Los obispos de Madagascar: “¿Adónde vamos?”

Siguen muy preocupados por la crisis política y por sus consecuencias sociales

El líder golpista, Rajoelina

(María Gómez) A principios de 2009 se produjo en Madagascar una grave crisis institucional y política que comenzó con un levantamiento popular contra el presidente, Marc Ravalomanana, y que continuó en marzo con un golpe de Estado del alcalde de Antananarivo, Andry Rajoelina. Los disturbios sufridos principalmente en la capital del país, avivados por el hambre y la carencia de recursos básicos, costaron la vida a un centenar de personas. Tras un período muy difícil de conflictos sociales y negociaciones políticas, el pasado 17 de noviembre se votó una nueva Constitución, y para los próximos meses están previstas elecciones presidenciales y parlamentarias.

Ravalomanana, condenado a cadena perpetua por la muerte de una veintena de manifestantes durante el golpe de Estado y exiliado en Sudáfrica, había anunciado su regreso al país hace dos semanas, algo que Rajoelina, el líder del Gobierno golpista y aún no reconocido por la comunidad internacional, consideró “una declaración de guerra”. Finalmente, Ravalomanana no viajó.

En cualquier caso, el caos ha llegado a tal punto que los obispos no pueden más que preguntarse: “¿Adónde vamos?”. “Ante la realidad de los hechos, estamos inquietos, pero debemos guardar la calma”. Así se expresa el Episcopado malgache en una nota publicada a finales de febrero, al término de la reunión de su Comisión Permanente, a la que ha tenido acceso Vida Nueva.

En este comunicado, Todavía estamos sobre el “puente de la Transición”, los prelados denuncian que no hay acceso a medicamentos ni otros bienes, así como la “violencia casi diaria que agita la vida de los ciudadanos”. “Esto puede engendrar siempre desbordamientos provocados por la cólera popular”, algo que, aseguran, ya se está manifestando.

Por el bien común

“A pesar de todo, los esfuerzos de algunos devuelven la esperanza y demuestran que la nación no carece de hombres y mujeres de buena voluntad”, animan.

Los obispos advierten contra los que quieren “sacar provecho del empobrecimiento de la población; no respetar la palabra dada nos alejará todavía más de la confianza mutua”. “Acordémonos de que todavía estamos sobre ‘el puente’ (tradición malgache de la transición)”, añaden. Y apuntan una última preocupación: “La búsqueda del bien común, evitemos el egocentrismo”.

En el nº 2.744 de Vida Nueva

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