Joan Rigol: “La Sagrada Familia motiva a creyentes y no creyentes”

Presidente delegado del Patronato de la basílica de la Sagrada Familia

(Texto y foto: Glòria Carrizosa) En cuatro sábados (del 8 al 29 de enero), cerca de 160.000 personas han podido descubrir el interior de la basílica de la Sagrada Familia, la obra cumbre de Antoni Gaudí, en las visitas de puertas abiertas que se organizaron ante el interés de los ciudadanos por el templo más mediático en la actualidad. “En febrero vamos a reflexionar sobre qué otras actividades acogerá el templo”, afirma Joan Rigol (Torrelles de Llobregat, Barcelona, 1943), presidente delegado de la Junta Constructora de la Sagrada Familia.

Los barceloneses y los catalanes que se desplazaron desde las distintas comarcas para visitar gratis la basílica estaban muy interesados por conocer in situ el interior del templo, después de ver las imágenes televisivas de la ceremonia de dedicación presidida por Benedicto XVI el pasado 7 de noviembre. “Notas que las personas sienten suya la Iglesia, como algo consustancial que representa a nuestra ciudad y a nuestro país. Quedan maravillados de la arquitectura gaudiniana, pero visitar la Sagrada Familia no es entrar en un parque temático, sino asimilar el espíritu de Gaudí reflejado en su obra”.

Puede extrañar que la sociedad catalana, “con fama de muy laica, tenga como emblema reciente una iglesia –afirma Rigol–, pero es que Gaudí sabía hacer una arquitectura que motiva a creyentes y a no creyentes. En palabras del Papa, esta basílica es el ‘atrio de los gentiles’. Aunque sólo una minoría se declare católico practicante, en Cataluña existe un sustrato cristiano cultural de mucha profundidad”, asegura.

Hombre ejemplo del seny catalán, referente en la política (fue diputado y presidente del Parlamento de Cataluña) y destacado humanista de raíces cristianas (también es doctor en Teología), palabra conciliadora y trabajo riguroso, Joan Rigol se siente, en su “jubilación”, como “un privilegiado, por haber recibido en herencia lo que muchas generaciones han trabajado, durante más de 100 años, para que la Sagrada Familia sea una realidad”. El día de la dedicación de la basílica vivió “con fe una misa histórica”; sintió que todo ese esfuerzo tenía la bendición del Papa y “nos motivaba para que la Sagrada Familia fuera un punto de referencia universal en la Iglesia. Y éste es mi reto e ilusión: que la gente sienta suya la basílica, porque no es de nadie y es patrimonio de todos”.

En una Europa cada vez más descristianizada, en la que el laicismo quiere hacer olvidar las raíces cristianas del Viejo Continente, la Curia romana muestra con orgullo esta nueva iglesia del Tercer Milenio que quiere promover el diálogo entre fe y cultura. “Estamos trabajando en un proyecto pastoral para intentar responder a las expectativas que se han generado. La visita a la Sagrada Familia debe ser integral, proponemos una plataforma de reflexión sobre la cultura y el arte, con relación a la trascendencia; y queremos ser fieles al pensamiento de Gaudí, que deseaba que fuera ‘la catedral de los pobres’. Por tanto, el templo debe convertirse en una plataforma de solidaridad con los problemas del Tercer y el Cuarto Mundo”, razona el responsable del templo.

Próximas celebraciones

Ante la gran demanda de los fieles para celebrar el culto en el interior de la Sagrada Familia, el Arzobispado de Barcelona ha dado a conocer el calendario de celebraciones litúrgicas para el 2011, con el promedio de una misa mensual. La primera será el 19 de marzo, festividad de San José, e incluirá la ordenación de sacerdotes diocesanos.

Del 13 al 15 de agosto, por ejemplo, habrá misas con jóvenes europeos de escala en Barcelona para participar en la JMJ de Madrid. “Estamos estudiando cómo organizamos las misas para no defraudar a nadie pero también para preparar bien los servicios necesarios para una digna celebración de la Eucaristía”.

En esencia

Una película: El sirviente, de Joseph Losey.

Un libro: la Biblia.

Una canción: Stabat Mater, de Charpentier, cantada por Montserrat Figueras.

Un deporte: el básquet.

Un rincón del mundo: el sofá de casa.

Un recuerdo de infancia: el momento de hacer el pesebre.

Una aspiración: la plenitud institucional de Catalunya.

Un deseo frustrado: un pacto cultural que supere el partidismo político.

Una persona: mi esposa.

La última alegría: la dedicación de la basílica de la Sagrada Familia.

La mayor tristeza: la muerte de mi mujer.

Un sueño: una sociedad más humana.

Un regalo: la sonrisa de mis nietos.

Un valor: la fidelidad.

Me gustaría que me recordasen… por haber intentado ser buena persona en medio de los conflictos y contradicciones que nos hemos encontrado.

En el nº 2.740 de Vida Nueva.

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