La Iglesia dominicana hace balance de cinco siglos

Celebra el Quinto Centenario de la creación de la diócesis primada de América

(Vida Nueva) Con motivo de los 500 años del comienzo de la evangelización en América, los obispos de la República Dominicana han difundido una esperada carta pastoral en la que presentan, a grandes rasgos, lo que ha supuesto la presencia de la Iglesia en aquellas tierras, “la primogénita en la fe de América”.
El texto, enmarcado dentro de los actos del Jubileo del Quinto Centenario de la creación de la Arquidiócesis de Santo Domingo, primada de América, y de la Diócesis de La Vega, no tiene como fin “pregonar nuestros éxitos” ni “arrogarnos el haberlo hecho bien”.

De hecho, confiesan no haber estado siempre “a la altura de nuestra fe, vocación y responsabilidades”, por lo que demandan “comprensión e indulgencia”. Lo que verdaderamente les mueve es rendir un homenaje a quienes les han precedido en estos “500 años de misión evangelizando a la nación” –como se titula la carta pastoral–, así como “a los actuales agentes de pastoral”.

Así, hacen un somero repaso a esa historia, “desde los primeros tiempos heroicos” hasta la actualidad, cuando se enfrenta “a los retos de la secularización y a los desafíos emanados de la presencia y actividad de otras confesiones religiosas”.

“A pesar de sus errores y deficiencias”, señalan, “afirmamos la presencia de la fe católica y la institución eclesial en toda la historia del pueblo dominicano, conformando su vida a través de la vivencia de sus enseñanzas y de la acción social de sus miembros, no obstante sus limitaciones”.

Aportación de los laicos

La carta, que recuerda el carácter de un clero “que se confunde con el pueblo en sus penas, luchas y entusiasmos”, destaca la gran aportación de los laicos a la evangelización en largos periodos en que había carencia de sacerdotes.

También se destacada la “función civil profética y mediadora” de una Iglesia que “ha logrado niveles de libertad que le han permitido disentir y profetizar”, incluso en tiempos de la dictadura de Trujillo, a mediados del siglo pasado, cuando encarnó en cierto modo la oposición al régimen.

Hoy, añaden los prelados, esa Iglesia “se afana por lograr y mantener la honestidad de vida y una sólida espiritualidad”, así como su cercanía al pueblo. “Todo esto -concluyen– hace que la Iglesia sea reconocida como una de las instancias más creíbles de nuestro pueblo”.

En el nº 2.740 de Vida Nueva.

Compartir