La polémica vende

La cuestión no es qué se dice, sino contra quién. Es una viejísima táctica de oratoria. Cicerón la hizo brillante, y un buen número de homilías, popular. No hay mejor reclamo de venta que la polémica. En publicidad se ha perdido el pudor de la comparación y se alude a la competencia como algo de menos calidad. En la información de medios eclesiales, también está. Y muy presente. Basta que alguien elogie para encontrar un “pero”, un “yo conocí” o “no es tanto como dicen”. Y es que el apóstol Pablo, en su diagnóstico, y nuestras comunidades, en su vivir, experimentamos un cierto retorno. No falta la polémica. No se trata de la diferente manera de enfocar y solucionar las cosas; se trata de la polémica, que tiene más notoriedad y vende.

He llegado a pensar que si nuestros medios de información contasen solo lo que hay, se ofrecería un espectro plural y rico, con sitio para todos. Es más: una clave de integración de sensibilidades distantes es que descubran que tienen su lugar. El reconocimiento social no da la vida, pero la conforta. Muchas obras apostólicas nunca aparecen en los medios y, sin embargo, sostienen la Iglesia. Lo notorio aparece y ahí es cuando, al utilizarlo, se convierte en polémico aplauso o agresión. Una misma noticia pueda llegar a afirmar que algo es blanco o negro a la vez. La gran noticia de nuestra Iglesia-comunión está en la parroquia anónima donde párroco y pueblo de Dios viven el día a día; en cada hospital o colegio donde hay religiosos y religiosas que creen en la transformación social desde el Evangelio, en muchos pastores que, me consta, se desviven siendo padres de los más débiles, en tantos cristianos anónimos que nunca serán noticia por su fe, pero mantienen una fe tan firme que es buena noticia…

Felizmente, nunca aparecerán en los blogs, ni en nuestros escritos… Estos tienen que ocuparse de provocar o relatar la polémica.

Luis A. Gonzalo-Díez, cmf

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