Benedicto XVI recibe las credenciales de Mª Jesús Figa López-Palop

El Papa recuerda a la nueva embajadora de España que no se puede denigrar la religión

ANTONIO PELAYO. ROMA | El sábado 16 de abril a las 11:00 h. tuvo lugar la presentación de las cartas credenciales de la nueva embajadora de España ante la Santa Sede, María Jesús Figa López-Palop. Sucede en el cargo a Francisco Vázquez y Vázquez, que, después de cinco años de valiosísimos servicios, ha regresado a La Coruña, ciudad de la que fue alcalde durante 23 años consecutivos. [Discurso íntegro de Benedicto XVI al recibir las cartas credenciales de Mª Jesús Figa]

La Santa Sede procedió con una rapidez inusitada a fijar la fecha de la ceremonia de credenciales (la embajadora había llegado a Roma el 13 de abril), que habría sufrido, en caso contrario, un retraso considerable, impidiéndole, así, estar en funciones durante la Semana Santa y la beatificación de Juan Pablo II.

La ceremonia fue tan solemne como acostumbra el protocolo vaticano. La embajadora, a quien acompañaban su esposo, dos hijos y otros familiares, más el personal diplomático de la Embajada, fue recogida en el Palazzo di Spagna por dos gentilhombres de Su Santidad, Francesco Pacelli y Corrado Ruggieri, que la condujeron hasta el Palacio Apostólico. En el Patio de San Dámaso le rindió honores un piquete de la Guardia Suiza, y, llegada a la segunda loggia, salió a su encuentro el prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Harvey, en cuya compañía se dirigió hasta la Biblioteca Privada de Su Santidad.

Quince minutos a solas

Benedicto XVI, acompañado del responsable de la Sección Española de la Secretaría de Estado, monseñor Fernando Chica, recibió las cartas de acreditación, y entre sonrisas se intercambiaron los textos escritos de sus discursos. Después de permanecer algo más de un cuarto de hora a solas, la embajadora le presentó al Papa a su familia y al séquito, y todos posaron para los fotógrafos y cámaras de televisión.

Acto seguido, y a través de las suntuosas salas vaticanas, la señora Figa se dirigió a la Secretaría de Estado, donde le esperaba el cardenal Tarcisio Bertone, con quien mantuvo otro breve coloquio privado. A las 12:30 h. todo había concluido.

Del discurso del Pontífice hay que destacar varios párrafos: “Durante mi visita [a Santiago y Barcelona] he percibido muchas muestras de la vivacidad de la fe católica de esas tierras, que han visto nacer tantos santos y que están sembradas de catedrales, centros de asistencia y de cultura, inspirados por la profunda raigambre y fidelidad de sus habitantes a sus creencias religiosas. Eso comporta también la responsabilidad de unas relaciones diplomáticas entre España y la Santa Sede que procuren fomentar siempre con mutuo respeto y colaboración, dentro de la legítima autonomía en sus respectivos campos, todo aquello que suscite el bien de las personas y el desarrollo auténtico de sus derechos y libertades, que incluyen la expresión de su fe y de su conciencia, tanto en la esfera pública como en la privada (…). Este marco en el que confluyen la misión de la Iglesia y la función del Estado, además ha quedado plasmado en acuerdos bilaterales entre España y la Santa Sede sobre los principales aspectos de interés común que proporcionan ese soporte jurídico y esa estabilidad necesaria para que las respectivas actuaciones e iniciativas beneficien a todos”.

“El comienzo de su alta responsabilidad, Señora Embajadora, tiene lugar en una situación de gran dificultad económica de ámbito mundial que atenaza también a España con resultados verdaderamente preocupantes, sobre todo en el campo del desempleo, que provoca desánimo y frustración especialmente en los jóvenes y las familias menos favorecidas (…). Quisiera destacar con satisfacción la benemérita actuación que las instituciones católicas están llevando a cabo para acudir con presteza en ayuda de los más menesterosos, a la vez que hago votos para una creciente disponibilidad a la cooperación de todos en este empeño solidario”.

“Con esto, la Iglesia muestra una característica esencial de su ser, tal vez la más visible y apreciada por muchos, creyentes o no. Pero ella pretende ir más allá de la mera ayuda externa y material y apuntar al corazón de la caridad cristiana, para la cual el prójimo es, ante todo, una persona, un hijo de Dios, siempre necesitado de fraternidad, respeto y acogida en cualquier situación en que se encuentre. En este sentido, la Iglesia ofrece algo que le es connatural y que beneficia a las personas y las naciones: ofrece a Cristo, esperanza que alienta y fortalece, como un antídoto a la decepción de otras propuestas fugaces y a un corazón carente de valores que termina endureciéndose hasta el punto de no saber percibir ya el genuino sentido de la vida y el porqué de las cosas”.

La embajadora Figa posa con su familia

No obstante, como recordó en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011, “en vez de vivir y organizar la sociedad de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia (n. 9), no faltan normas, a menudo sofisticadas, de hostilidad contra la fe, que ‘se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos’ (n. 13). El que en ciertos ambientes se tienda a considerar la religión como un factor socialmente insignificante, e incluso molesto, no justifica el tratar de marginarla a veces mediante la denigración, la burla, la discriminación e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación, pues así se viola el derecho fundamental a la libertad religiosa inherente a la dignidad de la persona humana y que ‘es un arma auténtica de la paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo’ (n. 15)”.

La embajadora, por su parte, comenzaba su discurso felicitando a Benedicto XVI por su 84º cumpleaños (que coincidía ese mismo día), en español, catalán, gallego, vasco y latín, y destacó que era “la primera mujer española que presenta sus cartas credenciales como Embajadora ante la Santa Sede. Desde que hace más de cinco siglos los Reyes Católicos Isabel y Fernando decidieran abrir una Embajada permanente ante el Papa de Roma, se han sucedido en dicha misión 158 embajadores, todos ellos varones. Hoy, por primera vez, ocupa este puesto una mujer, como un ejemplo más de la reciente evolución de la sociedad española, que ha hecho de la búsqueda de la paridad de los deberes y derechos de hombres y mujeres uno de sus principios distintivos”.

“Mi principal tarea es propiciar un diálogo positivo”

“Entre España y la Santa Sede –indicó Mª Jesús Figa– existen lazos seculares, y es evidente que una buena parte de la identidad de nuestra nación responde a sus raíces cristianas, que siguen produciendo ejemplares frutos en lo individual y en lo social. La Constitución española vigente garantiza la libertad religiosa como un derecho fundamental y el pluralismo como elemento esencial de nuestra sociedad. Asimismo, establece tanto la aconfesionalidad del Estado como el principio de colaboración con todas las confesiones, de modo singular con la Iglesia católica. Es la base de la ‘laicidad positiva’, que, por una lado, permite a ciudadanos de diferentes creencias y convicciones regirse de acuerdo con los valores constitucionales compartidos, y, por otro, promueve la cooperación de los poderes públicos con la Iglesia católica en tantos ámbitos. Esos principios son garantía de convivencia, cohesión social y colaboración de todos en aras del bien común”.

“Puedo asegurar a Vuestra Santidad –finalizó la embajadora– que el Gobierno de España mantendrá su actitud de colaboración con la Iglesia católica en todos los terrenos que redunden en el beneficio de todos los ciudadanos y que estará siempre abierto a un diálogo positivo para resolver los problemas que puedan surgir ante los cambios de nuestra sociedad. Como embajadora de España, mi principal tarea y objetivo es propiciar y colaborar en ese diálogo”.

Discurso íntegro de Benedicto XVI al recibir las cartas credenciales de Mª Jesús Figa (PDF).

En el nº 2.751 de Vida Nueva.

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir