Monjas que se mojan

Una comunidad de carmelitas vedrunas dinamiza la vida de una barriada marginal en Badajoz

JOSÉ LUIS PALACIOS | En la barriada pacense de Suerte de Saavedra habita una pequeña comunidad de las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna. Son tres vecinas más entre los 8.000 habitantes de una zona urbanizada en 1984 para realojar a personas desplazadas de otros núcleos marginales de la ciudad. El Cerro de Reyes, arrasado por la riada de 1997, que se cobró la vida de 21 personas, se encuentra al otro lado del Rivillas, afluente del Guadiana.

De izq. a dcha., Pilar, Paloma y Nieves

Las religiosas de la provincia, compuesta por parte de Castilla y León y Extremadura, decidieron crear una comunidad de inserción en medios populares en Badajoz. Al habla con el entonces obispo Antonio Montero, optaron por Suerte de Saavedra, un barrio olvidado en el que no había ninguna presencia de religiosos. Respondieron afirmativamente a la llamada de la congregación cuatro hermanas, aunque hoy permanecen Paloma Castro, quien había pedido acercarse a su Cáceres natal, y Nieves Aguadero, que, recién realizados los votos, también había expresado su deseo de insertarse en un medio como en el que había nacido y crecido (Los Pizarrales de Salamanca). Pilar Cuevas, procedente de Valladolid, llegó hace siete años.

La primera ubicación de la comunidad estaba “más bien a las puertas” del barrio,. Habían llegado con la simple intención de “caminar al lado de la gente, con ellos y como ellos, llevar su misma vida, pasar por sus mismos percances…, y llegar hasta donde fuera posible”. Apenas dos semanas después de instalarse, en aquel fatídico año de 1997, les sobrevino un bautismo de desolación y muerte, provocado por la inundación. El desbordamiento de los afluentes del Guadiana que borró Cerro de Reyes se dejó sentir, aunque con menos saña, en la vivienda que acaban de habitar.

Fue como si aquella noche de noviembre, llena de angustia por la crecida insaciable del agua y de gritos desesperados e impotentes en medio de la amenazante oscuridad, les dijera, por si quedaban dudas, que, en lo sucesivo, su destino en el barrio iba a ser “mojarse” hasta el fondo.

En cuanto pudieron, dejaron las afueras, “donde vivían los ricos”, para habitar en el corazón de la barriada, a escasos metros de la Parroquia de San Pedro Álcantara. Las necesidades de una población joven, pero castigada por años de abandono administrativo y falta de oportunidades, les salían al encuentro. Las catequesis se quedaban cortas, había que intentar buscar soluciones de modo conjunto a problemas comunes. “Había muchos niños en la calle, muchos jóvenes sin horizonte laboral o educativo, así que lo primero era acercarse a ellos para escucharles y ver qué se podía hacer entre todos”, cuenta Nieves Aguadero.

De ahí nació el Grupo Joven de Suerte de Saavedra, que reúne hoy a cien chavales en torno a sus actividades de ocio y tiempo libre, apoyo al estudio y educación de calle; cuentan con un equipo de monitores, algunos de ellos, menores que se apuntaron por hacer algo y que, ya crecidos, están dispuestos a entregarse a los demás, como en su día hicieron otros por ellos.

Urgían respuestas sociales para toda la familia, si querían que el trabajo con ellos no cayera en saco roto. Desde un principio, las vedrunas apostaron por reforzar la Cáritas parroquial y por procesos comunitarios entre iguales.

Empezaron con la alfabetización, la adquisición de habilidades sociales, la destreza en la costura y, ante la demanda de mejorar la empleabilidad de los padres y madres de las familias jóvenes, durante dos años se impartieron talleres de formación laboral, que en 2001 acabaron desembocando en la creación, cuenta Paloma, de una “cooperativa de recogida de aceite usado, Coraex”, por la que han pasado 25 trabajadores con situación laboral regularizada y que hoy da trabajo a cuatro familias, bajo la responsabilidad de una mujer de Suerte de Saavedra, casada e integrante de Cáritas. La empresa social recoge aceite usado en casi 1.500 puntos de la provincia y envía 25.000 litros a una planta procesadora de Cataluña.

Además, se abrió un campo de acción lleno de posibilidades con las madres y padres de los menores del Grupo Joven. Algunos de sus mayores se configuraron como “Equipo de Apoyo” movilizado para las excursiones y campamentos. Después de cinco años, en una crisis económica sin precedentes que recrudece aún más la dura realidad del barrio, se crea la asociación “La Vereda Extremeña” para ofrecer nuevas oportunidades laborales con el reciclado de ropa y la elaboración de jabón artesano. Desde octubre de 2009, cuatro mujeres vinculadas al “Equipo de Apoyo” han encontrado ya una ocupación remunerada, y otras tantas esperan que el proyecto se desarrolle para incorporarse.

Red social

El acompañamiento de familias con hijos en prisión o en el laberinto de las drogas, en una zona donde el paro afecta al 60% de la población, resulta también una prioridad que recae más especialmente, si se puede hablar así de una comunidad bien avenida, en Pilar Cuevas, la religiosa de mayor edad, implicada en el Proyecto Vida, la versión extremeña del Proyecto Hombre.

Pilar también coordina un taller de arreglos de ropa en los locales parroquiales con el que las mujeres del barrio logran un pequeño ingreso. “No podemos ir solas si queremos llegar a las familias y a la red social. Siempre hemos procurado mantener contacto con las escuelas y los distintos colectivos del barrio para que, entre todos, generemos cauces de participación para la gente”, comenta Nieves, miembro de la junta directiva de la Asociación de Vecinos y dedicada especialmente a los programas de educación y promoción.

“Nuestra inserción ha ido siempre en la línea de integrarnos en los movimientos de participación que existieran en el barrio y la ciudad a favor de la justicia, y así surgió la colaboración”, comenta la más joven de las tres hermanas.

A pesar de su incansable labor, la realidad desborda sus capacidades. Precisamente ahora, los diques de contención se resquebrajan por el recorte de las ayudas públicas. Pero ellas se mantienen porque “saben que el Reino de Dios está aquí, fuerte como la caricia de Dios a cada uno de nosotros, cercano como el Padre entrañable, amigo de la vida que hace que nuestra esperanza no solo se mantenga, sino que crezca cada día”.

Al fin y al cabo, la dedicación a los demás es lo que las hace felices. Lo explica Paloma: “Cuando yo ingresé en la congregación, todavía se vivía demasiado metidas entre paredes. Por mi hermana misionera en Colombia tenía noticias de que las cosas estaban cambiando, de que los hábitos dejaban paso a los vaqueros… Pero fue en Pizarrales donde yo me hice mujer y religiosa, y es ahora, en Suerte de Saavedra, donde me siento muy feliz, muy integrada entre la gente sencilla y muy unida a ellos, porque todos los días aprendo de ellos”.

Para Pilar Cuevas, que de pequeña soñaba con irse “en un caballo blanco a la India o a cualquier lugar donde había oído que había misioneras”, y que da salida a esta inquietud con viajes esporádicos a El Salvador, Honduras o Haití, Suerte de Saavedra representa la oportunidad de cumplir con su visión de que la Vida Religiosa ha de estar “dedicada a los más necesitados”.

“Tenía claro qué tipo de Vida Religiosa quería; yo la había conocido en el barrio donde nací y lo veía de lo más normal. Mi deseo era consagrarme para hacer realidad el texto que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor”, confiesa Nieves.

No obstante, admiten, en una declaración que suscriben al unísono, que el reto permanente es “mantener la utopía, la fe de que la vida de este mañana, de ayer, de hoy y de siempre vale la pena, y hacer que la dignidad brote”. “El testimonio de vida de tantos santos reconocidos y de tantos sin reconocer, la Palabra viva de Jesús encarnado, reposada diariamente, hace que la esperanza, la vela de la luz, no se apague”.

En el nº 2.750 de Vida Nueva

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