La Semana Santa mexicana revivió su otro vía crucis

Decenas de cadáveres en varias ‘narcofosas’ extienden el horror por todo el país

PABLO ROMO. MÉXICO D.F. | “La tragedia humanitaria que estamos viviendo en el noreste de México, que salvo sus peculiares características no dista mucho de lo que se vive en el resto del país, no puede pasarnos desapercibida”. Cientos de fieles escuchan en la catedral de Saltillo a su obispo, Raúl Vera, en la homilía del Domingo de Resurrección en medio de un dolor desconcertante, mientras decenas de cadáveres aparecen en fosas clandestinas en los Estados del noreste: Tamaulipas, Coahuila, Durango y Nuevo León.

Padres y madres desconsolados buscan a sus hijos entre cadáveres putrefactos en los refrigeradores de las morgues locales. “¡Ha resucitado! ¿Por qué buscan entre los muertos a Aquel que ha resucitado?”. La homilía eslabona la vida de esos familiares. “¡Jesús ha resucitado! ¿Dónde están nuestros desaparecidos?”.

“Hoy varios territorios de nuestros Estados fronterizos se han convertido en ruta de la muerte –lamenta el prelado en su Mensaje de Pascua–, en el actual Vía Crucis donde los secuestros, ejecuciones y el desplazamiento forzado, son una realidad inobjetable”.

Son ya 96 los cuerpos hallados en dos fosas clandestinas en la capital del Estado de Durango, y las autoridades esperan encontrar en las próximas horas una tercera fosa con más cuerpos. Aunque han vuelto a prometer “castigo a los culpables”, los cadáveres del crimen organizado y la impunidad (“no pagaron, no cooperaron, tienen que morir”) siguen multiplicándose.

En San Fernando (Tamaulipas), fueron hallados en plena Semana Santa 183 cuerpos en fosas semejantes. El mismo municipio donde en agosto de 2010 eran asesinados 72 migrantes, en su mayoría centroamericanos, un hecho que se dijo que “nunca se repetiría”. Hoy, sin embargo, aquel horror se multiplica por tres, porque, si bien las autoridades federales y estatales aseguraron a la población “tranquilidad y paz” con la presencia del Ejército, a principios de abril comenzaron a destaparse nuevas fosas con cadáveres recientes.

Se multiplican los sospechosos y “ya hay varias decenas de detenidos que han asumido su culpabilidad”, dicen las autoridades, mientras no pocos cuestionan la legalidad del régimen en que se hallan y se habla de que la tortura ayuda a encontrar responsabilidades. Entre ellos hay 16 policías, acusados de encubrir presuntamente a miembros de Los Zetas, antiguos militares entrenados en los Estados Unidos que siembran el terror por el país.

Denuncia profética

Mientras tanto, no sin temor a represalias, el todavía obispo de Matamoros y próximo titular de Querétaro, Faustino Armendáriz, exhortaba: “No tengan miedo”. Repetía así las palabras del siervo de Dios Juan Pablo II, cuya inminente beatificación ha acaparado los espacios televisivos, eclipsando los horrores del país.

Y es que las narcofosas descubiertas nos recuerdan los secuestros masivos de migrantes y el “holocausto” que vivía esta gente, denunciados por el padre Pedro Pantoja. Sus proféticas palabras se hacen realidad a medida que se van desenterrando cadáveres de quienes buscaban el “sueño americano”.

En el nº 2.751 de Vida Nueva (artículo completo para suscriptores).

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