'Chico y Rita': ni contigo ni sin ti

(José Luis Celada) El prestigioso director de orquesta Daniel Barenboim aseguraba en una reciente entrevista con El País que “la música es filosofía y deporte”. Y cine, cabría añadirse, pues este matrimonio sigue dando muestras de una fertilidad casi inagotable. El penúltimo retoño es español, aunque con ascendentes cubanos, y responde al nombre de Chico & Rita, interesante fusión de dos artes que supone, además, un doble estreno: el de Fernando Trueba en la animación y el del diseñador Javier Mariscal en la industria del celuloide.

Lleva tiempo ya el veterano realizador inmortalizando para la gran pantalla sonidos y ritmos de otras latitudes (el jazz latino en Calle 54 o la percusión brasileña en El milagro de Candeal), pero esta vez abandona el documental y retoma la ficción, con el desafío añadido de dirigir un “musical animado”.

Empresa que se antojaría imposible sin la participación de su admirado Bebo Valdés al piano y del trazo firme y minucioso del genial dibujante valenciano. Gracias a la decisiva aportación de ambos, esta original creación se sobrepone a la peligrosa deriva que toma un guión cuya escritura se alimenta de un buen puñado de situaciones tan antiguas como este invento.

Lo que se nos narra es la historia de amor entre los dos protagonistas del título, un joven pianista enamorado del jazz (que bien podría ser el propio Bebo) y una cantante aficionada, en La Habana de finales de los años 40. De sus idas y venidas, sus encuentros y desencuentros, sus rupturas y reconciliaciones a lo largo del tiempo, va dando cuenta la cinta con los recursos más manidos del melodrama romántico.

A cuenta de los celos, el despecho, la pasión irrefrenable o las legítimas aspiraciones profesionales de uno y otra, viajamos de la capital cubana a Nueva York e incluso a París o Las Vegas. Un periplo que apenas introduce novedades en la eterna dinámica del “ni contigo ni sin ti…”.

Pues bien, por fortuna, los males de Chico & Rita (su débil esqueleto argumental) sí tienen remedio. Se lo proporcionan las bellas melodías del nonagenario pianista caribeño, de Estrella Morente, Tito Puente, Chano Pozo o el mismísimo Nat King Cole.

Y, claro está, la virtuosa mano del padre de nuestro olímpico Cobi, capaz de trasladarnos con todo lujo de detalles a aquellas ciudades, recreando individuos, edificios –con un inimaginable repertorio de carteles y neones–, bailes y hasta una persecución a motor digna del género de acción. Porque también el cine clásico (de Casablanca al musical, pasando por el film noir), no solo la jam session o los sones cubanos, reciben aquí su merecido homenaje.

Y eso, aun con los pesares apuntados, se lo debemos a la audacia de Trueba, que sigue poniendo calor y color a este oficio. Quizá nada mejor, por tanto, que el socorrido “ni contigo ni sin ti…” para describir su último trabajo.

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