Carlos Eduardo Betancur

El misionero… el librero

“Una amalgama de encuentros, con personas y personajes, lecturas y vivencia religiosa muy personal en una época de dura transición, el paso de la década de los setenta a los ochenta, una interfase corta pero profunda y problemática de carácter generacional”.

Sin antecedentes familiares de otras vocaciones religiosas, esa combinación de circunstancias descritas por Carlos Eduardo Betancur es la que provocó en él su deseo de convertirse en religioso misionero y librero apasionado.
Esas dos columnas vigentes en su vida las encontró siendo muy joven en la Congregación del Verbo Divino. “Desde niño me sentí muy bien entre libros, hay una cierta vocación de librero en mi vida en el sentido tradicional de lo que fue esta profesión, hoy en desaparición, pues tenemos vendedores de libros, no libreros”.
Sin embargo esa gran afición tuvo que supeditarla a un segundo interés mientras estuvo como misionero en Brasil, donde permaneció durante 12 años y en donde pudo entender las raíces culturales del ser latinoamericano. “Etapa en grado sumo productiva para afianzar mi vida de fe cristiana. Redescubrí las matrices indígena y afro de nuestro mestizaje, sus conflictos y sus procesos inacabados”.
Su regresó a Colombia fue un reencuentro con el mundo de los libros. La oportunidad estaba allí. Abrazó sin dudarlo la ocasión de asumir la dirección de un barco cultural para no solo mantenerlo a flote en las aguas de la industria editorial sino llevarlo a buen puerto y para ello, se necesitaba de un comandante apasionado por el tema como él. “El sello editorial Verbo Divino, cayó como anillo al dedo, tocaba algo profundo que latía dentro de mí. La editorial tiene un fondo fantástico no sólo por la calidad de sus títulos, sino por lo que llegó a constituir en el universo del libro religioso académico y de investigación”. Sin mucha experiencia empresarial especializada, determinación fue la que le sobró para asumir el desafío. “Imprimirle mi carácter de librero pretencioso, a veces inmaduro, pero soñador. Definí criterios para seleccionar lo que creo debe interesar al público lector culto del área del libro religioso en el sentido académico”.
Hoy, después de seis años, más que un balance comercial hace uno personal de su experiencia. “Años de aprendizaje, aprender a distinguir calidades de literatura, de autores, de sellos editoriales, los gustos, tendencias y sobre todo a tener una cierta idea de quién lee en la Iglesia en Colombia y qué lee, una muestra bastante interesante. Nuestras Librerías son un termómetro para medir indicadores”.
Le enorgullece haber aportado a una construcción intelectual y pedagógica alrededor de la palabra. “Un valor agregado a saber: la Biblia, su mundo, su literatura. Verbo Divino es sinónimo de todo lo que tiene que ver con la Palabra de Dios, desde cursos de formación popular y materiales didácticos hasta los libros más especializados y de última generación en torno a la investigación, incluida la difusión virtual de cursos on line”.
Admite que fue mucho lo que le quedó por hacer para erradicar la ignorancia a partir de la lectura. “Leer es más fácil que hacer leer, me aterra el empobrecimiento al que puede llegar el clero, los religiosos y los laicos cuando se divorcian del libro y se hacen víctimas de la dictadura de las fotocopias o de las lecturas fragmentadas de la web. Sin embargo, hay un reducto de lectores que le dan seriedad y credibilidad al discurso religioso en el contexto urbano, de gente inquieta y con hambre de profundidad que esperan más que griterío milagroso y charlatanería discursiva”.
Carlos Betancur deja Verbo Divino en puerto seguro. Ahora, reinicia nuevas misiones en su vida que se le presentan como otro mar de posibilidades… la más inmediata: la publicación del libro del padre Gustavo Baena, maestro de generaciones de teólogos. “Me llena de contento este evento editorial. El libro se publica para el segundo semestre de este año”. VNC

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