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Otro mundo es posible… desde Jesús


Un libro de José Ignacio González Faus, SJ (Sal Terrae, 2010). La recensión es de Diego Tolsada.

Otro mundo es posible… desde Jesús

Autor: José Ignacio González Faus, SJ

Editorial: Sal Terrae

Ciudad: Santander

Páginas: 446

(Diego Tolsada) “Al acecho del Reino diferente, / voy amando las cosas y la gente”. Con estos versos de Pedro Casaldáliga abre José Ignacio González Faus ésta su nueva obra. Y la cierra con esta otra frase: “Merci, Albert, mon semblable, mon frère”, dirigiéndose a Camus. Mucho talante y mucho coraje hay que tener para enmarcar a estas alturas una obra sobre la actualidad católica con tales patronos. Pero eso es lo que nos ofrece y, por ello, hay que darle las gracias. “Jesús quiso subvertir su mundo, no en el sentido de destruirlo y crear otro distinto, sino en el de renovarlo desde su raíz” (p. 15). Y recordarnos, desde esta perspectiva, cuál fue el proyecto de Jesús para el mundo, la Iglesia y el ser humano es a lo que está dedicado el libro.

Otro mundo es posible… desde Jesús sería una de las posibles traducciones actuales de la expresión jesuana “el Reino de Dios está cerca”. Otro mundo, otra Iglesia, otro ser humano son posibles desde la vigencia subversiva y la actualidad del mensaje y la persona de Jesús. Una condición: “Volver a las cosas mismas” (Husserl) o “ser honesto con la realidad (Jon Sobrino), es decir, volver a Jesús y ser honesto con él, porque si el mundo actual es un desastre, es necesario y posible el cambio y, para ello, tenemos que convertirnos de una.

El libro se articula en torno a tres grandes temáticas: Jesús y el reinado de Dios, La Iglesia del Reino: otra Iglesia es posible y El hombre del Reino: ante Dios sin Dios.

La primera parte se centra en Jesús, en una aproximación de claro sabor bíblico, que recoge de forma asequible pero sólida los resultados de la exégesis actual. Se abre con una aproximación al mundo en que vivió, preñado de la esperanza de que las cosas podían ser de otra manera.

Siguen varios capítulos en que se estudia la actitud de Jesús ante los ricos y la riqueza; su autoridad (con indicaciones sobre la crítica a los poderes existentes) y su doctrina y praxis de la autoridad como servicio y como amor; su praxis liberadora del poder de los demonios (con dos apéndices sobre la lucha por la justicia como acción exorcista y sobre la demonización de la sexualidad); su sabiduría (que se concreta de su parte en un pesimismo esperanzado, la gratuidad y la bondad de Dios y una ética contracultural, y la posibilidad de rechazarlo desde nuestra ceguera).

El último tema de esta parte gira en torno a la subida a Jerusalén y la conflictividad subyacente que todo ello conllevó, hasta acabar en la soledad y en el llanto por la ciudad.

La Iglesia

El apartado dedicado a la Iglesia mantiene que también otra Iglesia es posible. Los distintos temas recogen el esquema de la Iglesia como pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu.

Un gran acierto es haberlos formulado en forma disyuntiva, pues la Iglesia vivirá siempre el dilema de estar al servicio del Reino o hacerse simplemente una institución religiosa (lo que ha tenido como consecuencia su actual crisis). La Iglesia como pueblo puede ser pueblo de Dios o pueblo infiel (se estudian aquí temas como la jerarcología, el papel de los laicos, la comprensión de los ministerios como servicio y la colegialidad); la Iglesia puede ser cuerpo de Cristo real o meramente jurídico (con los riesgos de la uniformidad sobre la unidad en la pluralidad, la importancia de la Iglesia local frente a la identificación de Iglesia romana con la Iglesia de Jesús, y la siempre necesaria insistencia en distinguir claramente entre Iglesia y Reino).

Y la Iglesia es templo del espíritu, pero puede serlo del Espíritu de Dios o del propio espíritu (debe ser siempre Iglesia peregrina, animada por los carismas y la profecía, en convivencia con las religiones de la tierra y, ante todo, Iglesia de los pobres).

La tercera y última parte reflexiona sobre el tipo de ser humano que el Reino hace posible, un ser humano que, en la actualidad y siguiendo a Bonhoeffer, debe vivir su existencia “ante Dios sin Dios”. Los temas abordados aquí giran en torno al actual eclipse de Dios, con una especial alusión a Auschwitz como parábola; la oración; el progreso humano en sus relaciones con la maldad y el pecado o con la bondad; unas anotaciones sobre la mística del seguimiento y, por fin, la “fraternura” como modo de existencia cristiana en un mundo empecatado.

Una obra que, a la vista de los temas abordados, nos sitúa ante la necesidad de reflexionar sobre puntos no sólo actuales, sino también fundamentales, de la vida cristiana; una propuesta de “espiritualidad cristológica” para aquellos que, creyentes o no, conservan aún la esperanza de que la realidad puede ser de otra manera y de que el amor tiene aún camino que recorrer en nuestra historia personal y colectiva. Un pensamiento y una propuesta de vida fuertes para tiempos y personas necesitados de invitaciones también fuertes, tanto como el mismo Jesús y su Evangelio lo son.

Como es habitual en el autor, la obra está escrita con un profundo conocimiento de los temas estudiados, pero alejado de la erudición y más aún de la pedantería. La reflexión rigurosa y el dominio de la teología, por una parte, y el recurso a la más reciente actualidad, por otra, se unen de modo muy armonioso, de modo que la lectura, teniendo que ser atenta, también es sorpresiva y cuestionadora del lector.

Si acaso, hay que señalar que en algunas cuestiones se esperaba que se fuera más lejos en las consecuencias de lo planteado, quedando en algún momento una sensación de que el camino emprendido sabe a poco.

No obsta para que la obra pueda ser un magnífico instrumento tanto para la reflexión, examen y oración de cada uno así como de comunidades y grupos cristianos de todo tipo, con tal de que estén abiertos a la novedad del Reino y a las exigencias de nuestro tiempo y cultura.

En el nº 2.742 de Vida Nueva.

Actualizado
17/02/2011 | 08:00
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