Walter Cote. El “Desastrólogo”

Texto : Jimmy Escobar   Fotos: CRC

Walter Cote es desde hace cinco años  director de la Cruz Roja Colombiana (CRC), pero lleva 42 años trabajando en el organismo. Desde la edad de 10 años se involucró como voluntario; también fue bombero. Se hizo Ingeniero electromecánico, sin embargo, se autodefine como “desastrólogo” pues la mayor parte de su vida la ha dedicado a atender  desastres. También se ha formado en seguridad, administración, gestión del riesgo, salud, derecho humanitario y logística humanitaria.  Pero como él lo describe: “todo eso forma parte de lo que yo llamo desastrología, una profesión al servicio humanitario, que es básicamente lo que  hago”.   El desarrollo de su perfil se ha ajustado a las necesidades y vocación de una entidad de la que hoy es su cabeza en Colombia.

“Mis posgrados son: Armero, el eje cafetero, la emergencia del Páez, emergencias en Nicaragua, en Venezuela,  operaciones en Irak, es decir en terreno… y tal vez la parte más rara de mi vida es esta última, la de director general. Tengo que estar más concentrado en lo administrativo, pero no dejo de  ir a terreno porque eso recarga baterías y una de las cosas que  he enseñado es que para hacerlo, hay que ir a ver a la gente pobre, a la gente que sufre y así uno sabe en que está”. Se ufana de tener la imagen de dos resucitados en su oficina. La primera es un rostro de Jesús, la segunda es un cuadro que encontró en la caneca de la basura de una bodega de la sede de la CRC, y cuya  imagen es la de Henry Dunand (fundador de la Cruz Roja). Una tercera imagen es la de unos voluntarios aportando ayuda. “Estos dos resucitados y la del voluntariado son algo que simboliza las inspiraciones en mi vida para poder ayudar a la resurrección de la patria a través del servicio que nos corresponde”.

Lo percibo optimista en medio de las circunstancias…

Pienso que quien está en la CRC y no es optimista debería renunciar. Si alguien quiere ayudar a los demás y no es optimista no podría hacerlo. Creemos que la solidaridad verdadera de  Colombia está en empezar a pensar en que el país sí es viable y posible, que somos optimistas a pesar de las circunstancias duras que vivimos. Cada día veo que en todo lo bueno que hacemos aparece lo malo en la noticia, algo triste, siempre tenemos esa competencia entre lo bueno y lo malo… seguramente porque lo malo vende más, pero también hay que hacer que a la gente le llame más la atención lo bueno que hacemos y lo bueno es mucho.

¿Qué caracteriza esta emergencia frente a  las anteriores?

Colombia tiene tres tipos de emergencias: las que llamo emergentes, que son  las que ocurren cada tanto como la accidentalidad conectada al tráfico aéreo, fluvial y terrestre; una erupción volcánica, un  terremoto, eventualidades que se dan de ipso facto, esas son las emergentes  y de esas, tenemos muchas y de todos los tamaños. Otras  son las recurrentes, las cuales, básicamente son las inundaciones, que son estacionales, estas, se pueden medir cada vez más desde el punto de vista de hidrometeorología con el IDEAM.  De éstas nos informan, lo que nos permite prepararnos. Por ser estacionales, hay una recurrencia… y esa recurrencia tiene variabilidad en el clima local y cambia también por la influencia de las condiciones globales  y la variabilidad climática regional.  Colombia está en un punto donde todo le influye e impacta fuertemente  y cada día de manera más continua. Anteriormente estos fenómenos eran menos continuos, ahora esa periodicidad se ha ido estrechando. De manera que esta última emergencia ha sido más crítica porque se dio después de un periodo de acumulación de aguas, todas las fuentes hídricas estaban ya colmatadas, así mismo, todas las montañas estaban cargadas de agua, fuera de eso enfrentamos un periodo fuerte de lluvias,  lo que terminó por incrementar las inundaciones y deslizamientos. De manera que tuvimos inundaciones rápidas e inundaciones lentas.  El tercer tipo de emergencia que se da es la permanente. Ésta última tiene que ver con la pobreza de 500 mil familias en condiciones de vulnerabilidad y que viven permanentemente  en zonas de alto riesgo, lo cual se evidenció en esta emergencia.

Han padecido todo el tiempo y  contando solo el factor climático…

El fenómeno actual combina todos los factores. Este es un país donde un ciudadano vive en una zona inundable y además puede ser perseguido por los actores armados, adicionalmente es pobre, tiene dificultades de salud, es decir, padece todas las dificultades al mismo tiempo y fuera de eso puede tener más incidencia de accidentes, pueden ser víctimas de las minas antipersonales por ejemplo. Ese es el tipo de complejidad en zonas aisladas y más vulnerables. Podemos decir que entre el 15 y 20 por ciento de colombianos están soportándolo todo -la afectación general ha tocado 28 departamentos y 600 municipios-. Finalmente también es que más de la mitad de la población es pobre, pero además de quienes lo padecen todo, hay  quienes están en riesgo de padecer igual, entonces de lo que se trata es de sacar a unos de eso y reducir el riesgo de otros. La emergencia es más  estructural que puntual. Hay que cambiarles las circunstancias y eso quizás se logre con una planeación integral sobre los recursos hídricos y no limitándose a lo regional o sectorial, es decir, no debería hacerse por pedacitos del río sino en todo el río porque la solución de unos es el nuevo impacto de otros.

¿La CRC se ha preparado para una respuesta de largo aliento?

Esta emergencia no ha terminado, ni terminará antes de seis meses.  Hay que atender duro lo que es ahora y hasta marzo especialmente en ayuda alimentaria.  Como sistema y entre todos, hemos atendido la emergencia en un 80 por ciento.  Como Cruz Roja hemos atendido 500 mil personas. Falta resolver problemas ya de estabilización y recuperación de comunidades, lo que implica aspectos como vivienda transicional y hacer tareas de largo plazo, como la creación de infraestructura, que no se dañe la capacidad alimentaria y esto no es de la Cruz Roja solamente, es de todos, es un asunto de desarrollo de país.

¿Qué tan fuerte es la capacidad de ayuda en Colombia?

Mucha, tanta que  hemos podido ayudar a Haití, a Chile, a Perú y Venezuela. Lo de Haití es histórico, Colombia le llevó alimento a 800 mil personas, distribuimos más de 3.600 toneladas de ayuda humanitaria, construimos una escuela y un hospital. La Cruz Roja  hizo una operación de 24 mil millones de pesos,  de modo que somos potentes tanto para afuera como para adentro, pero lo que tenemos que hacer es ser más potentes adentro, porque la ayuda de urgencia se hace bien, sin embargo, los retos de Colombia están en la prevención, en la reducción del riesgo y en la recuperación permanente, es decir, bajar los niveles de vulnerabilidad, y afectación. Siempre tendremos eventualidades, pero lo que hay que tener es menos emergencias y con menos afectación para que le permita al país crecer y la mejor inversión es resolver ese problema a largo plazo y no solo dándole alimento a la gente ahora, sino mejorando su vivienda, enseñándole comportamientos seguros, mejorando el uso de los suelos, del agua, lo que implica una cantidad de acciones que no son solamente de los organismos que manejan los desastres sino de los ministerios también.

¿Qué tan solidario es realmente el colombiano?

Pienso que el 99 por ciento de los colombianos son muy bondadosos, pero es una bondad un tanto indisciplinada, con la buena intención de ayudar en cuanto a sensibilidad pero a veces no efectiva… es de voz y no de acciones. Pero llama la atención que el 70 por ciento de las donaciones que recibimos, vienen de individuos de clase media y menos favorecida. El 30 por ciento viene de otros sectores con mayor capacidad, eso sorprende; si el sector con más capacidad solidaria lo hiciera tendríamos un gran respaldo.

¿Cómo se traduciría ese respaldo?

En la gente activa. Este es el año  internacional del voluntariado. Se va a promover mucho, no hay que ser de la CRC para ser voluntario solidario. Para la solidaridad real y profesional existen muchos temas como: la salud, la administración, gestión del riesgo, Derecho Humanitario, voluntarios para la gente con SIDA,  los donantes  de sangre.  El tema es ¿cómo más puedo ayudar?  Es posible con dinero, todos los meses nos llaman personas y nos dan una platica y esa se va a diferentes programas. Otra posibilidad es en recursos y servicios.  Alguien con un camión puede hacer un viaje  y nosotros le damos para el combustible, esa es la ayuda gruesa con la que contamos, la individual. Hay empresas que también ayudan.  Hoy tenemos 42 mil voluntarios pero la CRC necesita 400 mil. Esa ayuda hay que sistematizarla y hacerla más estratégica.

Somos un complemento en la emergencia y actuamos pensando en: salvar vidas cambiando mentalidades, es decir, que le ayudemos a la gente a gestionar el riesgo y a mejorar la protección de los medios de subsistencia; en posibilitarle a la gente una vida sana y en garantizar la reducción de la violencia, generando el buen trato, porque detrás de todo esto hay una gran cantidad de violencia,  está la de los que voltean la cara ante la gente que sufre y la de quienes la ejercen sobre los niños y la gente pobre; la violencia intrafamiliar y por supuesto la estructural que ejercen los actores de la violencia.

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