Edgar Iván Pinzón

Profesor, músico y gestor cultural

Dice haberse convertido en una cabra pedagógica, porque durante los últimos años en Bogotá se la ha pasado  de montaña en montaña. Como docente del distrito ha enseñado en Potosí, Ciudad Bolívar, en el sector del Codito en Usaquén y después en San Cristobal, Suba. Tres puntos extremos de Bogotá en los que se ha desempeñado como profesor, gestor cultural y músico. De hablar suave y pausado, admite que cierto grado de inseguridad en sí mismo, le ha planteado muchos de los desafíos gracias a los cuales ha salido airoso en medio de la escasez en entornos deprimidos de una ciudad como Bogotá.

Es licenciado en pedagogía musical de la Universidad Pedagógica Nacional, ha pasado por diversas instituciones tanto privadas como distritales. Tuvo que vérselas en más de una ocasión discutiendo con propietarios de colegios que fungen como rectores y no son educadores y menos pedagogos. Por haberse convertido en padre sin casarse lo expulsaron de otro colegio con el argumento de faltar a la ética y a la moral.
Ha renunciado a instituciones donde económicamente le pagaban mejor para irse a abordar proyectos menos remunerados pero con mayor rentabilidad para el alma y para la sociedad.  Así fue como llegó al Instituto Cerros del Sur (ICES) donde inició lo que a su juicio ha sido una de las etapas más importantes de su vida. Fue por información de un colega y amigo que ingresó en 1997 a trabajar en las tardes y en la noche a este colegio sin muros, sin timbre, sin un manual formal de convivencia en uno de los sectores más conflictivos y deprimidos de la capital colombiana, Ciudad Bolívar. Allí en aquel colegio, solo eran  los alumnos y el profesor. Así, Edgar encontró un tesoro pedagógico. “Era más un proyecto social de educación popular, algo que no había encontrado hasta entonces… con unos cuantos recursos públicos bien manejados se lograron resultados evidentes; cuando yo llegué a ese colegio eran solo casetas prefabricadas”.  “El día que me sentí realmente graduado como profesor fue una noche de graduación en que los muchachos una vez que recibieron su cartón, nos entregaron un diploma en pergamino en donde ellos nos agradecían nuestra labor”.
Siete años de su vida invirtió hasta lograr junto con todo el equipo docente levantar una institución cuyo capital más importante ha sido el humano, más que las nuevas instalaciones. “Ahora mismo y paradójicamente en esta administración de la ciudad el suministro de los pocos recursos del Distrito se suspenden, no se entiende y sí afecta un proceso”.
Aparte de la dinámica académica que ha llevado en los colegios, Edgar ha dedicado parte de su tiempo a actuar como gestor cultural, músico y cantante, hizo parte de Humanarte, una casa cultural de Ciudad Bolívar, cuyas sedes lamenta que estén quedando en el abandono. Conformó coros en la misma localidad. Su contacto con adultos, jóvenes y niños de todas las edades y condiciones vía la música le sirvió también para grabar su primer compacto con composiciones musicales folclóricas.
A raíz de ese trabajo musical ingresa a la red Teoartística y a Kaired, iniciativas de carácter cristiano y social que aglutina a autores de expresiones artísticas de esta naturaleza y las promueve en sectores populares como una de varias líneas de acción de la Corporación Kairos Educativo, organización a cargo de Fernando Torres junto con otros profesionales que logran recursos internacionales para proyectos de este tipo.
Hoy Edgar prepara su segunda producción musical en la que incorporará un tema titulado Minga de la esperanza, compuesta en 2006 y producto creativo de quienes conforman Teoartísitca y que han adoptado como himno de esta red. VNC

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