Cosme Damian Vivas

El costo de traducir la palabra a otros idiomas

Cosme Damián Vivas Valencia es el gerente del Departamento de Traducción en la Sociedad Bíblica Colombiana (SBC). A su cargo está uno de los proyectos más importantes actualmente en ese organismo y es el de llevar la palabra a las comunidades indígenas de Colombia. Internacionalmente, este hombre es reconocido como uno de los biblistas mejor preparados, con maestría y doctorado de la International Cristian University, profesor de hebreo antiguo y especializado en el Antiguo Testamento (AT), ha participado en distintos proyectos de revisión y traducción de la Biblia al español y ahora a idiomas nativos.
De trato humilde y hablar tranquilo, este pastor protestante explica con sencillez y claridad a Vida Nueva lo que implica y enfrenta un traductor del texto sagrado al trasladar la palabra del hebreo, arameo y griego a idiomas minoritarios.

¿Quién necesita y por qué demanda una traducción de la Biblia?
Es una pregunta interesante porque cualquiera podría suponer que con una traducción de la Biblia es suficiente. Así fue durante mucho tiempo en el ámbito protestante castellano. Por muchos años se tuvo una sola traducción que se conoce como Reina Valera, que fue traducida inicialmente por Casiodoro de Reina, texto que se conoció como Biblia del oso y salió publicada en 1569. Después, Cipriano de Valera hace una revisión  muy amplia y esta revisión aparece en 1602,  entonces es la que se va a conocer como la Reina Valera,  por muchos años y aún hasta hoy,  así haya otras traducciones  para el pueblo cristiano protestante, sigue siendo como la traducción más aceptada, la de Reina Valera. Pero el público va cambiando, de manera que el lenguaje de esta traducción es un lenguaje que ha ido en algunos vocablos perdiendo su uso, palabras que ya no utilizamos, se vuelve pues un poco difícil para la nueva generación entenderla,  por eso hay que hacerle revisiones.
¿Cada cuánto se hace necesaria una revisión o nueva traducción?
Depende, hubo una revisión en 1909 y  hubo que esperar hasta 1960 para otra revisión, pero la de 1960 no solo va a ser revisada por Sociedades Bíblicas Unidas sino que otras entidades participan, por ejemplo en 1977 hay una revisión que hace la Editorial Clíe y luego las Sociedades Bíblicas Unidas más otras revisiones que se hicieron, decide oficialmente hacer su revisión en 1995, de manera que de 1969 a 1995 solo han pasado 35 años mientras que de 1909 a 1960 toma 51 años y los idiomas son organismos vivientes que van cambiando.
¿Se trata siempre de volver al idioma original, al hebreo para traducir nuevamente?
Toda revisión requiere de ese trabajo serio, pero es más una actualización del vocabulario en nuestro idioma, basándonos por supuesto en el hebreo y en el griego… por ejemplo, miramos el uso de las palabras actuales en el idioma en que ya está traducido, pero siempre basándonos en el hebreo, arameo y griego. Pero el énfasis de la revisión está en ponerla en un lenguaje más del momento, que pueda la generación actual comprender, un cambio de palabras,  a veces el hecho de traducir modismos, eufemismos que no se entienden,  de manera que lo importante es que la  Biblia pueda ser entendida por la gente que la lee, porque Dios entregó la Biblia a la gente no para ponerla a adivinar qué quiso decir, sino para hablarnos claramente sobre lo que Él quiere que nosotros conozcamos.
¿Quién o cómo avala tal o cual traducción o revisión?
Las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU). De hecho, no van a aparecer los nombres de las personas que intervinieron en la revisión.
¿Qué público es el que hoy pide revisiones o traducciones de la Biblia?
La misma comunidad, la gente, en este caso el público latinoamericano que lee Reina Valera y va a expresar que le es complicado entender el vocabulario de Reina, la sintaxis de Reina porque  la traducción de Reina Valera tiene un principio de traducción que se llama formal o literal donde lo que predomina es la forma. Entonces, el traductor que en este caso fue Casiodoro de Reina va a procurar pasar del hebreo, arameo y griego al español esa sintaxis de aquellos idiomas y por eso a veces cuesta trabajo entender un párrafo, porque se priorizó la forma y se intentó que así como aparece la sintaxis del hebreo pasara al castellano y esa sintaxis no es igual a la nuestra. Por ejemplo en el hebreo el orden de una oración construida es verbo, sujeto, objeto directo y objeto indirecto, mientras que en el castellano en lugar de empezar por el verbo, empieza por el sujeto, ese tipo de estructura le cuesta al lector entenderla, así que van a requerir otro tipo de traducción que tenga una sintaxis y vocabulario que sea más afín con su tiempo. Por eso las mismas Sociedades Bíblicas Unidas van a patrocinar traducciones como “Dios habla hoy” que es una traducción en un lenguaje más popular. Luego se descubre que aún esa traducción fácil de entender  todavía no está al alcance de un adolescente, de un niño o de quienes tienen al español como segundo idioma, de modo que aparece otra traducción hecha por las Sociedades Bíblicas Unidas que se conoce con el nombre de Traducción al Lenguaje Actual, ahora, la Sociedad Bíblica de España, que también es miembro de Sociedades Bíblicas Unidas ha hecho una nueva traducción de la Biblia que se llama “La Palabra” y que tiene un lenguaje para un público diferente, con un nivel  académico un poco más alto.
En  idiomas tan especiales como los indígenas, ¿a qué se enfrenta realmente un traductor como usted?
No solamente al idioma indígena, a cualquier idioma; hacemos la traducción de un texto antiguo escrito a su vez en idiomas diferentes al nuestro. Digamos, el AT es en hebreo antiguo, un hebreo que casi se extingue, que casi deja de hablarse para convertirse en idioma casi muerto, pese a que hoy se habla hebreo y revivió con la llegada del pueblo de Israel a su tierra, pero hablamos de un texto muy antiguo, de idiomas también diferentes que tienen sus propias características y estructura, de modo que puede haber palabras en el arameo o en el griego que tengan una connotación muy especial… y  que no encontremos palabras equivalentes en castellano o no se encuentren como por ejemplo en el nasa yuwe, idioma de nuestros indígenas paeces o al wayuunaiki que es el idioma de los Waayú en la Guajira. Se cree que más o menos hay unas 100 etnias aborígenes en nuestro país, entonces cada idioma tiene su particularidad y estructura y hay palabras que no existen… ¿qué hace el traductor?  Éste tendrá que optar o por un préstamo de la palabra o tratar de hacer una glosa de la palabra para que la gente la comprenda. Un ejemplo que cité recientemente: para los Nasa no existe la palabra “verid” en hebreo que se traduce por alianza o pacto. Ellos no tienen una palabra que tome ese concepto y le dé el sentido que tiene, por eso optan cada vez que aparece la palabra  “verid” en escribir “ponerse de acuerdo dos”, no hay otra palabra, o tendrían que hacer préstamo del castellano y colocar la palabra “pacto” o “alianza” y luego una notita abajo que le indique al lector que eso es “ponerse de acuerdo dos”. Hay casos con objetos, donde en la cultura receptora no existe el objeto… y la palabra tiene que ser comprendida por el lector como si esa palabra se hubiera escrito en nasa yuwe o en wayuunaiki o en español directamente. Por ejemplo, si una comunidad no conoce el trigo, pues no sabe qué es pan… por  lo menos pan de trigo, pero tendrá en su cultura algún elemento que será base de su alimento… de manera que es probable que el traductor tome ese elemento o producto y digamos que lo que existe es el ñame como base de alimentación, entonces, se optará por traducir en lugar de pan… ñame o torta de ñame y explicar que en el idioma original se refiere a otro producto o simplemente toma la palabra “pan” y hace una nota aclaratoria, en donde se informa que era un alimento cotidiano para muchas culturas como la nuestra, es algo que el traductor enfrenta, y no solo con objetos. En ocasiones son  gestos, por ejemplo, en la Biblia está el gesto de menear la cabeza. Puede ser que en una cultura este gesto no signifique exactamente lo que significó para la cultura judía, para nosotros puede significar el asentir en tono de aprobación o estar de acuerdo o de negativa o manifestando la duda, depende cuál es el gesto que se haga con la cabeza: de arriba hacia abajo o de un lado a otro, o si la inclino a un lado es como una pregunta… de modo pues que si un lector no conoce qué significaba ese gesto en esa cultura podría resultar diciendo como en la crucifixión de Jesús cuando dice que “algunos pasaban y meneaban la cabeza” podría entender que algunos pasaban y decían: “se lo merecía…” o que otros pasaban y manifestaban con su cabeza: “no merecía eso”, o que otros pasaban y se preguntaban con la cabeza: “quién sabe qué hizo”, pero, finalmente lo que significa en esa cultura es: burlarse, despreciar a alguien… Entonces si no se conoce eso, puede hacer una mala interpretación de ese gesto, de modo que allí el traductor tendrá que explicarlo o emplear desde esa cultura un gesto equivalente.
El conocimiento del biblista va mucho más allá  de los idiomas…
Claro, uno como biblista traductor, tiene que apoyarse en otros expertos. En este caso un antropólogo bíblico sería el más indicado para esas circunstancias. Por supuesto uno estudia la cultura, pero el antropólogo va a ser clave, por eso a la traducción de la Biblia se deberá incorporar al equipo, profesionales de disciplinas complementarias como lo sería un arqueólogo, un lingüista, un teólogo, entre otros, para tener una visión más amplia del trabajo.
¿Cómo es una bella traducción?
Una de las cosas que debe tener precisamente una traducción bella es que no huela o no se advierta en el texto que es una traducción. Entonces uno de los principios de las traducciones es que cuando se lea el texto parezca o haga creer que fue escrito originalmente en ese idioma… ahí se nota la cualidad de una buena traducción, que procura ser también un idioma literario, que es lo que procuró Reina Valera pero que hoy en día muchos no la pueden entender. En la época de Casiodoro Reina su traducción era hermosa, de tal manera que junto con El Quijote, era algo muy enriquecedor en términos idiomáticos, otro tanto con Martín Lutero con el alemán.
¿Cuál es la rentabilidad de las traducciones?
Para una editorial no es rentable, por decirlo así, traducir un libro donde escasamente 3000 personas lo van a leer. La Biblia se traduce sin importar el número de lectores porque lo que importa es llevar la palabra a esa comunidad; que se encuentre con el Dios de la palabra, que transforma la vida, que le da sentido y la dignifica.
Es el número de almas conquistadas entonces…
Exactamente, por ejemplo, estamos en la traducción del nasa yuwe. Es una comunidad cercana a las 400 mil personas y no todas saben leer. Sabemos que al terminar esa traducción la inversión que se ha hecho, no se va a recuperar y si se recuperara su retorno tardaría muchos años.
¿La inversión económica en estos casos es de qué orden?
Estamos hablando para unos gastos generales de una inversión de 120 millones de pesos por año y si la traducción del AT se lleva entre 10 y 12 años para hacer esa traducción, hablamos de más de 1.000 millones de pesos para hacer esa traducción. El caso de los Wayuu, que entre Colombia y Venezuela son cerca de 600 mil personas, de todas formas las comunidades indígenas no tienen una gran facilidad económica de adquisición. Allí sabemos que si se recuperase la inversión, tardaría muchos años, pero el ánimo de las Sociedades Bíblicas no es ese. El anhelo es que la gente pueda leer la palabra en su propio idioma.
Frente a los vecinos ¿qué tanto se avanza en Colombia en la difusión de la palabra entre comunidades nativas?
En otros países tienen mucho más trabajo que nosotros, por ejemplo en Perú el trabajo es bastante grande por cuanto sus comunidades indígenas son mucho más numerosas; en Bolivia también tienen un muy buen trabajo de traducción a idiomas nativos, acá estamos empezando quizá por el hecho de que: uno, las comunidades solían leer la Biblia en español, aunque no fuera su idioma… y eso no nos motivó mucho a hacer la traducción. Lo otro es que hubo otras entidades como el Instituto Lingüístico de Verano que empezaron a hacer traducción del Nuevo Testamento en varios lugares. Eso en principio hizo que la SBC no incursionara mucho en la traducción, pero hoy en día hay otras entidades haciendo traducción y la SBC detectó una necesidad más puntual  en este sentido y lo que ha caracterizado nuestras traducciones es que prepara y emplea nativos para que hagan su traducción y no como en otros casos en los que se envía a alguien a aprender el idioma indígena y cuando lo aprende entonces hace una traducción. Nosotros preferimos que lo haga un equipo indígena como algo propio. VNC
TEXTO: J. DE FRANCISCO
FOTOS: HUMBERTO PINTO

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