El CELAM pone nombre y rostros a la Misión

Uruguay acogió por primera vez la Asamblea General de los episcopados latinoamericanos y caribeños

Eucaristía presidida por el colombiano Rubén Salazar

WASHINGTON URANGA. MONTEVIDEO | Entre los días 16 y 20 de mayo, Uruguay fue sede de un acontecimiento inédito para el país: la celebración de la XXXIII Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), máxima expresión de la colegialidad episcopal de la Iglesia católica de América Latina y El Caribe y que, desde 1955, reúne a representantes de las 22 conferencias episcopales de la región a través de sus presidentes y delegados, especialmente designados para promover este ámbito de fraternidad.

En el marco del encuentro, que contó con la presencia del prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal canadiense Marc Ouellet, se procedió a la elección de las autoridades que conducirán los destinos del CELAM durante los próximos cuatro años.

Encabezará dicha directiva como nuevo presidente Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y actual presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

El CELAM se define como “un organismo de comunión, reflexión, colaboración y servicio” y, si bien no representa una autoridad jerárquica en el orden continental, su tarea tiene gran reconocimiento en la orientación de las grandes líneas pastorales. Entre las misiones que se le han confiado, destaca la organización de las conferencias generales del episcopado latinoamericano, cuya última convocatoria tuvo lugar en Aparecida (Brasil), en mayo de 2007, y que fue inaugurada por el papa Benedicto XVI.

En esta ocasión, la Asamblea inició sus trabajos con una misa en la catedral de Montevideo, presidida por el propio cardenal Ouellet. Le acompañaban el todavía presidente del CELAM, el cardenal brasileño Raymundo Damasceno Assis, y el titular de la anfitriona Conferencia Episcopal Uruguaya, Carlos María Collazzi, y fue concelebrada por todos los obispos asistentes a la cita.

El nuevo presidente del CELAM, Carlos Aguiar

La reunión congregó en la capital uruguaya a 75 participantes (seis de ellos cardenales y el resto prelados en representación de los distintos episcopados), a quienes se sumaron el presidente de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), el hermano de La Salle brasileño Paulo Petry, directivos de los organismos internacionales que cooperan con la Iglesia en América Latina y diversos funcionarios del CELAM. Las deliberaciones tuvieron lugar en la sede del hotel escuela Kolping, en Montevideo.

Servicio y comunión

En el acto inaugural, el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, resaltó la “importante labor del CELAM al servicio de las Iglesias de América Latina y El Caribe”, habida cuenta de que “expresa de un modo particular la confiabilidad episcopal en plena comunión de fe y afecto con el Sucesor de Pedro”. Por su parte, el cardenal Ouellet manifestó su agradecimiento “de corazón” a la Iglesia en Uruguay por la bienvenida y la calurosa acogida, al tiempo que deseó “compartir con esa Iglesia local las esperanzas, las alegrías y preocupaciones de la evangelización en América Latina”.

El prefecto de la Congregación para los Obispos llamó también a los pastores a vivir su ministerio “con gran sencillez”, pidiendo a Dios “incansablemente” que les conceda el “necesario don de la humildad”. Y añadió que es una ilusión “pretender comprender la realidad de América Latina y El Caribe sin una mirada que tenga como punto esencial de su visión o clave hermenéutica la verdad contenida en el Evangelio”.

En el transcurso de la Asamblea se revisó todo lo realizado durante el último cuatrienio y se trazaron las directrices generales para el período 2011-2015, siempre en la línea de las grandes orientaciones que salieron de la Conferencia de Aparecida. El cardenal Damasceno, presidente saliente, recordó que al cerrar este cuatrienio se abre también un nuevo camino, “encomendándolo a manos de un nuevo equipo episcopal que, en espíritu fraterno y dentro de la responsabilidad universal de cada obispo por el bien de toda la Iglesia, podrá asumir la tarea de continuar la intuición profética pentecostal de Aparecida y aplicarla aún con mayor extensión y profundidad en nuestras Iglesias particulares para bien de nuestros pueblos”.

Al término del encuentro, y tras la celebración de la Eucaristía en el santuario de la Virgen de los Treinta y Tres Orientales (patrona de Uruguay), ubicado en Florida, los obispos emitieron un mensaje dirigido a los pueblos de América Latina y El Caribe en el que subrayan que, “como Iglesia portadora de la Vida del Reino de Dios, nos sentimos llamados a llevar adelante una nueva evangelización que levante a los caídos, incluya a los excluidos de nuestra sociedad, sane a los heridos, responda a los que preguntan dónde está Dios en medio de las calamidades, devolviendo la esperanza de esa vida plena que brota del Crucificado Resucitado”.

Una de las celebraciones diarias de los participantes en la Asamblea

Acción evangelizadora

El documento episcopal afirma que, durante esas cinco jornadas, los participantes, además de renovar los cargos de responsabilidad en el CELAM, “hemos renovado nuestra escucha del Señor, compartiendo fraternamente con sencillez y alegría; juntos también, y en espíritu de consenso, hemos discernido para el caminar en comunión de nuestras Conferencias Episcopales, buscando que la acción evangelizadora en nuestro continente sea transparencia viva del servicio de Jesús para todos nuestros hermanos, particularmente los pobres y necesitados”.

Sostienen más adelante los firmantes que “la evangelización de nuestro continente, en estos nuevos tiempos, es un camino continuo y persistente que encuentra puertas abiertas y también no pocos obstáculos y resistencias, como fue el de Jesús en las rutas de la amplia y compleja Galilea”. Así, advierten los pastores que, tal como le ocurrió a Jesús, “también nosotros encontramos en nuestro camino muchas ‘procesiones de muerte’”.

Por ese motivo, aseguran, “nos duele la muerte de tanta gente, víctima de la violencia causada por el narcotráfico. Nos duelen nuestras jóvenes generaciones, que se desencantan con las instituciones que han perdido su credibilidad por causa de la corrupción campante”.

Y, frente a esa realidad, “la acción evangelizadora” que se propone desde el CELAM es la del “Evangelio de una Pascua que transforma la persona y con ella a la sociedad, forma la comunidad y reconstruye la familia y el tejido social”. Todo ello pasa por el encuentro con Jesús, “punto de partida de un nuevo camino”, porque “en Jesús –reflexiona en otro momento el texto– la gente percibe la presencia del Dios fiel que camina con su pueblo, la respuesta de Dios a sus anhelos más profundos”.

Finalmente, el mensaje lanza una invitación a las conferencias episcopales latinoamericanas y caribeñas y “a todo el Pueblo de Dios” a “promover experiencias vivas y fuertes del Evangelio, de manera que todos podamos decir: ‘Lo que hemos oído, lo que hemos visto, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida… se lo anunciamos a ustedes (1 Jn 1, 1-2)’”.

Aunque las autoridades del CELAM se renuevan cada cuatro años, este organismo celebra sus asambleas ordinarias cada dos. La última había tenido lugar en la capital nicaragüense, Managua, y la próxima está prevista para 2013 en Panamá.

En el nº 2.755 de Vida Nueva.

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