y que lleva seis meses sin trabajo y dos sin el subsidio. Se mantiene optimista, haciendo “pequeños curros” o repartiendo publicidad para seguir adelante. Pero ha tenido que mudarse a un piso más barato, y hay varios gastos corrientes, como los 48 euros que le cuesta el abono de transporte, que le hacen la vida muy difícil.

En una situación parecida se encuentra Hassan, un marroquí de 45 años que lleva 18 en España. Durante muchos años fue uno de los inmigrantes que contribuyó al boom español de la construcción. Comparte un piso con otro marroquí en el barrio madrileño de El Carmen. Explica que está en una situación de ‘limbo,’ como muchas otras personas, extranjeros y españoles: en paro pero sin ninguna ayuda del Estado, tiene que improvisar y hacer cualquier trabajo que surge. “¿Qué haces? Vas al paro, cobras seis mes o un año de paro. Se acaba el paro, entonces vas a la ayuda, y cobras la ayuda. Pero si te quitan la ayuda, ¿qué haces? Vives como puedes. Si tengo un amigo que libra algún día, hago su trabajo”. O vende cosas en el mercadillo, o en el Rastro de Madrid los domingos…

En el nº 2.757 de Vida Nueva (reportaje íntegro para suscriptores).

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