La codicia rompe la alianza humana con la naturaleza

La Pastoral Indígena panameña denuncia el daño de los conflictos medioambientales

Reciente protesta contra la ley minera

(J. L. Celada) La Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena (CONAPI) de la Conferencia Episcopal Panameña ha denunciado que, desde hace ya algún tiempo, viene siendo testigo de “la codicia de unos cuantos que no ven en las tierras-ríos-bosques más que un objeto para conseguir dinero”. Y lamenta que “en los territorios habitados ancestralmente por los indígenas y en el resto del país se han construido grandes hidroeléctricas, se han abierto (o se han intentado abrir) minas ‘a infierno abierto’”, lo que, “más que traernos desarrollo, ya nos está dañando, nos está haciendo sufrir”.

Así lo pone de manifiesto en una carta abierta “a los católicos panameños y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, hecha pública el día 20, en la que trata de iluminar desde la fe las situaciones que vive hoy el país centroamericano.

Los firmantes –encabezados por el agustino recoleto Aníbal Saldaña, obispo de la Prelatura de Bocas del Toro, con un 70% de población indígena– sienten haber recibido “el regalo de Dios de trabajar por y acompañar a los pueblos indígenas en Panamá”. Saben que se trata de “minorías”, pero cuya presencia enriquece “la multiculturalidad que conforma nuestro país”. De ahí la opción que han hecho. La misma que les empuja ahora a hablar “con el corazón” a sus compatriotas, “a católicos y no católicos, a creyentes y no creyentes, a indígenas y no indígenas”, unidos todos por “el anhelo más profundo que tenemos los seres humanos: ser felices”.

Desarrollo y caridad

Conscientes de que “nuestro destino, no sólo el de los pueblos originarios, está unido y marcado por lo que hagamos o dejemos de hacer con el medio ambiente”, los representantes de la CONAPI –recuperando las palabras de Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate– recuerdan que “es necesaria una alianza entre el ser humano y el medio ambiente” y que “el desarrollo auténtico e integral tiene su centro en la caridad”. “La naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad”, apostillan, citando también al Papa, y “trabajar en esto es exigencia de justicia y caridad”.

Años “de convivencia y de escucha” les han enseñado a estos representantes eclesiales a “apreciar, querer, respetar y amar lo que hoy se conoce como medio ambiente, pero que los pueblos originarios llaman sus tierras, sus bosques, sus ríos”. Por eso, constatan entristecidos cómo determinados proyectos hidroeléctricos y mineros (actuales o futuros) “nos están dividiendo, distanciando, haciendo desconfiar profundamente unos de otros, han abierto heridas difíciles de cerrar”.

Basten como ejemplo las multitudinarias manifestaciones de la última semana en diversos puntos del país en contra de la explotación minera a cielo abierto y para solicitar al Gobierno de Ricardo Martinelli la derogación de la ley minera ya aprobada por la Asamblea Nacional.

Ante tales circunstancias, la misiva de la Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena aboga por el diálogo, pero “basado en el respeto, con una verdadera participación, que tenga como base la aceptación de nuestras diferencias culturales, e incluso políticas. Un diálogo que tenga como objetivo fundamental la Vida en abundancia para todos”.

“Nuestros destinos –añade el texto a renglón seguido– están unidos inexorablemente, no podemos separarnos en provincias y comarcas, tenemos que trabajar juntos, sin divisiones, aceptando el pluralismo, incluso pidiéndonos perdón, construyendo un mejor país para todos, sin distinción”.

Un llamamiento dirigido a su pueblo e inspirado directamente en las actitudes de Jesús: “Su invitación a la compasión y la misericordia (Lc 6, 36; 10, 30-36; 15, 11-32)”; y en sus palabras “bien claras sobre las divisiones que hacemos los seres humanos y que no nos permiten ni siquiera ser más humanos (Lc 16, 19-31). “Que estas actitudes y palabras –insisten desde la CONAPI– sean nuestro norte, nuestra guía”.

El documento de la Pastoral Indígena panameña concluye reafirmando su fe y vocación para llevar adelante la tarea que tiene entre manos. Y lo hace apelando al Evangelio: “Estaba sufriendo, hambriento, preso, perseguido… y ustedes me apoyaron, me acompañaron, me defendieron, estuvieron conmigo… (Mt 25, 31-46)”.

En el nº 2.743 de Vida Nueva.

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