Los miles de desplazados son ahora el reto de Costa de Marfil

Una imagen de la misión salesiana de Duékoué

Más de 30.000 personas siguen hacinadas en la misión salesiana de Duékoué

Una imagen de la misión salesiana de Duékoué

M. GÓMEZ | Seis meses después de que las urnas le dieran la victoria, Alassane Ouattara ha sido investido presidente de Costa de Marfil. A la ceremonia, que tuvo lugar el sábado 21 de mayo en Yamoussoukro (capital política del país), asistieron numerosos jefes de Estado y representantes de Gobiernos extranjeros, así como miembros de la Conferencia Episcopal marfileña; el nuncio apostólico en Liberia, George Antonysamy, fue el representante oficial de Benedicto XVI en el acto.

La noche anterior, cristianos y musulmanes se unieron en la Basílica de Yamoussoukro en una oración interreligiosa para pedir la paz en el país.

Parece que se inicia una etapa de recuperación en el país, después de los graves sucesos violentos postelectorales ocurridos cuando el presidente saliente, Laurent Gbagbo, se negó a abandonar el cargo, provocando una crisis institucional que derivó en enfrentamientos y puso al país al borde de la guerra civil. Las cifran hablan de 3.000 muertos y al menos un millón de desplazados.

Precisamente por la precariedad en la que se encuentran los desplazados internos y los refugiados en otros país, la etapa de recuperación será larga. Hace unas semanas, las Misiones Salesianas denunciaban la inseguridad, falta de alimentos, escasez de agua potable y medicinas en la misión de Santa Teresa del Niño Jesús, en Duékoué.

Su director, el español Vicente Grupeli, explicaba: “Más de 30.000 personas se hacinan en la misión, cuando como máximo cabrían 8.000 personas de pie. No hay comida, la gente duerme en el suelo, no tienen dónde cobijarse, faltan letrinas y duchas… Que no nos tengan aquí a miles de personas semanas y semanas. Todo esto acabará en una epidemia de cólera y otras enfermedades que acabarán con la vida de niños y ancianos”.

Graves problemas de inseguridad

El obispo de Man, Gaspar Béby Gnéba, visitó la misión de Duékoué el 16 de mayo y confirma el drama. “Estas personas no pueden regresar a sus hogares, ya sea porque sus casas han sido destruidas o porque sigue habiendo una gran inseguridad. Hasta que no se despligue un servicio de seguridad oficial, continuarán los ataques de bandas criminales contra la población”, explica el obispo en declaraciones a la Agencia Fides.

“Pedimos que se intensifiquen los esfuerzos, porque las necesidades son muchas. Hago un llamamiento para que se garantice la seguridad de la zona y pido a todos que nos ayuden a conciliar los ánimos de la población para que puedan encontrar la paz del corazón”, concluye el obispo.

En el nº 2.755 de Vida Nueva.

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