Un acto de humildad

P. Carlos Marín

Para que la Misión Continental sea una realidad, lo primero es que todos hagamos un acto de humildad. Es reconocer que la mejor manera  de empezar es que nadie insista  en hacernos creer que estamos mejor de lo que realmente estamos. El peor enemigo de la Nueva Evangelización y de la Misión son las actitudes triunfalistas.

En otras palabras, es empezar por descubrir nuestro ser pastores del rebaño, aceptando con humildad que antes de pensar en “hacer”, lo que debe realmente preocuparnos es el “ser”, aquello que realmente somos: pastores. Si no hay humildad, la Nueva Evangelización y  la misma Misión, pueden quedarse en el papel.
Si realmente queremos encontrar caminos para llegar a los que nunca han venido, o para atraer a los que se han ido, con  humildad tenemos que reconocer que la cosa debe empezar  por nosotros mismos los sacerdotes. ¿Nos estará faltando acaso verdadera conversión, voluntad o formación como pastores? Porque no se trata de ponerse unas semanas en estado de misión, sino de vivir en estado de misión. Esa es la vocación, esa la razón de ser de la Iglesia de Jesucristo y por eso en Aparecida ella comienza con la evangelización de sí misma.
La sugerencia de algunos autores católicos en el sentido de oxigenar, rejuvenecer y ampliar el examen de conciencia en lo que se refiere a nuestro ser y nuestro quehacer pastoral, creo que tiene mucho sentido, pero, una vez más, ello no es posible sin un acto de verdadera humildad.
Ese acto de humildad debe abarcar tanto nuestra identidad de pastores como nuestro quehacer pastoral. No se trata de  lanzar juicios descalificadores. Esa no es la intención. ¿Estamos preparados para evangelizar a los hombres y mujeres de hoy dando respuestas adecuadas a sus necesidades y expectativas? ¿Qué tanta capacidad de discernimiento tenemos de los signos de los tiempos actuales? El Papa Benedicto ha usado la expresión “emergencia educativa”.
“Cómo ir a Misa y no perder la fe”, se pregunta Nicola Bux, teólogo y consultor de la Congregación de la Fe y de la Oficina de celebraciones del Papa. El título del libro puede sonar atrevido, y esto es cierto, pero creo que algún día también nosotros vamos a  empezar a hacernos preguntas que a primera vista pueden parecer fuera de tono y hasta ofensivas, pero la realidad de una descristianización progresiva acabará por convencernos  de la necesidad de hacerlas y de darles una respuesta.
Karl Rahner, unos años antes del último Concilio escribió un librito con el extraño título de “¿Tiene todavía la Iglesia alguna oportunidad?” (el original fue escrito en alemán). El autor se refiere a la Europa de su tiempo, sin embargo, las afirmaciones que hace y las preguntas que plantea tienen total validez en la América de hoy. Rectificación, innovación e imaginación son también necesarias en el ancho y complejo campo de la evangelización, pero, otra vez, ambas requieren  una buena dosis de humildad. En materia de acción pastoral podemos ser más creativos sin necesidad de apartarnos del dogma, ni del magisterio de la Iglesia, ni de la Tradición.
Contamos con un buen número de bautizados, en su mayoría pensionados, en las Misas de los domingos y con verdaderas estampidas el miércoles de ceniza, pero en el seno de las familias, en las oficinas, en los consultorios, en las calles y avenidas los que viven su identidad cristiana no son muchos.
La Misión Continental no consiste en un simple programa o proyecto de visitas a las familias de la parroquia, ni en aumentar el número de misas, sino en “ser nuevos”, reflejo de un verdadero espíritu de conversión pastoral. Si el Documento urge la renovación de las parroquias, es lógico concluir que está hablando a los párrocos y a “los sacerdotes que están al servicio de ella”, DA 201.
Para ello es necesario haber sido formados para actuar como auténticos pastores del nuevo Pueblo de Dios con voluntad y certeza de que podemos, desde luego con la gracia de Dios, y de que el Señor y la Iglesia quieren, nos piden, y esperan que lo hagamos. “Id y evangelizad”, “Yo estaré con vosotros hasta el fin…”
Hay escasez de vocaciones, es cierto. El aumento de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa es crucial para la Iglesia. Pero también lo es la formación como pastores.
Tanto “Os daré pastores” como Aparecida hablan de un proceso integral, orgánico y permanente que comprenda el anuncio kerigmático y las dimensiones espiritual, intelectual, humana comunitaria y pastoral misionera. Quizás para hacer un doctor no se necesite tanto. VNC
FOTO: VNC

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