La danza de los buitres

Ignacio Madera Vargas, SDS

Yo conocí a Gramalote hace un poco más de diez años. Me encantó el clima suave y la disposición geográfica de ese pueblito prendido a la ladera de la montaña, grácil y amañador. Con terror y angustia he visto en mi cuenta de correos las diapositivas tristes de la destrucción total del pueblo, como si un animal prehistórico se hubiera revolcado en las entrañas de la tierra destrozando los hogares de toda la vida y las viviendas de tantos sacrificios y esfuerzos.

Y así como Gramalote, pueblos del sur del Atlántico, de las riveras de los ríos en Bolívar, las ciénagas de Sucre, vastas regiones del Valle han sido destruidas por las lluvias generando miseria, desolación y angustias de un lado al otro de la geografía de la patria. Y ese dolor de vida no provoca misericordia o compasión a la descarada manera de robar, los buitres a la caza de las ayudas que han llegado de la cooperación internacional o de otras colectas y donaciones.

Promesas y más promesas circulan o han circulado por aquí y por allá. Se dijo con el habitual tono solemne,  que se re construiría Gramalote, pero no se conocen las acciones que señalen la verdad de ese decir. Mucho menos se precisa el cuándo de esta feliz afirmación. Y mientras tanto, miles de personas se hacinan en albergues o resguardan en las casas solidarias de familiares y amigos. Y los buitres aceleran su danza macabra.

Alguien me comentó que mucho se han solidarizado las parroquias, pero los buitres las critican porque les impiden continuar su engaño.  Las ayudas para arrendar una vivienda se embolatan. Y muchos se quejan porque esa ayuda no llega. En el imperio del desorden que quieren imponer, los buitres se solazan y esperan sonrientes la muerte de su presa.

Politiqueros, contratistas y otros más, son como buitres, porque la honradez ha desaparecido de sus vidas. Pero todavía quedan en este país hombres y mujeres honrados que sabrán  frenar tanta maldad acumulada.

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