José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Por desgracia, la Iglesia lleva ya tiempo abriendo telediarios por los pecados de sus hijos o las manifestaciones que encabeza y las que deja de encabezar, y la celebración de sus principales ritos cuenta con una cobertura significativa en Semana Santa y Navidad”.

No son muchos, pero de vez en cuando aún se escucha la voz de algún obispo lamentando el poco aprecio que los medios de comunicación sienten hoy por la Iglesia. Y no son muchos porque la mayoría desprecia el género periodístico, difícil de domesticar.

El último lamento ha venido del obispo de Guadix, un joven prelado que todavía mantiene un considerable grado de esperanza en el tema de la comunicación en la Iglesia, y que ha pedido en Murcia, en un congreso de la UCAM y la UCIP-E, “devolver la religión a las páginas principales de los medios, para conseguir una presencia normalizada de hechos religiosos en la agenda comunicativa”.

Pero si todo lo que se demanda es esto, ya está conseguido. No hacen faltan más jornadas de ombliguismo ni facultades de comunicación católicas, fábricas de precarios en prácticas. Porque, por desgracia, la Iglesia lleva ya tiempo abriendo telediarios por los pecados de sus hijos o las manifestaciones que encabeza y las que deja de encabezar, y la celebración de sus principales ritos cuenta con una cobertura significativa en Semana Santa y Navidad.

Tal vez lo que habría que devolver a la primera página intraclesial es la calidad de la pastoral que se hace, si los objetivos tienen como centro preparar a unas comunidades para el siglo XXI. De ahí podrían salir un montón de titulares. Pero el discurso es gris, como los objetivos, centrado en exhibir músculo en eventos que ni siquiera logran entusiasmar a los de casa, automarginada de la participación en los debates que se suceden en el mundo real.

Hace unos años se reivindicaban con ahínco en un papel las raíces cristianas de Europa. Hoy, el Viejo Continente echa por tierra su laboriosa unidad, junto con los valores de aquellos hombres, cristianos ellos, que pusieron sus cimientos, y no hay nada que decir. Regresa la xenofobia, se cierran las fronteras, se resquebraja la justicia social, se degrada la política, triunfan los mercaderes, se indignan los jóvenes… ¡Cuántas primeras páginas dejadas en blanco!

En el nº 2.754 de Vida Nueva.