Congreso sobre la Biblia de la CEE: redescubrir la Palabra

El encuentro pone de manifiesto que hay que revitalizar la presencia de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia

(Fran Otero. Fotos: Luis Medina) Volver a lo esencial, a la Palabra. Es uno de los mensajes que ha dejado el congreso La Sagrada Escritura en la Iglesia, organizado con motivo de la presentación de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Ha sido una conclusión unánime, compartida por congresistas y conferenciantes; por cardenales, obispos, religiosos, sacerdotes, laicos y jóvenes. Por eso, el evento, que se desarrolló entre los días 7 y 9 de febrero en Madrid, comenzó con una celebración en la que se proclamó la Sagrada Escritura.

En la apertura, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio M. Rouco Varela, apuntó algo en este sentido. Destacó la importancia del congreso, que puede contribuir a “una renovada y adecuada presencia de la Biblia en la vida y misión de la Iglesia” y a ayudar a que la Escritura “sea luz para el mundo a través de la Iglesia”.

Celebración de la Palabra durante el acto de apertura del congreso

Ante la mirada atenta de una treintena de obispos y alrededor de un millar de asistentes, entre los que se encontraba el nuncio en España, Renzo Fratini, el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos y relator del Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios, ahondó, en la primera gran conferencia, en la cuestión de la Sagrada Escritura en la Iglesia, sobre todo, refiriéndose a la exhortación postsinodal de Benedicto XVI Verbum Domini.

En una parte de su intervención juzgó conveniente que la CEE decidiese actualizar, publicar y difundir una versión oficial de la Biblia. Sobre todo, ante la crisis que, en su opinión, afecta a Europa y que “sacude sus cimientos y pretende relegar a un segundo plano la raíces cristianas”. “Parece que en nombre de la laicidad, la Biblia debería ser relativizada, para disolverse en un pluralismo religioso y desaparecer como referente cultural normativo”, lamentó, al tiempo que reconoció que es algo que también afecta a la propia Iglesia y que ha sembrado la confusión entre los fieles. En cualquier caso, reivindicó que “la Biblia ha modelado el alma de Europa, su historia y su vida cotidiana. Pertenece a su cultura y define, por así decirlo, su código genético”.

Ante estos desafíos, el purpurado canadiense, parafraseando al Papa, añadió que la Iglesia responde “con un nuevo anuncio de la Palabra viviente de Dios en Jesucristo, que invita a un acto de fe renovado en la Sagrada Escritura”. “Verbum Domini propone un cambio de paradigma en la relación entre la Iglesia y Sagrada Escritura: una relación más contemplativa en el sentido de la preponderancia del Espíritu sobre la letra según san Pablo.

Este cambio supone una interpretación eclesial de la Escritura de la fe, una escucha orante y asidua de Dios, que habla a través del texto sagrado, un enriquecimiento teológico de la exégesis, todo ello para ayudar al Pueblo de Dios a encontrar a Cristo en la Sagrada Escritura”, subrayó. Según Ouellet, esta actitud, que ya ponen en práctica algunos grupos, movimientos o comunidades, es esencial para la nueva evangelización.

Otra de las ponencias importantes fue la del arzobispo secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Luis F. Ladaria, que abordó lo que el Magisterio ha dicho sobre la Escritura y su relación. Ladaria sostuvo que el vínculo es completo pues, por un  lado, “el primado de la Palabra de Dios ha de ser siempre afirmado y, por otro, se ha de afirmar también que la Escritura no puede verse separada de la vida misma de la Iglesia”. “La Iglesia es el único ámbito adecuado para la interpretación de la Escritura como palabra actual de Dios”.

Compromiso en el mundo

Por su parte, y con un discurso más práctico que teórico, el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el cardenal Peter Kowdo Appiah Turkson, mostró cómo la Palabra, además de fuente de vida y alimento de la Iglesia, es “fuente y contenido de la misión misma de la Iglesia y de su actividad en el mundo”. Explicó que el compromiso de Dios con el mundo, reflejado en la Palabra, “ha de ser llevado a cabo del mejor modo posible por nuestro competente y generoso compromiso con los pobres de tantas pobrezas que hemos de combatir, en favor de la reconciliación, la justicia y la paz”.

En torno a una treintena de obispos han asistido al congreso

Turkson explicó que el modo en que la Iglesia debe dar respuesta a desafíos como la justicia, la reconciliación, la paz, los Derechos Humanos o la dignidad de las personas se encuentra en la encíclica Caritas in veritate. Así, la cita para decir que el compromiso de los que han recibido esa palabra debe concretarse en la construcción de una ciudad terrena, que sea, en cierta medida, “una anticipación que prefigura la ciudad de Dios”.

“En la dinámica y recuerdo de la historia de la salvación, la Palabra de Dios llama al cosmos para que surja del caos, llama a Abrahán a salir de su tierra y luego al pueblo a salir de Egipto (…). Ahora nos llama a ser su cuerpo en el mundo ‘alimentando al hambriento, dando de beber al sediento, hospedando al extranjero, vistiendo al desnudo, cuidando a los enfermos y visitando a los encarcelados’”, señaló.

Al margen de las conferencias más destacadas, el congreso incluyó otras de actualidad. De este modo, se dedicó casi una tarde entera a presentar la Biblia de la Conferencia Episcopal: la historia del proyecto editorial, los criterios técnicos y desarrollo de la obra, así como los criterios exegéticos y teológicos. Se dijo, entre otras cosas, que esta edición de la Biblia “no va contra el pluralismo de traducciones (…), se ha beneficiado de él y es de esperar que pueda contribuir a posibles y nuevas deseables traducciones que las haga vehículo de un mejor conocimiento de la Palabra de Dios”.

Hubo tiempo también para sesiones sobre cuestiones concretas relacionadas con la Sagrada Escritura, y que organizaron las comisiones episcopales de Doctrina de la Fe, Enseñanza y Catequesis, Liturgia y Pastoral. Así, se habló de teología, catequesis, enseñanza religiosa escolar, lectio divina, liturgia o pastoral bíblica. Antes de la clausura, hubo una nueva celebración de la Palabra. Esta vez, centrada en la figura de la Virgen María.

El centro de la vida eclesial

Representantes de Acción Católica

Al margen de las intervenciones, la vida y utilidad de estos eventos se pone de manifiesto en los congresistas, que son los que trabajan habitualmente con los fieles y materializan las reflexiones. Algunos de ellos, consultados por Vida Nueva, reafirmaban la necesidad de que la Palabra ocupe el centro de la vida eclesial.

Es el caso de José López, sacerdote de la archidiócesis de Santiago de Compostela, que subrayó la importancia de revitalizar la presencia de la Sagrada Escritura en las parroquias. “A veces vamos buscando soluciones por otros lados y donde tenemos que apoyarnos y encontrar la fuerza, a nivel pastoral y personal, es en la Sagrada Escritura”. Para Francisco de la Torre, cura de la diócesis de Jaén, el evento recuerda que “la Palabra de Dios sigue viva, entusiasma, da fuerza e ilumina la vida”. “Que sepamos que puede dar razón de nuestra esperanza, que es fuerza y espíritu, que nos puede ayudar en momentos difíciles, que puede ser esperanza para la mujer y tantas cosas…”, agregó.

El cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, expresó también esta idea con otras palabras: “No nos damos cuenta de la importancia que tiene este congreso, y en este momento. Estamos preocupados por muchas cosas y queremos subrayar lo importante. En medio de tantas pequeñas cosas, que la Iglesia reafirme esta verdad fundamental y que lo haga con esta traducción de la Biblia, es un servicio a la Iglesia digno de elogio”.

Desde el laicado, el presidente de Acción Católica General, Higinio Junquera, se centró más en valorar que el Episcopado haya publicado una versión oficial de la Biblia para apostar por la unidad, algo que, según dijo, va a ayudar al desarrollo de los procesos formativos para niños, jóvenes y adultos en el que está embarcado esa organización. También de Acción Católica, pero del sector de jóvenes, David Cantero recalcó la importancia de la renovación, de la vuelta a los orígenes, de que el centro de la vida de los jóvenes sea Jesús. “Y para eso hay que recurrir a la Biblia”, apuntó.

Nueva Evangelización

De esta cuestión también habló el obispo de Guadix-Baza, Ginés García Beltrán. En declaraciones a Vida Nueva, recalcó la necesidad de “volver a las raíces como camino de renovación eclesial”. En su opinión, el congreso es una llamada a volver a la Palabra, “que es lo que funda la Iglesia y la vida cristiana”. También se refirió a la evangelización para afirmar que la Iglesia “no tienen ningún mensaje que no sea la Palabra”. “Una vez que un cristiano escucha la Palabra y la medita, la tiene que llevar a la vida, y ahí entra la evangelización”.

Uno de los ponentes, Florencio Abajo, representante de la CEE en la Federación Bíblica Católica, deseó que estas jornadas de reflexión hayan servido para “llevar la inquietud por la lectura de la Palabra de Dios a todos los rincones” y explicó que la Nueva Evangelización es eso, “llevar el Evangelio a la gente con los medios oportunos e instrumentos adecuados”.

Al margen de las cuestiones ya comentadas, el profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y también ponente, Jacinto Núñez, advirtió la necesidad de volver con “mayor ahínco” a la Escritura y de que la Iglesia “se embarque en la pastoral bíblica, en un plan sistmático de formación y conocimiento de la Biblia”. El vacío lo apuntó destacando que ni la CEE ni las diócesis tienen departamentos de este tipo.

Alguna crítica le ha caído al congreso por la poca participación femenina en las conferencias, ya que solamente intervino la profesora de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Nuria Calduch-Benages. Sí hubo alguna mujer más entre los asistentes. Una de ellas, Inmaculada Florido, que pertenece a la Institución Teresiana, apuntó que es positivo pararse en la Escritura porque es “la Palabra de Dios y el modo de compromiso con el mundo y con la realidad”.

Como también se habló de la Biblia en la escuela, allí estuvo presente el secretario general de Escuelas Católicas, Juan Antonio Ojeda, para quien “todo lo que sea actualizar la Palabra de Dios y su compresión facilita el anuncio del Evangelio y la incorporación de los valores a la vida de los alumnos y sus familias”. Tras explicar que la nueva Biblia propicia “una mejor difusión”, añadió que hay que complementarla con líneas didácticas y pedagógicas.

Concluido el evento, habrá tiempo para ver de qué forma se materializa todo lo oído y escuchado. Lo que ha quedado claro es que hay que redescubrir la Palabra.

En el nº 2.741 de Vida Nueva.

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