En tiempos de crisis, no hacer mudanzas

Asamblea Plenaria CEE obispos marzo 2011

(Juan Rubio) Fumata blanca desde Añastro en un cielo madrileño encapotado por la polución que se cierne sobre la “capital del dolor y de la gloria”, convertida esta semana en capital de la Iglesia española. Esto no es Ferraz ni Génova. Los periodistas, apostados en los pasillos de la Casa de la Iglesia, desconocen que, como les decía un prelado aviesamente sonriente, “los caminos del Señor no son nuestros caminos”.

Crujen los digitales, saltan las alertas en los móviles. El cardenal Rouco es reelegido. Blázquez continúa de vicepresidente. Un gesto de apoyo afectivo. El resto del Ejecutivo queda en el banquillo de reserva: Juan del Río, Asenjo Pelegrina, Julián Barrio, Francisco Pérez. El arzobispo Osoro se va a Valencia a prepararse para 2014. Sabe medir los tiempos y prepara rampas. El gran perdedor es el cardenal Martínez Sistach, que se dejó atrapar en la red de la lista elaborada en los aledaños de Madrid, y que le prometía la vicepresidencia con Rouco. Al catalán lo mandan a su periferia con humillación en el hemiciclo, aunque , para estar en la Permanente, presidirá la Comisión de Liturgia, como otrora hiciera el cardenal Marcelo González.

Seguirá fomentando el eje Roma-Barcelona y tragando el amargo cáliz de ese anticatalanismo agresivo de muchos prelados españoles. Se apoyaron en él quienes ahora crecen y lo dejan en la estacada; o es él quien los dejó tirados. Dudo que se repitan los almuerzos con quienes le hicieron creer que eran gigantes, cuando solo eran molinos de viento. Todo estaba bien atado y ha salido lo previsto. Los opositores se conformaron con un almuerzo y cena, con ausencias y silencios significativos y poca estrategia. En un rincón, Yanes y Dorado recordaban los viejos y tan distintos tiempos. Los nuevos prelados venían avisados por sus padrinos. No era su hora. Los arzobispos iban midiendo sus votos para no perder el sitio en las comisiones episcopales.

Lo decíamos aquí hace unas semanas: “Los obispos podrían renovar al cardenal de Madrid en aras a la comunión y luchar por las presidencias de cara al futuro. Prefieren esperar a que pase el siguiente trienio para pensar en el nombre del sucesor. Dar un paso adelante supondría quemar candidatos. No es inteligente. Lo que en algunos lugares se llama corporativismo, aquí se llama comunión. Y es eso lo que importa. Votar con las vísceras no es bueno” (VN, nº 2.740, p. 7)

Fumata blanca. Hábil con los tiempos, con fina inteligencia al medirlos, Rouco sigue impasible el ademán: “No pido trabajo, pero no lo rehuso”. Los obispos se lo han pedido y él acepta de mil amores. No les ha importado saber que en agosto presentará la renuncia al Papa y que obligan así al Pontífice a dejarlo tres años más en Madrid. Echarle la culpa a Rouco es quitarse el polvo de su propia camisa. Divide et impera. El cardenal sabía de esas divisiones.

Cañizares pedía en Vida Nueva la pasada semana que se votara responsablemente. Los obispos le han hecho caso. Ahora toca callar y ponerse a trabajar. Las credenciales de Rouco les han convencido: el Papa está cerca y no hay que pelearse; el Gobierno está colaborador, pese a las diferencias doctrinales. El escenario está listo. No hay que temer. Jugada maestra. En la escalera, unos suben y otros bajan. Solo Rouco sabe lo que hace. Continuismo total.

En el nº 2.744 de la revista Vida Nueva

INFORMACIÓN RELACIONADA

ASÍ SE LO HEMOS CONTADO EN www.vidanueva.es

Compartir