François-Xavier Dumortier: “La Gregoriana ha de estar entre Iglesia y sociedad, entre fe y cultura”

Rector de la Pontificia Universidad Gregoriana

(Texto y fotos: Darío Menor) Desde principios de curso, la Pontificia Universidad Gregoriana tiene nuevo rector, el francés François-Xavier Dumortier. Humilde y cercano, en su primer mensaje a los miembros de la comunidad universitaria afirmó que tenía mucho “que aprender de cada uno de vosotros”. Licenciado en Ciencias Políticas, Derecho, Filosofía y Teología, cuenta con gran experiencia docente en universidaes francesas, europeas y estadounidenses.

¿Cómo ha afectado a la Gregoriana el llamado Plan Bolonia?

Llevo poco tiempo en la universidad para responder con precisión y claridad. En 2010, se ha cumplido la primera etapa de ese proceso iniciado en 1999, y al que la Santa Sede se unió en 2003. Tras esta adhesión, las facultades de estudios eclesiásticos que se encuentran en Europa participan en un proceso que tiene como objetivo la construcción de un espacio público universitario. Me alegra que las alrededor de 200 facultades de estudios eclesiásticos europeas formen parte de este proceso

Respecto a la Gregoriana, podemos constatar algunos efectos internos. El primero, es la creación de una comisión para la calidad académica, que tiene como objetivo la promoción del proceso de autoevaluación de la universidad orientada hacia un posterior evaluación externa y de una didáctica adecuada a las diferentes asignaturas y ciclos. El segundo efecto es la conciencia de pertenecer a una red de universidades, lo que significa una apertura a la mutua colaboración para afrontar todos los desafíos educativos que afectan al mundo universitario actual. Y, en tercer lugar, Bolonia podría dar un considerable impulso al trabajo interdisciplinar.

¿Piensa que se tienen en cuenta las particularidades de los estudios eclesiásticos?

Bolonia debe tener en cuenta sus propias especificidades. La mayoría de nuestros estudiantes no proviene de Europa y no son muchachos, sino adultos que han madurado su decisión de confiar en nosotros para una formación especializada, que es muchas veces su segunda formación. Además, debido a su propia misión, las facultades de estudios eclesiásticos tienen una responsabilidad específica ante la Iglesia católica y la sociedad. Debo añadir finalmente que, por la diversidad de las situaciones académicas de las universidades, en algunos países los títulos eclesiásticos no se reconocen.

¿Considera que la Gregoriana es la vanguardia académica de la Iglesia?

No sé si la Gregoriana es la vanguardia académica de la Iglesia ni qué significa ser la vanguardia. La Gregoriana, como heredera y continuadora del Colegio Romano, tiene un deber de fidelidad a sus raíces y a su tradición de estar colocada entre la Iglesia y la sociedad, entre la fe y la cultura. Por ello, como dije en mi discurso de inauguración del año académico, “debido a que nuestra época pide la claridad en el discernimiento, el coraje de la inteligencia y la confianza en el Espíritu de Dios, la formación es una responsabilidad crucial para nosotros”. La formación no es sólo un proceso académico: es un proceso integral, coherente y que tiene en cuenta toda la persona humana. Mi deseo es que la Gregoriana sea un punto de referencia para otras universidades eclesiásticas, como lo fue el Colegio Romano en tiempos pasados.

¿Qué buscan los estudiantes cuando eligen esta universidad?

Un lugar académico conocido y reconocido. Yo no conocía la Gregoriana desde dentro antes de venir a Roma, y debo confesar que estoy impresionado de la calidad de este instrumento universitario al servicio de la Iglesia. Pienso, por tanto, que los motivos para elegir la Gregoriana podrían ser: su fama, su servicio a la Iglesia como universidad confiada a la Compañía de Jesús por el Santo Padre, la pedagogía jesuítica con su acento sobre la cura personalis, su extraordinaria biblioteca, su estilo de docencia, aprendizaje e investigación abierto al mundo pero enraizado en la tradición y la internacionalidad de su cuerpo docente y estudiantil.

¿Cuál es el perfil de los estudiantes de la Gregoriana?

Provienen de 130 países y tres cuartas partes de ellos no son italianos. Cerca de la mitad son europeos, el 19% de América Latina, el 13% de Asia y el 11% de África. Alrededor de la mitad son sacerdotes o seminaristas diocesanos y el 30% son religiosos o religiosas. Por estudios, la mitad de los alumnos están matriculados en la Facultad de Teología.

¿Por qué tantos laicos los eligen?

La proporción de ellos es del 19%. Eligen la Gregoriana, con sus seis facultades, tres institutos y cuatro centros, porque, ante tantos desafíos, buscan una formación profunda y universitaria para vivir su fe y su servicio a la Iglesia.

Prioridad para los jesuitas

¿Qué espera de la Gregoriana el prepósito general de los jesuitas, Adolfo Nicolás?

Que desarrollemos nuestra labor universitaria de docencia e investigación lo mejor posible. La última Congregación General, de acuerdo a nuestro cuarto voto, que es de obediencia al Santo Padre, subrayó su empeño en apoyar las Instituciones Internacionales Romanas, confiadas a los jesuitas por el Papa. La Gregoriana es una prioridad dentro de las prioridades. Estamos aquí para servir a la Iglesia, al Papa y a la sociedad, y para responder a las expectativas que ponen en nosotros.

¿Por qué la Iglesia es presentada por muchos medios como una institución alejada del mundo académico y de la cultura?

La Iglesia no está en otro planeta, es el Pueblo de Dios que cree y vive en el mundo, que afronta los mismos desafíos y problemas que el resto de los hombres y que intenta responder a ellos desde la fe.  No creo que la Iglesia esté tan alejada del mundo académico ni del de la cultura.  Todos estamos llamados a acudir a nuestras raíces, a nuestras bases, al fundamento de nuestra cultura para reencontrar los valores que tienen una validez universal e intercultural. Debemos dar  testimonio de ellos.

Hay casos, como los de los divorciados o los homosexuales, en los que, sin embargo, no se puede ser parte completa de la Iglesia ya que existe un cierto rechazo de base.

Entiendo las dificultades. Al mismo tiempo, las personas son queridas por Dios, quien las aprecia por lo que son en su totalidad. El divorcio no es una decisión fácil; se trata siempre de un fracaso, de un fracaso de esperanza, de confianza, de amor… Creo que el cristianismo es compasión, esperanza, amor y cuidado de los que se han alejado.

¿Cómo la Gregoriana y la potencia intelectual jesuítica puede contribuir a la labor de Nueva Evangelización que tanto preocupa a Benedicto XVI?

Somos una universidad. Nuestro objetivo es formar a nuestros alumnos de la mejor manera posible y contribuir a que tengan un rico bagaje intelectual. Cuanto mejor formados salgan nuestros alumnos, mejor preparados estarán para afrontar los retos del mundo y de la Iglesia de hoy. No se puede cambiar la mente de la gente a la fuerza; hay que intentar entenderles, ofreciéndoles las claves para iluminarse. La Iglesia, además, debe ser consecuente entre sus palabras y sus hechos.

Las últimas crisis, como la provocada por los casos de abusos sexuales, parecen indicar lo contrario.

Los sacerdotes y religiosos implicados son una mínima parte. No quiero ser juez de nadie, pero puedo decir que el 98 o 99 por ciento de los eclesiásticos lleva a cabo una vida santificada.

En el nº 2.742 de Vida Nueva.

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