Cuenca, medio siglo de la mejor música religiosa

El Festival es “un referente internacional de música culta”

Pilar Tomás es la directora artística de la Semana de Música Religiosa de Cuenca

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | A fuerza de insistir nada más y nada menos que 50 años, especialmente en la última década, con excelsa calidad, la Semana de Música Religiosa de Cuenca se ha convertido en un ineludible referente internacional. Un festival que combina la recuperación del enorme patrimonio musical religioso con encargos a compositores de primerísimo nivel internacional, los intérpretes más selectos con una Semana Santa de gran raigambre. Este año, bajo la dirección artística de Pilar Tomás, celebra su 50ª edición entre el 16 y el 24 de abril con una programación de lujo que incluye un particular homenaje a Tomás Luis de Victoria en el 400º aniversario de su nacimiento, a Franz Liszt en su 200º aniversario y a Gustav Mahler en el 200º aniversario de su fallecimiento, entre otros hitos

El conjunto Schola Antiqua y el Ensemble Plus Ultra, con la dirección de Michael Noone, tendrá un especial protagonismo. A Tomás, que ha dirigido el Festival durante los últimos cinco años –y renovada está para los próximos cinco– le preguntamos qué supone para Cuenca cumplir 50 ediciones. “Para los que estamos en la Semana, es un honor, porque no son tiempos fáciles ni lo fueron cuando se fundó. Creo que alcanzar 50 ediciones en un festival de estas condiciones es algo bastante difícil e inusual. Es todo un orgullo, claro”.

Recuperación patrimonial

¿Cuál cree que ha sido la mayor aportación del Festival?

Sobre todo, la búsqueda y la recuperación patrimonial, que estaba prácticamente olvidada. Por un lado, en lo que es la música de culto propia de la Iglesia y, por otro, en la praxis musical habitual. En segundo lugar, una apuesta decidida por la creación y su vinculación con otras artes, como las plásticas, algo que se produce especialmente en Cuenca. El hecho de que sistemáticamente, excepto en 1986, haya habido obras de encargo a los creadores más punteros del panorama español y, a partir del año 2000, a los del internacional, han dado al Festival un punto único.

También que haya mantenido la música religiosa en el primer plano de la actualidad…

En una sociedad tan heterogénea como la actual, Cuenca aporta un hecho importante, que es vincular la inspiración espiritual a una fuente de creación artística. Y esto ayuda a que el panorama creativo se amplíe. Pero también creo que la recuperación de nuestro patrimonio musical religioso contribuye también a mantener la música religiosa en primer plano. Sacar de los archivos lo que han sido nuestros ancestros y la génesis de toda la música occidental y traerlo hasta el siglo XXI ha sido una labor muy importante.

¿Cuál es el estado actual de la música religiosa?

A pesar de que vivimos en una sociedad heterogénea, estamos de acuerdo en que la mística, la espiritualidad, es fundamental en la trascendencia del ser humano. A partir de aquí, ningún compositor, o al menos a mí no me ha pasado, ha puesto reticencias a ningún encargo que le hemos realizado. Todos han asumido la responsabilidad, desde el punto de vista de la creación, de la búsqueda de ese yo trascendente que tiene toda persona. Al margen, claro está, de la funcionalidad que hoy tiene la música religiosa, que en el caso de la Iglesia católica, no es la misma, evidentemente, que hace unos siglos. Hoy sería absurdo encargar una misa polifónica, porque los feligreses no aguantarían dos o tres horas en una iglesia, entre otras razones. Tienen más sentido otro tipo de contenidos, como una Pasión.

¿Cuál ha sido la principal transformación del público en estos años?

El público de Cuenca es muy heterogéneo. Por un lado, están los grandes aficionados a la música religiosa, que vienen a escuchar su gran repertorio; lo que toque ese día, ya sea Vivaldi, Mozart o canto gregoriano. Es un público muy enterado y que viene de todo el mundo. Pero también hay un público familiar o que se acerca por primera vez. Sinceramente, es un público muy variopinto. Aunque, en estos momentos, el Festival es, ante todo, un referente internacional de música culta.

Clásico y contemporáneo

¿Qué le atrae de Cuenca especialmente a este público?

En cuanto a la música, la combinación de un repertorio contemporáneo y otro clásico y, particularmente, que presenta un nivel en cuanto a intérpretes de gran excelencia. Pero, evidentemente, estar en Cuenca en esas fechas, con esa gran Semana Santa, es muy atractivo. El éxito del Festival no es solo por una determinada programación, sino que tiene que ver mucho la propia ciudad de Cuenca, y ese ambiente tan peculiar y particular para poder desarrollar un festival de estas características. La propia belleza de la ciudad también cuenta. El tener marcos para los conciertos como la propia Catedral o el Monasterio de Uclés es un aliciente añadido que suman fuerzas y energías para que esto funcione.

¿Qué destacaría de lo que ha sido el Festival en su etapa?

Si calculamos que cada año se producen entre 20 y 25 eventos, y si tenemos en cuenta que yo llevo ya cinco años, estamos hablando de 120 o 125, entre los que destacar alguno sería injusto. Sí le puedo decir que han sido memorables, por ejemplo, el paso de sir John Eliot Gardiner con la Misa en sí menor de Bach como obra de gran repertorio o recuerdo enormemente Messages, de Jonathan Harvey, o la Stabat Mater, de Zsymanowski. En cualquier caso, cada año hay conciertos que te conmueven, y desde la distancia es muy difícil seleccionar algunos. Quiero creer que lo bueno está todavía por llegar.

Este año, por ejemplo, hay expectación por los estrenos de Apocalipsis, de Jesús Torres, y Aunque es de noche, de Manuel Millán de las Heras.

Las obras de estreno siempre levantan una curiosidad tremenda, como las grandes obras de repertorio. Tanto Apocalipsis, que dura 50 minutos, como Aunque es de noche, con una duración de, aproximadamente, diez minutos, son obras de encargo del Festival, pero también hay otros estrenos como una obra de Harvey Pasquet basada en los pequeños Libros de Horas.
Pero creo sinceramente que cada uno de los 25 conciertos tienen su punto de interés; yo, al menos, procuro no perderme ninguno.

Este año, además, tres de estos conciertos están dentro de unas jornadas dedicadas a  ‘Monasterios y música’…

Pretendemos adentrarnos en la creación musical dentro de los monasterios. Es una reflexión que queremos hacer porque ahí es donde se gestó nuestro patrimonio musical. No hay que olvidar que en los monasterios es donde nace nuestra gran música europea…

Por ejemplo, la recuperación de la música monódica de fragmentos del Archivo Histórico de Cuenca que interpretará Schola Antiqua…

Son dos pequeños fragmentos que se encontraron en unas guardas en el Convento de la Concepción Franciscana y que son de una antigüedad increíble, entre los siglos XI y XIII, y que ha reconstruido Juan Carlos Asensio. Son importantes, pero también lo será entender las diferencias entre el canto dominico o de predicadores, en este caso, el Oficio de la adoración de la Cruz según el rito dominico del siglo XIII, que se escuchará en el Espacio Torner, antigua iglesia de los dominicos, con el canto de los conventos del Císter, que explicará el maestro Asensio, o con el de los benedictinos, a cargo de Giacomo Baroffio. En fin, que el Festival da para mucho.

En el nº 2.749 de Vida Nueva

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