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Los primitivos papiros cristianos


Un libro de Larry W. Hurtado (Sígueme, 2010). La recensión es de Juan Chapa.

Los primitivos papiros cristianos

Autor: Larry W. Hurtado

Editorial: Sígueme

Ciudad: Salamanca

Páginas: 256

(Juan Chapa) “El siglo XIX ha sido el siglo de la epigrafía; el XX será el siglo de la papirología”. Estas palabras, que se atribuyen al gran historiador y filólogo alemán Theodor Mommsen (1817-1903), se han demostrado proféticas en buena medida. Ahora queda que el siglo XXI sea el tiempo en que los resultados de los estudios papirológicos lleguen a ámbitos menos especializados. Esto es lo que se propone Hurtado. Quiere mostrar la importancia que tienen los más antiguos manuscritos cristianos (mayoritariamente, papiros y algunos pergaminos) para nuestro conocimiento de los orígenes del cristianismo.

Los manuscritos bíblicos, particularmente los neotestamentarios, han sido hasta el momento objeto de detenido estudio por parte de los especialistas en crítica textual. Los más tempranos apócrifos y fragmentos teológicos en papiro también han recibido la atención de los expertos. Sin embargo, en los análisis de estos documentos ha prevalecido el estudio del texto, dejando los demás aspectos para unos pocos especialistas.

En cambio, Hurtado considera esos manuscritos como “artefactos”, como testimonios visuales y materiales del cristianismo primitivo, con los que cualquier estudioso del Nuevo Testamento y de los orígenes cristianos debería estar familiarizado para sacar partido de los datos que ofrecen.

Por eso, se nos informa primero de cuáles son los textos más antiguos que se nos han transmitido. Y no deja de ser curioso, por ejemplo, que, además de los libros bíblicos y de otras obras que más tarde serán consideradas apócrifas, uno de los textos más populares en Egipto fuera El Pastor de Hermas.

Pero los contenidos no lo dicen todo. El formato de los primeros manuscritos también es revelador. Hasta el siglo III, el libro por antonomasia era el rollo. Por eso llama la atención la clara preferencia cristiana por el códice (formato de libro actual), especialmente para aquellas obras que eran consideradas Escritura. Son muchas las soluciones que se han propuesto para explicar esta preferencia. Pero el mérito de Hurtado consiste en subrayar las implicaciones semióticas y culturales que supone la adopción generalizada del nuevo formato.

La presencia en estos textos de nomina sacra, es decir, palabras de denso contenido teológico que aparecen abreviadas en los manuscritos cristianos con una línea horizontal encima, es también significativa.

Para Hurtado, las cuatro más importantes (Dios, Señor, Cristo, Jesús) dicen mucho de la fe y de la devoción de los que copiaban aquellos libros, especialmente si esta práctica estaba vinculada en su origen con el simbolismo numérico del nombre de Jesús (IH), que equivalía a vida. Algo similar ocurre con el estaurograma, un monograma que resulta de escribir la letra griega rho sobre la tau para referirse a la cruz/crucifixión de Jesús, cuyo uso muestra la centralidad de la cruz en la primitiva piedad cristiana.

Pero cualquier otro aspecto codicológico y paleográfico (tamaño, puntuación, márgenes, correcciones, etc.) dice también algo de quien copiaba esos textos: uso público-litúrgico de los manuscritos, preocupación de los escribas por ser fieles a sus ejemplares, comprensión del texto, libertad frente al literalismo, etc.

Hay que felicitar a la editorial por haber puesto a disposición de los lectores de habla castellana esta obra original, estimulante y útil para entender desde el análisis histórico los orígenes cristianos. Además de suscitar nuevos intereses, el acercamiento a las fuentes directas proporcionará al lector un equipamiento extra para ponderar críticamente las hipótesis sobre los primeros siglos del cristianismo.

En el nº 2.744 de Vida Nueva.

Actualizado
04/03/2011 | 10:12
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