Hipocresía en Libia

JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ, SDB

“Pretenden convencernos de las bondades de una operación rociada con el bendito hisopo de Naciones Unidas. No se atreven a llamarlo guerra. Ni siquiera dicen con claridad que de lo que se trata es de derrocar al dictador. Solo quieren proteger, nos cuentan, a la población civil. Y supongo que, de paso, los pozos de petróleo”.

El Papa ha hecho un llamamiento a las naciones implicadas en el conflicto de Libia para que se garantice la ayuda humanitaria. Acaso lo único verdaderamente importante en esta guerra propiciada por el delirio de quien busca perpetuarse en el omnímodo poder de los redentores patrios. Pero Occidente ha decidido salvarnos del sátrapa terrorista. Pretenden convencernos de las bondades de una operación rociada con el bendito hisopo de Naciones Unidas. No se atreven a llamarlo guerra. Ni siquiera dicen con claridad que de lo que se trata es de derrocar al dictador. Solo quieren proteger, nos cuentan, a la población civil. Y supongo que, de paso, los pozos de petróleo. Llegan tarde y mal, después de una semana agónica en la que el dictador, con armas compradas a Occidente, ha cargado contra su propio pueblo arrasando cuanto encontraba a su paso.

Clama al cielo la hipocresía de algunos gobernantes. Alianza de civilizaciones y declaraciones de amistad incluidas, las prisas por salir en la foto (esta vez en París, que mola más que las Azores) son malas consejeras. A los aliados no les salen las cuentas. Están hechos un lío. Tuya, mía, y nadie se atreve a liderar. Será porque, finalmente, no se sabe muy bien dónde va a acabar todo esto.

No se pueden justificar nunca las atrocidades de un tirano. Pero tampoco parece una salida esta guerra abocada al fracaso (todas las guerras los son, Zapatero dixit cuando era pacifista). La comunidad internacional ha perdido la oportunidad de la mediación para una salida negociada de Gadafi (había algunas naciones como Venezuela o Bolivia dispuestas a acoger al dictador), evitando así más derramamiento de sangre. Occidente deberá rendir cuentas con el pasado. Los que engordaron al monstruo jaleando amistades peligrosas en la jaima del dictador deberán ahora entonar el mea culpa a la espera de redención.

En el nº 2.747 de Vida Nueva.

ESPECIAL LIBIA

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