Josune Arregui: “La Vida Religiosa surge una y otra vez”

Entrevista con la secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG)

(Texto y fotos: Darío Menor) Desde el pasado mes de septiembre, la guipuzcoana Josune Arregui, carmelita de la Caridad-Vedruna, es la nueva secretaria ejecutiva de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), que agrupa 2.000 líderes de órdenes religiosas femeninas con presencia en 97 países, a las que pertenecen alrededor de 800.000 religiosas. Arregui responde con voz propositiva a los que en los últimos tiempos critican la Vida Religiosa (VR) y acoge con esperanza los recientes cambios en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

– Desde hace tiempo se escuchan críticas a la VR dentro de la Iglesia. Se la acusa de haberse secularizado en exceso, de ser demasiado progresista e, incluso, de haber perdido el norte. ¿Piensa que detrás de estos comentarios hay una determinada línea de pensamiento que cada vez está calando más dentro de la Iglesia?

Este tipo de críticas vienen coleando desde el Concilio Vaticano II. Fue éste el que nos aconsejó la adecuada renovación. Sin duda que en ese proceso se habrán cometido fallos y en el acercamiento a la realidad de hoy puede haberse dado cierto desconcierto, pero de ahí a decir que la VR ha perdido el norte y que lo que hacemos son obras sociales en vez de evangelizar, no estoy de acuerdo ni creo que sea una opinión creciente en la Iglesia. Estas críticas parece que vienen de sectores que no han aceptado el Vaticano II y que se apoyan en nuestra disminución numérica en Occidente, algo que a la VR le ha pasado otras veces en la historia y que, en realidad, no tiene tanta importancia.

Si hemos de ser levadura o sal, no hace falta que seamos tantos como antes ni que nos ocupemos de unas actividades subsidiarias del Estado que ahora no son, tal vez, tan urgentes. Lo que ahora está cambiando es el escenario de la VR y las nuevas vocaciones se dan, sobre todo, en África o Asia. Esos profetas de malos augurios presagian que no tenemos futuro, pero la VR surge una y otra vez en formas nuevas y con experiencias distintas. El Papa lo ha afirmado claramente al decir que a la Iglesia nunca le faltará la VR, aunque no todas las congregaciones tengan asegurado su futuro histórico.

– ¿Piensa que puede tratarse también de una mentalidad eurocentrista?

– Sin duda, porque un analista en la India tendría una visión diferente. De todos modos, si otros cristianos sufren hoy día persecución hasta la muerte, porque los religiosos tengamos a algunos que no nos comprenden y nos dan por acabados, no pasa nada. Hay que vivirlo con normalidad y ver si las críticas tienen algo de verdad. La secularización es un peligro para todos los cristianos. Si queremos estar cerca de la gente y, a la vez, no perder la significatividad de la VR, tenemos que estar bien despiertos y enraizados en lo esencial. Para esto tenemos que mantenernos en talante vocacional. A mi juicio, el mayor peligro de la VR es la acomodación.

Todo un abanico de mentalidades

– Volviendo a la cuestión del Concilio Vaticano II, ¿piensa que se ha entendido de manera diferente en la VR respecto a otros sectores de la Iglesia?

– Mira, dudo que haya otro colectivo en la Iglesia que se haya movilizado tanto a partir del Concilio Vaticano II como el nuestro. Hemos realizado capítulos al hilo de la nueva teología, hemos renovado nuestras constituciones y nuestras presencias de misión. De todos modos, dentro de la Vida Consagrada hay, como ha habido siempre en la Iglesia, todo un abanico de mentalidades. Todos creemos en Jesús y le seguimos, aunque ponemos el acento en distintas cosas. Unos acentúan más los signos externos o las prácticas; otros la inserción entre los pobres o el compromiso con la justicia. Hace años, yo misma me situaba frente a los que no eran de mi línea con cierta confrontación, pero ahora valoro que todos seamos creyentes y respeto opiniones y acentos distintos a los míos.

Optimismo ante la renovación del dicasterio

– ¿Considera que la Iglesia puede permitirse esta discusión interna entre la VR y cierta parte de la jerarquía eclesiástica?

– La verdad es que siempre nos desconcierta, y algunas críticas las considero inaceptables. Menos mal que el Papa también ha respondido, reconociendo la labor de la VR. Yo creo que la Iglesia, en general, reconoce el potencial evangelizador que supone la presencia de la Vida Consagrada. Por lo que respecta a nuestro dicasterio, somos optimistas con la renovación que se está produciendo. Nos ayuda mucho que las personas que tenemos de enlace con la Iglesia comprendan la VR. En este momento nos sentimos muy bien. El secretario, monseñor Joseph Tobin, es de una cercanía esperanzadora y nos escucha con mucha comprensión. Es como una bocanada de aire fresco. Ahora estamos esperando al nuevo prefecto, monseñor Joao Braz de Aviz, brasileño, de quien se habla muy bien.

– ¿Qué esperanzas tienen puestas en él?

– Todavía no lo conocemos, pero el cambio en sí ya es bueno y esperamos que mejoren nuestras relaciones. Ya sabemos que a la Congregación le llegan todos los casos problemáticos, pero nosotros somos mucho más que nuestros problemas. El otro día monseñor Tobin dijo en una homilía que teníamos que ser sal, una presencia discreta que da sabor,  pero también ser luz, para poder ser memoria de Jesús y prolongar su presencia en el mundo de hoy. Nos sentimos, pues, optimistas frente al cambio.

Más información, en nº 2.740 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, lea la entrevista completa aquí.

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