LA HORA DE HAITÍ

GABRIEL NARANJO SALAZAR, CM

Al grito del terremoto se han añadido este año los del huracán Tomás, la epidemia del cólera y las inciertas elecciones presidenciales. La emergencia inicial fue superada, la solidaridad internacional demostró que se tomaba conciencia de que existe este país, su Iglesia y su Vida Religiosa dan señales de un mayor acercamiento a los pobres, los haitianos han demostrado una extraordinaria capacidad de supervivencia.

Pero la capital sigue inundada de escombros y de tiendas de campaña, esta crisis estructural va pareja del vacío de liderazgo y de unidad de criterios, la debilidad institucional se agudizó con la auto-prolongación del período del Parlamento y de la Presidencia y la promulgación de las dos leyes de Emergencia y de la Comisión Internacional de la Reconstrucción sin la base de la elección popular, las prometidas ayudas económicas no han llegado, a más de que estaban viciadas del interés político y comercial de los países “benefactores”.

En este cruce de caminos resuena la voz de Benedicto XVI: “En el momento del dolor es cuando surgen de manera más aguda en el corazón del ser humano las preguntas últimas sobre el sentido de la propia vida. Mientras la palabra del hombre parece enmudecer ante el misterio del mal y del dolor, y nuestra sociedad parece valorar la existencia sólo cuando ésta tiene un cierto grado de eficiencia y de bienestar, la Palabra de Dios nos revela que también las circunstancias adversas son misteriosamente ‘abrazadas’ por la ternura de Dios” (VD 106).

Esta hora va a sonar en la medida en que se asegure el protagonismo de este pueblo en su proceso, se tenga paciencia histórica para una respuesta efectiva, se trabaje en red, se intente la reconstrucción de las personas y del tejido social, y todos nosotros nos volquemos de nuevo con la ayuda económica.

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