Conversión pastoral… una primera aproximación

Unas conclusiones sobre Aparecida que no son simple invitación

Texto : P. Carlos Marín Fotos: ARCHIVO VNC

El acontecimiento eclesial que es la Quinta reunión del Episcopado en Aparecida y su Documento final, no son  un hecho puramente circunstancial, algo así como un accidente, sin ninguna trascendencia en la vida de la Iglesia, en su ser y su quehacer pastoral. Es la Iglesia que se interpela a sí misma a la luz del “vayan y evangelicen a todos los pueblos”. Aparecida es un signo de su conversión pastoral, es la conciencia de su misión evangelizadora en nuestra América que la sacude desde dentro y por eso se evangeliza a sí misma. Sus conclusiones finales no son una simple invitación, un si te place, un si quieres, un si te sobra tiempo, como si la respuesta esperada fuera opcional. Es la Iglesia de Jesucristo que siente la necesidad de remar mar adentro en la América de hoy y de llegar al corazón de todos los hombres, y nos convoca a todos a comprometernos en la nueva evangelización.

Evangelio y Magisterio

El documento final de Aparecida no es otra cosa que el Evangelio y el Magisterio de la misma Iglesia que resuenan con la fuerza del Espíritu.  Es Mt. 28, 19; es “Anuncio del Evangelio hoy” de Pablo VI; es el Documento de la IV reunión en S. Domingo, es “Los fieles laicos”, es “Os daré Pastores”, es “La Iglesia en América”, es “Al comienzo del nuevo milenio” de Juan Pablo II, es, en síntesis, el mandato dado por el Señor a su Iglesia. El Documento de Aparecida es el eco, es el fruto, es la conclusión y síntesis del magisterio de la Iglesia sobre su misión en la tierra; por esta razón hay que leerlo, estudiarlo, meditarlo, rumiarlo y llevarlo a la práctica en esta  perspectiva. Solo así podremos esperar una respuesta entusiasta, sincera, humilde y valiente de parte de la misma Iglesia, un formidable renacimiento pastoral, para que la América de hoy sea evangelizada a través de la Misión Continental.

Vive en estado de misión

A nadie, pues, puede ocurrírsele pensar que Aparecida ha venido ahora a decirnos que la Iglesia, asustada ante  un cúmulo enorme de desafíos y situaciones nuevas, ha resuelto a última hora ponerse en estado de misión. NO. La Iglesia ha vivido y vive siempre en estado de misión según el mandato del Señor. Ella bien lo sabe, y precisamente por eso se examina a sí misma, se pregunta si está cumpliendo su misión: la de  evangelizar a todos los hombres, y por la misma razón convoca a todo el pueblo cristiano a tomar en la América de nuestros días “una firme decisión misionera” que lo impregne todo, No. 365, y que “ese despertar misionero” se traduzca hoy en una Misión Continental, No. 551, todo lo cual nos dice que la Iglesia de Jesucristo nunca ha dejado  de anunciar el Evangelio.

El Papa Benedicto

Prueba clarísima de lo que estamos diciendo la constituyen las dos más recientes decisiones o iniciativas tomadas por el Papa Benedicto XVI. Primera: la creación del Consejo Pontificio para la promoción de la nueva Evangelización mediante el Motu propio: “Ubicumque et semper”: “Siempre y en todo lugar”, 21 sep. 2010. Segunda: la convocación del Sínodo de Obispos para el año 2012 con el tema “la nueva evangelización para la transformación de la vida cristiana”.

Conversión Pastoral

Para que esta Misión Continental se convierta en un signo de la vitalidad de la Iglesia y de su misión evangelizadora en nuestro Continente, el Documento de Aparecida “nos llama a asumir una actitud de permanente conversión pastoral”, la cual explica con estas palabras: “despertar la capacidad de someterlo todo al servicio del Reino de Dios”, No. 366.

Pero… avancemos. ¿Qué sentido tiene  invitar a la conversión en nuestro ser y nuestro actuar como pastores? ¿Qué significa para nuestras comunidades parroquiales y grupos apostólicos: conversión pastoral?

Se trata de hacer un examen de conciencia pastoral, una evaluación de nuestro ser y de nuestro actuar como pastores. Es preguntarnos ante el Señor, ante la Iglesia  y ante nuestra propia conciencia si nos sabemos, si nos sentimos pastores, si nuestro trabajo diario es el de un verdadero pastor. Si tenemos conciencia clara y firme de que somos pastores sacerdotes. “Os daré pastores según mi corazón”, Jer. 3,15. Pero… ¿qué significa ser pastores según el corazón de Dios? ¿Lo somos nosotros?

“Jesucristo mismo es el cumplimiento vivo, supremo y definitivo de la promesa de Dios”. Introducción “Os daré pastores”. La Carta a los Hebreos nos enseña que el Dios de la paz sacó de la muerte al “gran pastor del rebaño”, Jesucristo, Heb. 13,20. “Jesús es el buen pastor anunciado”, Ex. 34. “Aquel que conoce a sus ovejas una a una, que ofrece su vida por ellas y que quiere congregar a todos en un solo rebaño y un solo pastor”, Juan 10, 11-16. Es el Pastor que ha venido “no a ser servido, sino a servir”, Mt. 20, 24-28. “Os daré Pastores” no. 13

Y cuál es la misión de un Pastor del Rebaño de Jesucristo? Nos lo dijo Jesús en la parábola del Buen Pastor, Juan 10,11. El Señor resucitado le dijo a Pedro “apacienta mis ovejas”, Juan 21,16. S. Pedro en su 1a. Carta “exhorta a los ancianos de su comunidad a que… apacienten el rebaño de Dios que les han confiado, cuidando de él… como modelos del rebaño”, 5,2. ¿Qué significa entonces apacentar ovejas, y cómo interpretar el Salmo 22: “El Señor es mi Pastor, nada me falta, me conduce  hacia fuentes tranquilas y repara mismas fuerzas”? La parábola  del buen samaritano Lc. 10, 25, hay que asimilarla como la conclusión de la del Buen Pastor. Esta es, pues, nuestra tarea: cuidar el rebaño, alimentarlo, guiarlo, protegerlo, defenderlo, sanar sus heridas con la Palabra de Dios. Y si se pierde una oveja, o muchas… ¿qué nos toca hacer? Salir a buscarla. Esta es, pues, la misión a la cual fuimos llamados: a “pastorear”, a “apacentar” el rebaño de Jesucristo.

“A los ancianos de su comunidad los exhorto como colega, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se ha revelar: apacienten el rebaño de Dios que se les ha confiado, cuidando de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por lucro sórdido, sino generosamente; no como tiranos de los que  les han asignado, sino como modelos del rebaño. Así, cuando se revele el Pastor supremo recibirán la corona inmarcesible de la gloria”, 1 Pedro 5, 1-4.

“Vayan a hacer discípulos…”, Mt. 28,19.  Es el dinamismo  de la acción evangelizadora de la Iglesia. No dice el Señor: siéntense a esperar .Y es que el pastoreo es una acción dinámica, es acción. Por eso nuestro deber es salir en busca de los  que se han ido, de los que nunca han venido, de los que no conocen el Evangelio de Jesucristo. Es la invitación que nos ha hecho Aparecida, es el verdadero sentido de la Misión Continental.

Por ello invito a dejar a un lado los academicismos. Es el espíritu del Evangelio, del magisterio de la Iglesia y del Documento de Aparecida que nos llama a hacer un hondo examen de conciencia y de praxis pastoral. Esta es la razón que me asiste para sugerir que con humildad nos hagamos esta pregunta: ¿en nuestra acción pastoral parroquial nos estará faltando algo? ¿Podría hablarse de pecado de omisión en nuestro deber y misión de evangelizar el Rebaño?

Una Misión Continental que sea expresión clara, permanente  y valiente de un cambio radical en la concepción de la misión evangelizadora  de la Iglesia en nuestro Continente y de nuestra cotidiana acción pastoral. Misión en lenguaje eclesial significa salir, buscar, llamar, encontrar, guiar, sanar, en últimas, dar la vida por las ovejas.

El pueblo de Dios en nuestra América necesita muchos Obispos pastores, doctores pastores, sacerdotes pastores, grupos apostólicos pastores, comunidades parroquiales pastores, bautizados pastores, todos según el corazón de Dios, es decir, que todas nuestras fuerzas, la vida misma, la pongamos, la gastemos, sirviendo al Reino de Dios.

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