Excusas

JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva

“¿Quién en su vida académica o en ese afán de responder a aquel aggiornamento impulsado por el Vaticano II no tuvo la inmensa fortuna de encontrarse con textos que, además de enseñar, le acompañaron en su soledad, o le animaron a salir en busca de otra vida posible? Hagan memoria. Sin nostalgia ni prejuicios. ¿Encuentran alguna excusa para que hoy no suceda la mismo?”.

Hay tantos libros como excusas… para leer: viajar a universos improbables pero mágicos, combatir el aburrimiento o formarse con herramientas al alcance de casi todos (¿los bolsillos?). Sin embargo, el mercado editorial religioso solo parece atender a la última de ellas. Me dirán –y con razón– que los títulos sobre espiritualidad, teología o Biblia acaparan el interés del público por el enriquecimiento potencial que proporcionan, no por su capacidad para fabular o entretener.

Ahora bien, ¿quién en su vida académica o en ese afán de responder a aquel aggiornamento impulsado por el Vaticano II no tuvo la inmensa fortuna de encontrarse con textos que, además de enseñar, le acompañaron en su soledad, o le animaron a salir en busca de otra vida posible? Hagan memoria. Sin nostalgia ni prejuicios. ¿Encuentran alguna excusa para que hoy no suceda la mismo?

A mí se me ocurren muchas (la pretendida “seriedad” de estos temas, la necesidad de “volver a lo esencial”…); razones de peso, ninguna. Autores y editores no deberían olvidar nunca que escribir no solo es transmitir conocimientos, sino también una manera de estar en el mundo (y en la Iglesia). Porque el lector valora y agradece su aptitud, pero, sobre todo, su actitud.

En el nº 2.755 de Vida Nueva

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