- La conversión pastoral permanente es una exigencia del “don de Dios” que los presbíteros llevamos en vasos de barro. No se trata de una cuestión puramente verbal, la conversión debe ser la inspiración y el aliento de nuestra acción pastoral. ¿Qué debemos hacer? Hechos 2, 37. Si aceptamos que en la actividad humana el pensamiento precede a la acción, aceptemos también que la actitud personal y la convicción están a la base del cambio de mentalidad frente a la misión; en términos evangélicos digamos que la conciencia del don de Dios y de la misión recibida, están a la base de la conversión pastoral.
- En el espíritu de Aparecida “Revivir el don de Dios”, “revivir el carisma presbiteral” no es posible, no tiene sentido sin “conversión pastoral”. En otras palabras, quien recibe la misión de anunciar el Evangelio y hacer discípulos, debe vivir en tensión permanente de conversión pastoral si quiere revivir el carisma sacerdotal. “Revivir el don de Dios” y conversión pastoral, en la vida del sacerdote, son una sola realidad.
- La “fidelidad a Jesucristo” debe expresarla cada sacerdote en un gran amor al cumplimiento del don recibido, es decir, en una total fidelidad en el cumplimiento de la misión de pastorear las ovejas que el Señor ganó con su sangre en la cruz. La entrega a Cristo es entrega a la Iglesia, es entrega a las ovejas, al pueblo de Dios. Ningún pastor puede decir: Jesús sí, Iglesia no. Una acción pastoral diseñada al margen de la Iglesia nunca puede ser signo de fidelidad al Señor.
- La “conversión pastoral” debe ser un signo claro de la solidaridad total de nuestro sacerdocio con el hombre y la mujer de hoy, especialmente con los que sufren.
- ¿Cuál es la Iglesia que Nuestro Señor fundó? Una Iglesia que “apacienta” las ovejas, una Iglesia que “pastorea”. Una Iglesia con sacerdotes pastores. ¿Hemos sido enviados a hacer qué? A AMAR Y A SERVIR al pueblo de Dios como buenos pastores, a ejemplo de Jesús que se hizo servidor de todos, Juan, 13. La misión encomendada a la Iglesia, -evangelizar- es un don de Dios a la humanidad y una tarea que exige fe y conversión permanente en la pluralidad de los carismas y ministerios.
- Los sacerdotes, en comunión con el Obispo somos algo así como un colegio de pescadores. Juan 21. “Remad mar adentro”, “echad las redes” para encontrar. El sacerdote debe ser un “buen pescador”, es decir, alguien que “quiere y sabe pescar”. Y si se trata de pescar en aguas turbulentas como las de la gran ciudad, la conversión pastoral es el mejor camino y la mejor herramienta para echar las redes y encontrar.
- Los signos de los tiempos son también ellos no solo una invitación sino una verdadera exigencia de conversión permanente, si se quiere estar en capacidad de descifrar en ellos los designios de Dios, o sea, Interpretarlos a la luz del Evangelio. A través de los signos de los tiempos históricos actuales Dios está hablando a los que ha constituido pastores del rebaño.
- Aparecida nos urge a reorientar nuestro ser sacerdotal hacia el quehacer propio de un buen pastor. Una profunda renovación de la Iglesia en su ser y en su quehacer, significa que la acción pastoral no puede seguir siendo la misma de hace 50 años: Todos en la Iglesia tenemos que comprometernos a “repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales”, DA 11. Y este replantear nuestra acción pastoral es posible solo si todos hacemos acto de presencia y actuamos como buenos pastores. Decidirnos a pasar de una acción pastoral de conservación o simplemente de culto, a una acción pastoral misionera, evangelizadora del mundo de hoy. DA 370.
- La conversión pastoral tenemos que entenderla y vivirla como obra de Dios en nosotros, que supone una respuesta libre y total del sacerdote y de las comunidades. Es algo así como un nuevo nacimiento: es nacer de nuevo como pastores. Es vivir una profunda experiencia de encuentro personal con el Señor, el Buen Pastor, experiencia que reclama mucha, mucha, mucha oración.
- Urge recuperar el sentido bíblico de REBAÑO. Difícil reemplazarlo por otra palabra. Feligresía dice demasiado poco. Fieles laicos no es lo mismo que rebaño. Quizás pueda servirnos la palabra COMUNIDAD, bien difícil de manejar. Mucho mejor sería la de PUEBLO DE DIOS. VNC
Texto : P. Carlos Marín