La Semana Santa mexicana revivió su otro vía crucis

Decenas de cadáveres en varias ‘narcofosas’ extienden el horror por todo el país

La tragedia humanitaria que estamos viviendo en el noreste de México, que salvo sus peculiares características no dista mucho de lo que se vive en el resto del país, no puede pasarnos desapercibida”.

Cientos de fieles escuchan en la catedral de Saltillo a su obispo, Raúl Vera, en la homilía del Domingo de Resurrección en medio de un dolor desconcertante, mientras decenas de cadáveres aparecen en fosas clandestinas en los Estados del noreste: Tamaulipas, Coahuila, Durango y Nuevo León. Padres y madres desconsolados buscan a sus hijos entre cadáveres putrefactos en los refrigeradores de las morgues locales. “¡Ha resucitado! ¿Por qué buscan entre los muertos a Aquel que ha resucitado?”. La homilía eslabona la vida de esos familiares. “¡Jesús ha resucitado! ¿Dónde están nuestros desaparecidos?”.
En Viernes Santo, las iglesias están repletas, el vía crucis es viviente. Atemorizados, los fieles releen el evangelio de la Pasión y Resurrección de manera nueva, “encarnada” en su propio dolor. “Hoy varios territorios de nuestros Estados fronterizos se han convertido en ruta de la muerte –lamenta el prelado en su Mensaje de Pascua–, en el actual Vía Crucis donde los secuestros, ejecuciones y el desplazamiento forzado, son una realidad inobjetable, donde las desapariciones forzadas son ya incontables, donde las y los migrantes valen lo que su familiar puede pagar por su rescate. Donde los dueños de algunas empresas prefieren convertirse en cómplices por la muerte de gente inocente, antes que asumir los costos del pago de seguros de vida o arriesgarse a disminuir sus ganancias”.
Son ya 96 los cuerpos hallados en dos fosas clandestinas en la capital del Estado de Durango, y las autoridades esperan encontrar en las próximas horas una tercera fosa con más cuerpos. Aunque han vuelto a prometer “castigo a los culpables”, los cadáveres del crimen organizado y la impunidad (“no pagaron, no cooperaron, tienen que morir”) siguen multiplicándose. En San Fernando (Tamaulipas), fueron hallados en plena Semana Santa 183 cuerpos en fosas semejantes. El mismo municipio donde en agosto de 2010 eran asesinados 72 migrantes, en su mayoría centroamericanos, un hecho que se dijo que “nunca se repetiría”. Hoy, sin embargo, aquel horror se multiplica por tres, porque, si bien las autoridades federales y estatales aseguraron a la población “tranquilidad y paz” con la presencia del Ejército, a principios de abril comenzaron a destaparse nuevas fosas con cadáveres recientes.
Se multiplican los sospechosos y “ya hay varias decenas de detenidos que han asumido su culpabilidad”, dicen las autoridades, mientras no pocos cuestionan la legalidad del régimen en que se hallan y se habla de que la tortura ayuda a encontrar responsabilidades. Entre ellos hay 16 policías, acusados de encubrir presuntamente a miembros de Los Zetas, antiguos militares entrenados en los Estados Unidos que siembran el terror por el país.

Denuncia profética

Mientras tanto, no sin temor a represalias, el todavía obispo de Matamoros y próximo titular de Querétaro, Faustino Armendáriz, exhortaba: “No tengan miedo”. Repetía así las palabras del siervo de Dios Juan Pablo II, cuya inminente beatificación ha acaparado los espacios televisivos, eclipsando los horrores del país. Y es que las narcofosas descubiertas nos recuerdan los secuestros masivos de migrantes y el “holocausto” que vivía esta gente, denunciados por el padre Pedro Pantoja. Sus proféticas palabras se hacen realidad a medida que se van desenterrando cadáveres de quienes buscaban el “sueño americano”.
En breve, el relator de los Derechos de las Personas Privadas de la Libertad de la Organización de Estados Americanos (OEA), Rodrigo Escobar, visitará México para verificar la situación de los derechos humanos en el país. En este sentido, la hermana Leticia Gutiérrez Valderrama, directora ejecutiva de la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana del Episcopado mexicano (que cuenta con 54 albergues para migrantes por todo el país), desveló que en la agenda del enviado internacional hay previstos recorridos por las zonas donde se han encontrado restos de cuerpos humanos en fosas. En los últimos días, la religiosa exigió al Gobierno ser “el primer garante de la vida y seguridad de los agentes, de sus equipos de trabajo y de los migrantes, quienes constantemente reciben amenazas”; y reclamó “la presencia de las instituciones del Estado para que asuman su responsabilidad de erradicar el delito de secuestro de migrantes centroamericanos y mexicanos”. VNC
Pablo Romo Cedano. México DF

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