“El entusiasmo que levanta el nuevo beato va más allá de los católicos”

Un millón y medio de fieles asistieron a la beatificación de Juan Pablo II

DARIO MENOR. ROMA | Durante tres días, la universalidad de la Iglesia católica ha sido evidente a los ojos del mundo. La ceremonia de beatificación de Juan Pablo II, la vigilia que le precedió y la misa de acción de gracias con que se cerró su ascenso a los altares convocaron a fieles de todo el planeta en Roma. Recorrer la elipse que forma la Plaza de San Pedro del Vaticano y sus alrededores suponía dar una pequeña vuelta al mundo.

Decenas de idiomas, razas, banderas y fisonomías diferentes se podían ver y escuchar en su interior. La mayoría de los presentes, como se esperaba, eran polacos. Se calcula que alrededor de 100.000 compatriotas de Juan Pablo II acudieron a la beatificación. También destacaba entre los peregrinos el gran número de españoles. Las hermanas extremeñas María del Mar y Ana eran dos de las fieles llegadas desde nuestro país. “Hemos seguido el ascenso a los altares de Juan Pablo II a lágrima viva. No podíamos dejar de llorar de la emoción”, cuenta María del Mar. “Nos dio hasta hipo de tanto llorar”.

A su lado, su hermana dice que está segura de que dentro de poco tiempo tendrá lugar la canonización del Papa polaco. “Muy pronto lo harán santo. Es que ya lo es, se veía claramente”. Al preguntarle si volvería a Roma cuando se celebre la posible ceremonia en la que Karol Wojtyla ascienda el último escalón hacia la santidad, tanto ella como sus acompañantes, todos miembros de la peregrinación que han organizado las diócesis extremeñas, dicen emocionados: “Por supuesto”.

Joaquín Gil, otro de los fieles de este grupo, lamenta que Benedicto XVI haya tenido que recordar en su saludo a los españoles las raíces cristianas de nuestro país. “Es terrible la labor destructiva que algunos están llevando a cabo en nuestra sociedad para desposeerla de sus pilares, uno de los cuales es sin duda el cristianismo”, sostiene.

María del Mar matiza sus palabras: “El entusiasmo que levanta Juan Pablo II va más allá de los católicos. En mi trabajo, cuando conté que venía a la beatificación, algunos de mis compañeros, que ni siquiera son creyentes, me dijeron que les daba mucha envidia y que a ellos también les hubiera gustado venir. El nuevo beato despierta sentimientos entre todo tipo de personas, sin importar casi su fe”.

‘Souvenirs’ del nuevo beato

Pese a la muchedumbre y a lo heterogéneo de ella, los tres días transcurrieron sin incidentes de importancia. La ciudad de Roma y el Vaticano mostraron otra vez su gran habilidad para gestionar eventos multitudinarios. Además de los propietarios de hoteles y restaurantes, los dueños de tiendas y puestos en los que se vendían souvenirs de Juan Pablo II también hicieron el agosto con la beatificación. Ofrecían todo tipo de objetos a precios desorbitados.

Sin embargo, el recuerdo más original lo lucieron un grupo de hombres y mujeres de Camerún. Se presentaron en la misa de acción de gracias con vestidos y camisas en los que estaba estampada decenas de veces la imagen del tapiz desvelado en la beatificación con la foto del nuevo beato.

En el número 2.752 de Vida Nueva.

ESPECIAL BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II

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