La Red, una fundación que se teje con la palabra

Un trenzado social que surgió con la ayuda de mujeres humildes y quienes tuvieron la idea

La Red es una fundación que lleva 10 años tejiendo un proyecto que ha involucrado a cerca de 200 mujeres. Todas ellas madres, con dos y tres hijos en promedio. En su gran mayoría enfrentando la ignorancia, el abandono de su pareja y viviendo con sus hijos en un reducido espacio.

Fue a ese tipo de mujer que Marlo Jesús Negret, un afrocolombiano, oriundo de Valledupar en compañía de su esposa, una administradora boyacense, Rosa Inés Chíquiza decidieron involucrar a cinco personas más para hilvanar una empresa con carácter social. Este grupo humano como organización, durante su primer año se concentró en capacitar a estas mujeres en la fabricación de una malla multiusos para comprársela y comercializarla en grandes, medianas y pequeñas superficies. Estas madres, una vez que se han capacitado durante 90 días terminan tejiendo 12000 metros de malla al mes.
La malla multiusos fue el primero de una decena de productos que la fundación con el soporte de estas mujeres empezó a fabricar. La producción creció al ritmo de su entusiasmo por aquella opción que se les planteó como distinta y más digna. Así se formó una cadena productiva que hoy cuenta con tres frentes de acción: el sector de trenzado, el de confección y el de las escuelas de artes y gastronomía.
Todo empezó en una pequeña oficina que Marlo Jesús montó en una parte de su vivienda en el Barrio Galán en el sur de Bogotá. De allí pasó a un local arrendado con más espacio y después de pasar por tres locales más en el mismo sector, hacia el quinto año logró con recursos propios y los de sus asociados, alquilar un edificio con un espacio de 1500 metros cuadrados en donde actualmente funciona La Red.
Marlo siempre hace referencia a Dios cuando se le pregunta por la forma y origen en que levantó una organización que aspira a extender sus hilos en todo el país. Pero tiene una justificación para hacerlo. “En la vida hay quienes con recursos han podido tener la posibilidad de ser útiles en la sociedad… pero qué ocurre con quienes no tienen los recursos para ser útiles… en el caso mío, la sociedad no habría dado un peso por Marlo, porque fácilmente se hubiera podido convertir en un antisocial ya que no tenía los medios para ser educado en una institución que me diera un perfil,  pero Dios me encontró y entrenó en todo lo que soy.. eso es un milagro.. y uno de sus milagros es que Él me ha dado conocimiento empresarial y teológico necesarios para ser lo soy”. Marlo no se formó en ninguna profesión, pero es educado, visionario, hábil y muy creyente. De hecho, tiene proyectado con Rosa Inés, su esposa, dedicar un espacio de aquel edificio para la oración. No será una iglesia, pero sí promoverá la palabra entre quienes asistan a una eventual invitación.

Iniciativas que han sido milagros

En cada planta de aquel edificio funciona algo distinto, atravesando puertas se encuentran escenarios productivos de diversa índole. En un lado funciona la zona de corte y confección. Se hace desde ropa infantil hasta uniformes de dotación para el sector industrial. En otro espacio funciona una escuela de gastronomía, en otro una escuela de música en donde se advierten todo tipo de instrumentos musicales y un poco más allá está un estudio de grabación para radio. Sin embargo, el personal es escaso y es que trabajan por contratos que logra La Red con el sector privado u oficial según el caso. “Nos gustaría poder contratar a más personas, entrenarlas y darle un empleo pero en algunos frentes no hay una demanda constante por lo que solo contratamos si nosotros tenemos igualmente un contrato por ejecutar”, explica el presidente de La Red. De manera permanente allí solo trabajan cerca de 20 personas. En  otras áreas productivas lo hacen casi por temporadas y enfocadas puntualmente a una demanda inmediata, producto de una solicitud directa y garantizada por un contrato entre La Red y alguna empresa.
“Hemos logrado un proyecto en el que buscamos generar una vida digna y para ello la persona tiene que tener un empleo, entonces buscamos crear una fundación a través de la cual desarrollar empresas con la gente y llevando con ellas fundamentos que impliquen a Dios”, agrega Marlo.
En medio de la constante búsqueda de empresas y aliados estratégicos para sostener el proyecto y sus actividades, un día, un empresario le reveló cierta información que le sirvió de salto para continuar avanzando de la mano con las personas, especialmente mujeres cabeza de familia que han ayudado a extender La Red. Este empresario le dijo que estaba importando trimestralmente de China un millón de lazos para saltar, los cuales distribuye a través de los canales apropiados. Esta inquietud se convirtió en convenio, razón por la cual ahora ese mismo empresario importa cada vez menos lazos de China y se los encarga a la Fundación La Red. Algo parecido ha ocurrido con la elaboración del collar para mascotas y cordones para zapatos. A partir del desarrollo de esa industria del trenzado pudieron surgir más iniciativas como la escuela de gastronomía, la escuela de música y el centro de confecciones.
Cada área vive su proceso de lograr el patrocinio para que el tema se transforme en un plan real de responsabilidad social por parte de las empresas, apoyando cada tema. Sobre cada uno de éstos, una madre que empezó por el aprendizaje de la elaboración de las mallas, lazos y confección ha podido incursionar pagando niveles de gastronomía hasta querer llegar a ser chef y en algunos casos hasta involucrar a uno de sus hijos en la escuela de música. “Yo llevo cinco años acá y lo que he aprendido ha sido una bendición para mí”, comenta María mientras hace nudos en la zona de trenzado.
La participación de profesores en las escuelas también tiene un aspecto social y es que cada maestro dona parcialmente un número de horas de sus módulos de enseñanza o cobra menos el valor de la hora que en otras instituciones donde labora. También se trata de un perfil especialmente seleccionado, que comparta la filosofía de La Red.
A juicio de sus directivos falta un 20 por ciento para que la fundación alcance la meta ideal que es la de replicar el modelo en otras ciudades y para ello se requiere un nuevo factor humano, experto en lograr más y nuevos recursos. “Han venido personas a ofrecernos la posibilidad de traer recursos importantes en dinero, pero finalmente terminan pidiendo el 50 por ciento o más por tal o cual suma… y eso, primero no es legal porque hablamos de donaciones, no es lo que buscamos, lo que se busca es que sea alguien que comulgue con la fundación que actúa para y en beneficio de la comunidad”.
Todo este tejido ha sido arduo y no exento de obstáculos. Los propietarios del edificio en donde funciona la fundación decidieron un día aumentar el canon de arrendamiento en un 50 por ciento, aumento que exigía con retroactividad después de cinco años, situación que terminó en conflicto legal y que La Red perdió, teniendo que pagar 60 millones de pesos, un dinero que estaba destinado como base para nuevos proyectos sociales y que por ahora tendrán que esperar un tiempo más. VNC

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