Historias de entrega en el corazón de las tinieblas

En la R. D. del Congo, los hermanos de la Caridad atienden a enfermos mentales y discapacitados

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | Kasereka tiene miedo. Tenían que haberle operado hace un mes de una hernia en el hospital provincial de Goma (Republica Democrática del Congo), pero, a las puertas del quirófano, el muchacho –que acaba de cumplir 14 años– fue presa de un ataque de pánico tal que tuvieron que llevarle a un psiquiátrico. Cuando le encontré, llevaba tres semanas en el Centro de Salud Mental “Tulizo Letu” (“Nuestra Esperanza”), en el barrio Kishero de Goma.

El director del centro, Jean Mbeshi, un hermano de la Caridad congoleño cuyas maneras suaves amortiguan su corpulencia, se desvivía por animarle: “No te preocupes, amigo, cuando te operen estarás bien”.

Aunque Kasereka tiembla y cuando habla tartamudea y baja los ojos constantemente, su caso no es el más grave. La mayor parte de los 37 pacientes ingresados en “Tulizo Letu” a finales de marzo eran personas normales que cultivaban sus campos, vendían verduras en el mercado o iban a la escuela.

Hasta que un día llegaron hombres armados a sus barrios o aldeas y violaron a sus madres o esposas delante de ellos, o mataron a sus hijos a machetazos, y el trauma causado por estos horrores acabó con su equilibrio mental.

Algunos de los niños que acoge el centro han pasado por la experiencia de ser obligados a combatir como soldados. Otros han vivido en la calle, donde cayeron víctimas de drogadicciones baratas, como inhalar pegamento o gasolina, pero que dejan una huella profunda en la cabeza de quien busca un consuelo rápido para olvidarse de la dureza de la vida por estas latitudes. Desde 1996, Goma ha sido uno de los epicentros de una sucesión de guerras que han costado la vida al menos a cuatro millones de personas.

Hoy hay una aparente calma, pero el conflicto sigue latente, y su cara más amarga la ofrecen los muchos miles de personas que sufren de esquizofrenia, paranoia o depresiones profundas a causa del infierno que han vivido.

Para muchos de ellos, lo peor aún está por venir. Según el hermano Justin Bashombe, que trabaja en el centro, solo el 4% llega a curarse y a reintegrarse de forma aceptable.

“En la sociedad tradicional, se piensa que las enfermedades mentales están ligadas a la brujería. Además, por desgracia, aquí se valora a la persona por lo que produce, y cuando alguien tiene un problema mental, se concluye que no aporta nada económicamente, por lo que se le rechaza y abandona”, asegura el hermano Justin.

La tarea de los hermanos de la Caridad es titánica. El centro “Tulizo Letu” es el único hospital psiquiátrico del Kivu Norte, una provincia congoleña densamente poblada por seis millones y medio de habitantes. Y, si se mira a la situación general del país, el cuadro es aún mas descorazonador.

En el nº 2.749 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

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