¿Eutanasia encubierta?

Los obispos de Aragón analizan la ley regional sobre muerte digna

FRAN OTERO | El Gobierno de Zapatero apura los últimos meses de su mandato para aprobar algunas de las propuestas legislativas pendientes. Entre ellas, una sobre la muerte digna, de la que tienen versión autonómica Andalucía, Navarra y Aragón. Vuelve la polémica poco antes de que se cumpla un año de la entrada en vigor de la Ley del Aborto, y con la JMJ a las puertas.

El Ejecutivo aborda así una controvertida norma, cuyo anteproyecto prevé estudiar y aprobar en Consejo de Ministros antes del 30 de junio, según anunció Alfredo Pérez Rubalcaba en el Congreso, y a la que también se refirieron recientemente el propio presidente y la ministra de Sanidad, Leire Pajín. Está previsto que el trámite parlamentario comience en septiembre y sea aprobado “con toda seguridad” antes del final de la legislatura. Será una ley, dice Pajín, “que no regula la eutanasia, sino que mitiga el dolor”.

Esta es una de las premisas de la Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de morir y de la muerte, aprobada por Aragón y que mereció, a modo de valoración, una amplísima carta pastoral de los obispos de la región. Un texto, este último, muy trabajado, que reconoce lo bueno de la ley, y que alerta de lo difuso que hay en ella y que puede vulnerar la vida humana; es claro y sincero, además de respetuoso con los poderes legislativos. Un pequeño compendio sobre la postura de la Iglesia católica.

Los pastores de Aragón ven bien que se quiera “mejorar la atención a los enfermos en la fase terminal y a sus familias, en duelo”. Pero temen que la ley pueda proteger “acciones de eutanasia encubierta por abandono terapéutico o sedación final inadecuada, así como obligar a los médicos y personal sanitario a realizar o a colaborar en acciones contrarias a los principios éticos fundamentales y al fin verdadero de la medicina”.

Qué significa “calidad de vida”

Recuerdan que la vida “es siempre un bien inviolable e indisponible”, que el fin de la medicina es el bien del enfermo, que las decisiones le competen a este, y aclaran, antes de abordar dos cuestiones concretas, cómo considerar a las personas impedidas en el ejercicio de sus funciones superiores, los peligros del uso de la expresión “calidad de vida” o qué es la autonomía del paciente.

Los obispos aragoneses insisten, sobre todo, en dos aspectos que en la ley no quedan claros: la distinción entre enfermedad crónica y terminal, y el tratamiento del dolor y la sedación paliativa.

En el número 2.753 de Vida Nueva (artículo íntegro para suscriptores).

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