Sacerdotes humildes para una Iglesia humilde

(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)

“Cada día me convenzo más de que los obispos y sacerdotes que encuentro, en general, son gente sencilla, preocupados de servir al Pueblo de Dios, disponibles, edificantes. Pero la pena es que esto ocurre en el seno de estructuras y tradiciones que tienden a exaltarnos, a hacer de nosotros gente altiva”

Las tres realidades que me tocan más de cerca y a las que puedo aplicar la palabra crisis son: familia, Vida Consagrada y sacerdocio. La del sacerdocio ha sido y es tremenda. Más grave que la del abuso sexual. Tenemos un sacerdocio que no es capaz de habérselas con el mundo nuevo.

Así pasó al final de la Edad Media. Hecho que llevó a una renovación extraordinaria, expresada en una nueva teología del sacerdocio, nueva espiritualidad, formación y misión; que si nunca fueron acertadas, ahora están desfasadas.

Con T. Radcliffe, en su estupenda charla a los sacerdotes de Dublín, coincido, además, en que si esos cambios nunca fueron muy atinados, menos lo están siendo para el momento actual, ya que ellos nos llevan a un sacerdocio lejano de la gente, que usa y abusa del poder, que se atiene a una moral rigorista.

La crisis de la sexualidad que nos afecta está relacionada profundamente con el poder y el modo como él opera en la Iglesia y en todos los niveles, desde el Vaticano hasta el último responsable de una parroquia lejana. Ese poder se convierte en control, verdades a medias y secretismo.

Cada día me convenzo más de que los obispos y sacerdotes que encuentro, en general, son gente sencilla, preocupados de servir al Pueblo de Dios, disponibles, edificantes. Pero la pena es que esto ocurre en el seno de estructuras y tradiciones que tienden a exaltarnos, a hacer de nosotros gente altiva y, en algún caso, hasta prepotentes, necesitados de grandes títulos y, a veces, de vestimentas magníficas.

Por tanto, en esta crisis tienen que sonar fuertes las palabras de Jesús: aprendan de mí, que soy “sencillo y humilde de corazón, y así hallarán el descanso para sus almas”. Qué bien si éstas hubieran sido las palabras claves del Año Sacerdotal que se terminó hace unos meses. .

jmarnaiz@vidanueva.es

En el nº 2.741 de Vida Nueva.

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