Miguel Miró: “No podemos discutir entre nosotros mientras el pueblo pierde la fe”

Entrevista con el nuevo prior general de los agustinos recoletos

DARÍO MENOR | Desde el pasado noviembre, el tarraconense Miguel Miró es el nuevo prior general de los agustinos recoletos. Hombre humilde y con un contagioso espíritu emprendedor y renovador, mantiene un discurso muy equilibrado, sin esconder los problemas que sufre la Vida Religiosa (VR) y su propia congregación, y sin exaltar las evidentes virtudes que ambas poseen. [Siga leyendo aquí si no es usted suscriptor]

– ¿Cuál es el estado de salud de los agustinos recoletos hoy?

– Depende de los países, de las comunidades y de las personas. Hablando de vitalidad, considero que esta se da mucho más en América y Filipinas que en España. En general, en toda la orden, nos hace falta un poco más de empuje, hemos de implicarnos más en la Nueva Evangelización. Debemos intensificar la vida contemplativa, que es un aspecto de nuestro carisma, así como dedicar más tiempo al estudio, a la serenidad, a la formación permanente. Se van dando pasos en todo esto en los sucesivos capítulos, en los que planteamos la necesidad de revitalización. Estamos preocupados porque debemos hacer algo para recuperar la ilusión, la esperanza, la vitalidad. Nos influye mucho esta cultura de pesimismo que hay en la sociedad. La crisis económica lleva a veces a una crisis existencial. El relativismo nos influye también a nosotros, que deberíamos dar luz frente a este pesimismo y desasosiego, aunque creo que no lo sabemos hacer.

– A propósito de la Nueva Evangelización, ¿cómo contribuyen ustedes a esa misión?

– En casi todos los países americanos se trabaja con comunidades de evangelización, en las que los laicos asumen un gran protagonismo. Hay una labor de formación muy amplia. En Europa es más difícil. Se prueba con el aspecto cultural y también se intenta estar presente en foros sociales. Hay que utilizar las nuevas tecnologías. Entre nosotros, agustinos, echo en falta una mayor preparación para influir más en el mundo de las comunicaciones y de la opinión. Deberíamos empeñarnos más en este aspecto. Debemos, además, acercanos al pueblo. Si nos separamos de él, no podemos evangelizar.

Reordenación y revitalización

– ¿Qué otras prioridades tiene para los próximos seis años?

– En el último capítulo de la congregación se habló del objetivo de la revitalización, que va unida a la reordenación. Debemos partir desde nosotros mismos, como agustinos recoletos, con nuestro carisma, para ponernos unas prioridades de servicio a la Iglesia y, luego, organizarnos en los diversos países. No debemos ser tributarios de cosas que se acumulan del pasado. Hay que definirse más para saber qué queremos y hacia dónde queremos ir. No se trata de un repliegue, de cerrarse para estar tranquilos, sino de un relanzamiento.

– ¿Cómo valora las críticas que, en ocasiones, recibe la VR?

– A veces no se valora todo lo que hace la VR. Esta está en comunidades de inserción, en los lugares difíciles de la sociedad. Es verdad que hay religiosos que no lo hacen, pero no podemos solo fijarnos en lo negativo. En ocasiones, se trata solo de cuestiones de imagen. No nos da miedo que se nos critique para que mejoremos, pero pedimos que se haga una valoración más completa. Sorprende, además, a veces, el desconocimiento que hay de la Vida Consagrada dentro de la propia Iglesia. No pueden verse solo los defectos. Vivimos en una Iglesia de comunión: tenemos que estar unidos los obispos, los sacerdotes, los religiosos y los laicos. El pueblo está perdiendo la fe; no podemos discutir entre nosotros.

En el nº 2.757 de Vida Nueva (entrevista íngrega para suscriptores).

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