Primer Foro Nacional de reflexión sobre la Escuela Católica

Memoria de una jornada que promovió Ediciones SM en Popayán

Pasadas  las ocho de la mañana, luego de más de media hora de retraso, llegó a Popayán el vuelo que traía los primeros participantes del encuentro: quince rectores provenientes de Bogotá. Desde el fin de semana, no había dejado de llover, la alta nubosidad había obligado a cerrar el aeropuerto. El avión había tenido que hacer una escala en Cali. Era claro que la temporada de lluvias dificultaría el desplazamiento de los viajeros.

A las diez de la mañana arribó al Hotel Dann, lugar del encuentro, el primero de los buses provenientes de Cali. Se esperaban dos buses más. En ellos se desplazarían los rectores de los colegios del Valle del Cauca, a quienes se unirían los participantes que provenían de la costa atlántica, de los santanderes, de Antioquia y los restantes del centro del país que no habían llegado directamente a Popayán. Ediciones SM había logrado congregar durante dos días, en la Semana de Pascua, cerca de un centenar de rectores de instituciones educativas católicas provenientes de las principales ciudades del país: Bogotá, Medellín, Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Cartagena, Bucaramanga, Cúcuta, Villavicencio, Cali y Pasto, entre otras.
El Primer Foro Nacional de Reflexión sobre Escuela Católica, desde el principio, fue un  encuentro de hombres y mujeres de fe. Se organizó como un espacio para que los rectores de los colegios católicos del país compartieran sus experiencias como constructores de Identidad católica.
Resultaba llamativo observar los grupos de religiosos y religiosas que descendían de los buses, que circulaban por los pasillos del colonial hotel Monasterio y que comenzaban a dar vida al Evento.
La cultura de la ciudad se sentía desde el  mismo Lobby del Hotel, donde una escultura del Maestro Negret rendía homenaje a Los Andes. En la tarde, ya con todos los participantes presentes se realizó una visita al Museo Arquidiocesano de Arte Religioso. El recorrido por cada una de las salas despertó el  fervor religioso y estético.  Una de las salas, daba la bienvenida, la imponente imagen de la Inmaculada Concepción, tallada en madera, con accesorios en plata, atribuida al Maestro Bernardo de Legarda.
El jueves se celebró la Eucaristía Inaugural, en la Iglesia de San Francisco. Fue la bienvenida oficial dada por la arquidiócesis de Popayán. La homilía invitó a los presentes a reflexionar sobre el lugar que hoy tiene la Iglesia Católica para la Educación de los niños y jóvenes.
Al terminar la celebración, comenzó  la primera ponencia, Los retos identitarios de la escuela católica. Fue presentada por el Padre José Leonardo Rincón, SJ, presidente nacional de CONACED (Confederación Nacional Católica de Educación). Esta ponencia buscaba establecer las bases teóricas para la reflexión que se suscitaría en el encuentro, destacando que “la identidad católica de la escuela está marcada por la fuerza de esta verdad: Lo que nos une es Jesucristo, el Señor, el Maestro por antonomasia. Podremos ser muy diferentes y ubicarnos en lugares distantes, pero es el Maestro quien nos convoca, nos une y nos reúne. Nuestra escuela es católica por su carácter claramente confesional en Jesucristo como fundamento. Este es el carácter específicamente católico de la escuela”.
Posteriormente hizo su exposición el Padre Javier Cortés, SM. Actualmente, el Padre Javier, sacerdote marianista español, es el director general del Grupo SM. En su ponencia que llevaba por título La identidad católica en la práctica escolar, el expositor desarrolló cuatro temas principales: la cuestión de la identidad, la definición del Ser (El proyecto), el diálogo y el encuentro con el contexto y, por último, la concreción en los ámbitos de la escuela.
El foro dejaba claro en los participantes que al hablar del término “escuela católica”, en realidad se estaba haciendo referencia a las instituciones y, de manera especial, a las personas que las conforman, que gracias a sus experiencias son únicas y poseedoras del invaluable tesoro de sus propios “contenidos vitales”. En su momento lo dijo el P. José Leonardo Rincón, “al sustantivo “escuela” se le puso el adjetivo “católica” para afirmar que es universal y como tal, abierta a todos, esto es, incluyente, “de todos y para todos”: de cualquier raza, lengua, credo, condición socio-económica, estado físico, género, filiación política, etc. apertura y universalidad que no hay que confundir con desorientación, neutralidad o indiferencia para negociar lo que es genuino suyo”.
Estas consideraciones sentaron las bases teóricas para abordar, en la segunda parte del encuentro, las experiencias particulares de los asistentes, en el panel de rectores. Ofició entonces como moderador el P. Luis Fernando Granados, SJ, actual vicerrector del medio universitario de la Universidad Javeriana en Cali. Cinco rectores, escogidos todos ellos de diferentes zonas del país, compartieron las experiencias adquiridas en sus planteles. Algunas intervenciones se enfocaron en el tema de la tradición de la Iglesia, otras abordaron la importancia actual que tiene la tecnología. Hubo quienes manifestaron sus impresiones a partir del estrato socioeconómico en el que impactan sus colegios; otros, lo hicieron desde las concepciones filosóficas actuales. En su ejercicio académico, el foro resaltó los desafíos presentes hoy en la Escuela Católica, la necesidad de “ofrecer una educación integral y de calidad” y de “propiciar una pastoral educativa atrayente”. Concluyendo, como expresaron los propios expositores que es necesario también “ir más allá, hacia una educación integral que sea de calidad, hacia una conciencia corporativa y comunitaria, hacia un diálogo y una interacción profunda con las subculturas en las cuales educamos con mentalidad abierta y pluralista, hacia un continente latinoamericano donde un mundo mejor sea posible, porque se trabaja por la justicia y se obtiene como fruto la paz”.
Quedó grabado en la memoria de los participantes los argumentos del Padre Javier Cortés, cuando resaltó que en medio del educar es vital reconocer la necesidad de un “proceso educativo integrador” que incluya, entre otros ítems, el diálogo fe-cultura. Y a través de este diálogo, “dar sentido a cada una de las áreas en las que la cultura se hace presente en la escuela, responder a la pregunta del para qué de cada una de ellas, es decir, qué lugar ocupan al servicio de la persona”. Y en esa misma línea, “desde cada una de esas áreas ir construyendo la visión cristiana de la persona y del mundo, es decir, ofrecer una auténtica cosmovisión antropocéntrica cristiana”.

TEXTO: CAMILO AGUILAR
FOTOS: VNC, ARCHIVO SM

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