México se vuelve a movilizar por la paz

Tras el asesinato de su hijo, el poeta Javier Sicilia lidera una gran marcha con la Iglesia y otros colectivos

PABLO ROMO CEDANO. MÉXICO D.F. | Cientos de miles de mexicanos en 50 ciudades del país y en 30 de todo el mundo se manifestaron el domingo día 8 contra la violencia y contra la guerra inútil que vive México. Las concentraciones respondieron al hartazgo generalizado y al llamamiento del poeta católico Javier Sicilia, quien perdió a su hijo el pasado mes de marzo, porque “hay palabras en español para cuando un hijo pierde a su padre: se queda huérfano; pero no cuando un padre pierde a su hijo”.

Juan Francisco Sicilia, de 23 años, fue asesinado junto con tres amigos, y sus cuerpos, con un narcomensaje encima, fueron encontrados con otros dos cadáveres más amontonados en un vehículo abandonado. Las autoridades, como viene siendo ya una práctica demasiado habitual, se apresuraron a minimizar lo sucedido, explicando que se trataba de “un ajuste de cuentas entre bandas rivales”. Con el transcurso de las horas, sin embargo, se descubrió que tan solo eran jóvenes deportistas, universitarios y sin vínculo alguno con el crimen organizado.

La mentira de la primera versión oficial indignó a la población de todo el país que seguía la noticia. Una triste nueva que Javier Sicilia recibió en Filipinas, donde se encontraba invitado a presentar su último poemario y desde donde debió viajar precipitadamente para asistir a las exequias de un hijo asesinado por la mafia y criminalizado por las autoridades.

Trayecto de tres días

Pietro Ameglio, representante del Movimiento Civil por la Paz, y un grupo creyente y activista en defensa de este mismo derecho acompañaron en su duelo al poeta y propusieron entonces una marcha para exigir justicia, animar la reconstrucción del tejido social y romper las barreras que el miedo provoca entre la población. Así, la comitiva salió el 5 de mayo de Cuernavaca (Estado de Morelos), acompañada por el obispo de Saltillo y amigo de la familia, Raúl Vera, y cientos de amigos y activistas por la paz.

En el trayecto, de unos 80 kilómetros y que se realizó en tres días, se fueron uniendo a la caminata grupos de todas partes de la República hasta alcanzar las doscientas mil personas en su llegada al Zócalo de la capital. Durante las jornadas previas, cientos de familiares de víctimas de todo el país se incorporaron a la marcha del silencio, como la bautizó el propio Sicilia, “porque es del silencio de donde viene la resurrección”.

A la conclusión de la marcha, y ante la multitud concentrada, se pronunciaron los nombres de varias decenas de víctimas, a lo que los participantes respondían espontáneamente con emoción: “No debió morir”. Luego, el poeta Sicilia, editor de la revista de reflexión teológica Conspiratio y del semanal Proceso, pidió al presidente Felipe Calderón la renuncia de Genaro García Luna, secretario de la Seguridad Pública Federal, acusado de vínculos con Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, líder del cártel del Pacífico.

En su discurso, resaltó la necesidad de la reconciliación en la justicia: “Estamos aquí –clamó– para decirles que este dolor del alma no lo convertiremos en odio ni en más violencia, sino en una palanca que nos ayude a restaurar el amor, la paz, la justicia, la dignidad de la balbuciente democracia que estamos perdiendo”.

Acompañado en la marcha por los dominicos Miguel Concha y Gonzalo Ituarte (provincial) y por el sacerdote Alejandro Solalinde, Sicilia animó a los miles de mexicanos cansados pero con esperanza a “pronunciar esta infame realidad, decir que la clase política y los poderes fácticos han negado y quieren seguir negando esta realidad de muerte y destrucción.

En su demencia, los criminales nos lo quieren presentar como la única realidad: lo que vivimos, sin esperanza. La clase política, los partidos han asumido ese discurso”. “Les queremos decir –añadió– que si los partidos políticos no limpian de sus filas a esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado maniatado y coptado, pensaremos mucho lo que significa el tiempo electoral. Muchos de ustedes hacen de la impunidad un modus vivendi colocando a la ciudadanía como rehén de sus decisiones”.

Los manifestantes resumieron en seis puntos sus demandas del Pacto ciudadano:

  • Verdad y justicia para los familiares de las víctimas, para lo cual se deben esclarecer los asesinatos, desapariciones, secuestros, las fosas clandestinas, la trata de personas y el conjunto de delitos que han agraviado a la sociedad.
  • Reestructurar las instituciones de procuración y administración de justicia, incluyendo las redes de complicidad y omisión de autoridades.
  • Emplazar a las autoridades responsables a que, en un plazo de tres meses, se esclarezcan los casos que han causado una fuerte conmoción social, entre ellos, el homicidio de Marisela Escobedo, de la familia Reyes, de Susana Chávez, de Juan Francisco Sicilia, o el de los niños fallecidos en el incendio de la guardería ABC.
  • Poner fin a la visión militarista con que el actual Gobierno ha enfrentado al crimen organizado, asumiendo una nueva estrategia de seguridad ciudadana, con un enfoque de defensa de los derechos humanos.
  • Que no se aprueben leyes o normas que quebranten los derechos humanos en nombre de la “seguridad nacional”.
  • Emprender reformas legales que permitan investigar de manera imparcial el lavado de dinero y que se informe a la nación de los avances, pues hasta ahora no hay ninguna persona incriminada por tal delito a pesar de los millones que la banca extranjera blanquea en México.

Mientras tanto, en medio de este contexto, las autoridades federales afirmaron que “es necesario un diálogo”, pero que “la estrategia asumida es la correcta”. De hecho, cuando la marcha aún caminaba por las montañas que rodean Ciudad de México, Calderón reiteró ante los altos mandos militares que “ganaremos la lucha contra el crimen organizado porque la ley, la razón y la fuerza están de nuestro lado”.

¡Basta!

En un comunicado difundido el día 6, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) invitaba a solidarizarse con esta convocatoria de la sociedad civil para exclamar “con fuerza y determinación un rotundo ¡basta! a la violencia en México; a las muertes sin freno y sin esclarecer, atribuidas al narcotráfico y al crimen organizado; a la corrupción de los servidores públicos y de las figuras de autoridad y representantes de las leyes en nuestro país; ¡basta! de secuestros, extorsiones, ejecuciones y venganzas. ¡Basta! de lastimar a miles de familias, mujeres, niños, jóvenes, trabajadores. ¡Basta! de sentir miedo, inseguridad, violencia y muerte. ¡Basta de mentir! ¡México aún tiene esperanza!”.

Bajo el título La Paz, tarea de todos, el secretario general de la CEM, Víctor René Rodríguez, recuerda que “la paz es una condición necesaria para el desarrollo de las sociedades”,y propone orar a Dios “actuando decididamente por la instauración de una cultura de la no violencia”. Asimismo, en nombre de la Iglesia (cuyas acciones están encaminadas a “impulsar el desarrollo humano”, “desarrollar la indignación contra toda violencia”, “expresar el amor a la paz” y “fomentar el sentido de pertenencia a la nación”), el también obispo auxiliar de Texcoco reitera que “la paz es tarea de todos, y todos somos responsables de procurarla y testimoniarla”. No solo las autoridades, de quienes los obispos esperan “voluntad verdadera para alcanzar la paz, hacer valer el Estado de derecho y propiciar una justicia expedita y eficaz para todos los mexicanos”.

En el número 2.753 de Vida Nueva

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