Iglesia y Gobierno enseñan sus cartas en Colombia

La paz y el posible acercamiento a bandas criminales, presentes en la 90ª Plenaria

(Jimmy Escobar) Desde el primer día de Asamblea Plenaria (Bogotá, 7-11 de febrero), la expectativa de los medios era alta. En cada descanso de las sesiones, el enjambre de comunicadores se abalanzaba sobre los prelados para obtener reacciones a las recientes liberaciones de secuestrados por la guerrilla.

Pero fue el obispo de Montería (Departamento de Córdoba), Julio César Vidal, quien más atrajo la atención mediática, pues volvió a plantear una propuesta de acercamiento entre el Gobierno y las bandas criminales. Estos colectivos de delicuentes, integrados por miembros de antiguos grupos paramilitares –hoy desmovilizados–, influyentes años atrás en la región del Caribe en su combate contra la subversión, se dedican ahora al negocio del narcotráfico y otros delitos en departamentos caribeños como Córdoba.

Julio César Vidal

Vidal, que ya debió capotear a la prensa y al propio ministro de defensa, Rodrigo Rivera, resumió así para la edición colombiana de Vida Nueva su iniciativa: “Ellos [las bandas criminales] me han manifestado que no están pidiendo mesas de diálogo ni leyes especiales, sino un espacio, y hay que dárselo. Son más de cinco mil personas, y hay que crear espacios a donde lleguen, se entreguen y se les responda de alguna manera; un espacio donde expresarse ante el Gobierno y escuchar de él un tratamiento justo, digno y personal”.

Al día siguiente, la visita del presidente, Juan Manuel Santos, elevó los dispositivos de seguridad al máximo nivel. A puerta cerrada y en el auditorio principal, el mandatario  habló de las directrices del Plan de Desarrollo de su Gobierno y de la paz. En este punto, quedó claro entre líneas para los pastores que el papel de la Iglesia se limitará en la práctica a los diálogos pastorales dentro del estricto campo de la fe.

En representación de los obispos, le respondió su presidente y arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar, quien destacó tres aspectos de interés para la Iglesia: la educación, la cultura de la vida y el desarrollo. “Que la educación –dijo– no se entienda sólo desde el punto de vista científico y tecnológico, que no sea sólo una capacitación de las personas para ponerse al día en la ciencia y la tecnología, sino una verdadera educación en valores”.

A propósito de la promoción de la vida, Salazar le recordó al presidente Santos que “Colombia vive una cultura de la muerte, de la destrucción de la vida en todos los campos”, por lo que le solicitó “una lucha frontal contra todo lo que atenta en su contra, y en ello está el narcotráfico”. En cuanto al desarrollo, “tiene que plantearse siempre –aseguró el presidente del Episcopado– como un desarrollo humano integral, según la Doctrina de la Iglesia. No basta que la gente tenga más recursos económicos, más acceso a comodidades del mundo de hoy; lo que necesitamos es que la persona pueda desarrollarse plenamente, tener acceso a todos sus derechos y cumplir con todas sus obligaciones y deberes”.

Tres días después, fue parte de la cúpula de Defensa –encabezada por el propio Rivera, el comandante de las Fuerzas Militares, almirante Edgar Cely, y el director nacional de la Policía, general Óscar Naranjo– la que se reunió con los obispos. Allí se pusieron las cartas sobre la mesa. Ministro y militares ensalzaron el valor de la Iglesia en las comunidades y la necesidad de sus buenos oficios para proteger a las familias y, en especial, a sus miembros más jóvenes de ser reclutados por la subversión bajo distintas formas. Cely se refirió también al gran apoyo que puede ofrecer la Iglesia en la reinserción y acompañamiento para evitar que las fallas deriven en otras expresiones de la delincuencia.

Contundente respuesta

Finalmente, a la propuesta del obispo de Montería, Rivera respondió con contundencia: “Ratificamos en público lo que hemos expresado en privado en esta reunión con los obispos, y es que en Colombia creemos en las segundas oportunidades, pero esto tiene un marco jurídico transparente que es el proceso de sometimiento a la justicia. En esto no hay posibilidad de negociaciones, forcejeos, ni pulsos. Que se sometan a la justicia, que aquí tendrán las garantías legales”. Y añadió: “Esas reglas son claras, no tienen por qué ser alteradas o modificadas, y son transparentes; y quien sinceramente aspire a tener un destino de arrepentimiento, de dejar su vida criminal, que lo haga dentro del marco de la constitución y la ley”. Con este aldabonazo se cerraba la Asamblea del Episcopado colombiano.

En el nº 2.742 de Vida Nueva

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