El esplendor de amar. El Padre, el Hijo y la Alegría de Dios

Un libro de Eloy Bueno (Monte Carmelo)

JOSEP M. ROVIRA BELLOSO | Hermoso libro. Sobre todo por su contenido, que se lee con fruto y apasionamiento de la primera a la última página, gracias a que su autor persevera en la práctica del estilo narrativo que fluye de la estructura de su libro: una historia narrada, vivida y pensada. Escribir sobre la Trinidad hoy es muy diferente que escribir cuando Rahner desencalló los estudios trinitarios hacia 1950. Hoy, como en la larga época de los Padres de la Iglesia, los textos sobre Dios, Padre, Hijo y Espíritu han de tener una dimensión religiosa clara: han de ser teología espiritual. Eso es este libro.

Cuando digo “teología espiritual”, no me refiero al campo “devocional”, “piadoso”, como si rebajara con el adjetivo “espiritual” el rigor teológico del escrito en cuestión. Eloy Bueno es teólogo riguroso. El adjetivo “espiritual” apunta al origen y al centro vivo de toda la vida cristiana. Dice Boulgakof: “No hay vida cristiana fuera del conocimiento de la santa Trinidad” (p. 20).

Quien lea atentamente el prólogo y el capítulo primero conocerá los propósitos del autor, expresados con gran claridad. Al adentrarse en la lectura, entenderá que la “teología espiritual” supone estos puntos clave:

  1. El teólogo está centrado en Cristo: “La fe cristiana llega a hablar de la Trinidad a causa de Jesucristo, es decir, para precisar la relación que le une al Padre y al Espíritu” (p. 21). Esta relación nos lleva a conocer la infinita “anchura” del amar de Dios mismo. La humanidad de Jesucristo nos lleva a lo más íntimo de Dios: Padre, Hijo y Espíritu.
  2. El teólogo entiende a fondo textos de la Escritura que pasan inadvertidos. Así el texto de Colosenses: “Nos ha llevado al Reino del Hijo de Su Amor” (Col 1, 13), ya que en él se indica que Jesús no solo procede del Padre por “vía de entendimiento”, sino por vía de Amor. Conocimiento y amor se identifican en Dios mismo. Por eso, se identifican en la obra de Bueno. El Hijo y el Espíritu son iguales aunque distintos: el Hijo es engendrado por el Padre como tal Hijo; mientras el Espíritu, Alegría de Dios, es unitivo y extático: es Don indefinible; lo más imposible de encerrar en un concepto.
  3. El teólogo está inmerso en el mundo de los Padres de la Iglesia. Ellos prepararon los concilios del primer milenio o escriben en su luz: pensaron y amaron la Trinidad divina. Padres de Oriente (Orígenes, Basilio, Gregorio, Atanasio y Juan Damasceno) y de Occidente (Hilario y Agustín) prolongan su huella en los siglos XII y XIII, con Ricardo de San Víctor, Abelardo, Guillermo de Saint Thierry y Tomás de Aquino. Eloy Bueno transita a través de esta historia, perseverando en el método narrativo: su inmersión en cada uno de estos autores es una joya. Las exposiciones de Guillermo o de Ricardo son dos cumbres que hacen honor a estos grandes autores.
  4. El teólogo está también inmerso en la cultura actual, y de ahí saca los interrogantes críticos preñados de intuiciones teológicas, que le llevarán a pensar y escribir una teología “con” y “para” sus conciudadanos, creyentes o no.
  5. Dios es Padre, Hijo y Espíritu porque es Amor. Eloy Bueno precisa: porque es el acto infinito de AMAR. Un amor que conoce; un pensamiento lleno de amor, es la esencia de la Trinidad y la esencia de nuestro conocimiento de Dios. Así, bajan las barreras que impiden “una cierta inteligencia de la fe” en la Trinidad.

FICHA TÉCNICA

El esplendor de amar. El Padre, el Hijo y la Alegría de Dios

Autor: Eloy Bueno de la Fuente

Editorial: Monte Carmelo

Ciudad: Burgos

Páginas: 392

En el nº 2.749 de Vida Nueva (reseña completa para suscriptores).

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