SHOÁ

Una exposición sobre la memoria y legado del holocausto

¿De qué somos capaces los seres humanos? La pregunta me envolvió desde el primer momento. A mis pies leí varias palabras: silencio, respeto, defensa, juntos, unirse, iguales. Tuve una extraña sensación de bienvenida, mezcla de veneración y pequeñez, como si me encontrara en un lugar sacro, de esos que nos revelan nuestras posibilidades de trascendencia y nos encaran ante el misterio. Me hubiera quitado los zapatos como signo de respeto. Me aproximé hacia el gran mural y pude observar varios cilindros luminosos. En su interior encontré algunas fotografías que evocan reconocidos íconos históricos: esculturas a gran escala, destacados deportistas, artistas memorables, famosas obras de arte, grandes científicos, la era espacial, pero también, grandes guerras devastadoras, asesinatos, violencia y mucho más. Levanté la mirada y nuevamente vi la frase: ¿De qué somos capaces los seres humanos? Entendí que era el preámbulo de la exposición. Me preguntaron si tenía mi boleta de ingreso y me indicaron que pronto iniciaría un recorrido guiado.

“La Shoá”

Con frecuencia, “la Shoá” se refiere expresamente al “holocausto” de aproximadamente seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, bajo la ideología Nazi. En la tradición hebrea, el holocausto está vinculado con una ofrenda completamente consumida por el fuego.

El término “Shoá” es una adaptación de la forma latinizada “ha’shoáh”, del hebreo ‰˘Â‡‰, que significa “masacre”. Esta expresión fue acuñada por primera vez en un folleto publicado por el “Comité Unido de Ayuda a los Judíos”, en Jerusalén, en 1940, para referirse al genocidio perpetrado por los alemanes nazis hacia los judíos, los homosexuales, los enfermos mentales, los testigos de Jehová, los gitanos y otros grupos indeseables para la raza aria-nazi. La palabra forma parte de la expresión “Yom ha-Sho’ah”: el día oficial de la memoria del holocausto, es decir, de la destrucción, del genocidio de miles de judíos que luego de ser asesinados, también fueron incinerados.

Desde el presente, son muchas las miradas críticas de estos fatídicos hechos: “La palabra ‘Progreso’, perdió su contenido cuando apareció la palabra ‘Holocausto’, que a su vez posibilitó el surgimiento de otra: ‘Genocidio’, teniendo todas como protagonista común a los pueblos: judíos, homosexuales, gitanos, comunistas, armenios, serbios… Frente a esto, se convierte en responsabilidad de los grupos sociales determinar lo que es digno de recordar, convirtiéndolo la lucha por la memoria en un campo de batalla por preservar lo ‘memorable’. El desafío es resguardar ese pasado, enriquecerlo con múltiples miradas, y construir alternativamente una comunidad tejida desde las diferencias y sin excluidos, sean éstos hoy judíos, armenios…” (Lic. Daniela Bouret).

Con el tiempo, se ha llegado a afirmar que el genocidio es un proceso que se desarrolla en ocho etapas que son predecibles pero no inexorables: clasificación, simbolización, deshumanización, organización, polarización, segregación, exterminio y negación. Richard Cohen dice que “la verdad es la última víctima del genocidio”. La exposición “Shoá, memoria y legado del holocausto”, es una reivindicación de la verdad, en justicia con las víctimas y los sobrevivientes.

Una iniciativa del sur

La iniciativa surgió en el sur del Continente, en Uruguay, hace cuatro años. Un grupo interdisciplinario de jóvenes y adultos profesionales, sensibles a los valores culturales e históricos, a los derechos humanos y al sentido de la memoria como medio de concientización, decidieron impulsar la idea de construir una muestra que fuera al mismo tiempo educativa, interactiva y artística. El proyecto tuvo enorme repercusión en la sociedad uruguaya. El apoyo y respaldo de numerosas instituciones privadas y estatales llegaron más pronto de lo previsto. El proyecto Shoá cobró vida propia y fue reconocido como una obra de “interés municipal” e “interés nacional”.

Bajo la dirección general de Patricia Catz, Samuel Dresel y Uri Lichtenstein, muchas manos de artísticas se sumaron al proyecto: Michael Bahr, Raquel Bessio, Lacy Duarte, Andrea Finkelstein, Gerardo Goldwasser, Jaime Kleist, Mónica Packer, Analía Sandleris, Fidel Sclavo, Fernández Tuduri y Ernesto Vila. Sus obras hacen parte de una armónica composición de fotografía, espacios, instalaciones, iluminaciones, líneas históricas, mapas, escritos inéditos, impactantes testimonios y espacios interactivos con fines educativos. Varios museos del mundo aportaron algunos audiovisuales y muestras, como el Museo del Hilván, en Jerusalén, y su exposición “Coexistencia”.

La exposición se presentó por primera vez en Montevideo en el 2008. Posteriormente, se comenzaron a desarrollar actividades educativas complementarias: visitas guiadas, conferencias, cine-foros y cursos para docentes de historia, entre otras. El trabajo fue aplaudido tanto por críticos y eruditos, como por la gente del común. Fue entonces cuando dejó de ser una obra local para convertirse en una Exposición itinerante que ya se ha presentado en escenarios argentinos, y ahora llega a Colombia, al Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO).

Shoá en Colombia

A partir del 20 de enero, el MAMBO acoge diariamente a cientos de visitantes entre familias, docentes, colegiales, universitarios y público en general. Esta exposición, que cuenta con el auspicio de la Fundación Zajor, la Fundación Oficina de Relaciones Humanas de las comunidades judías en Colombia y la Fundación Aviatur.

Impactan los colores (principalmente el rojo, el blanco y el negro), así como la carga simbólica presente en cada frase, en cada imagen y en cada objeto. El diseño y la disposición de cada una de las piezas, así como la cuidadosa selección de textos y fotografías, hacen posible una exposición que conjuga lo divulgativo con lo interactivo a través de recursos de multimedia. La muestra recoge los principales hechos históricos ocurridos entre 1933 y 1948, y profundiza en las enseñanzas que se desprenden a partir de lo ocurrido en aquellos años. Evidentemente, son las palabras teñidas de dolor, de algunos sobrevivientes al holocausto, las que más impresionan al público, especialmente a los más jóvenes. Sus testimonios ocupan un lugar privilegiado en la exposición, casi como una hierofanía que se levanta ante el silencio de todas las voces. VNC

Texto y fotos: Óscar Elizalde

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