“Primos”: desayunar no es tan fácil como parece

(A. J. Rivera) El medio de expresión natural de Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970) es el cine. Con Azuloscurocasinegro sorprendió satisfactoriamente a público y crítica, dejando el listón tan alto que a muchos (no a quien escribe) les decepcionó su segundo filme, Gordos, lleno de excentricidades, pero con la misma carga de intimidad. Llega ahora el tercero, Primos, que se presenta como la comedia del joven realizador.

Ésta es una historia donde prima la risa, la risa fácil azuzada por el lenguaje malsonante y por decenas de bromas referentes al sexo y asuntos similares que sonrojarán a más de uno; pero también con el humor tierno que provocan tres primos que vuelven al pueblo donde pasaban los veranos, para que Diego, al que su novia acaba de dejar plantado antes de la boda, recupere a Martina, su primer amor; y donde Julián el Sardinuca y José Miguel, sin buscarlo, se encontrarán a sí mismos.

Fiesteros e inmaduros, pero también leales y entrañables; repletos de hormonas y, a la vez, de ganas de amar y ser amados. Nada que no sea verosímil.

Sánchez Arévalo consigue volver a emocionar por su sensibilidad para hacerse las preguntas más difíciles; ésas que no todo el mundo sabe que tiene que hacerse y que muchos prefieren dejar sin contestar: ¿cómo sabes que tu matrimonio va a funcionar? ¿Qué pasa cuando se te cruza otra persona que rompe tus esquemas? ¿Acaso el problema soy yo? ¿Por qué me siento tan frágil? ¿Qué me empuja a hacerle daño a la persona que más me quiere? ¿Por qué me esfuerzo en tapar?

Al final, de tanto cuestionarse, uno llega a dudar incluso de si un sobao es lo mejor para el desayuno…

En el nº 2.741 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la crítica completa.

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