José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
Redactor jefe de Vida Nueva

No es plan


Compartir

(José Lorenzo– Redactor Jefe de Vida Nueva)

“El escaso interés que suscita el hecho religioso en los grandes medios libra al público en general de una imagen poco edificante de la Iglesia. Así, no sabrán que en Japón unos obispos no quieren, por “sectarios”, a unos cristianos que, según éstos, sólo han ido a evangelizar; tampoco sabrán del lío que se traen dos diócesis vecinas a cuenta de unas obras de arte ni el rencor que ello despierta entre sus fieles…”

Tras la primera visita de Juan Pablo II a España, la Conferencia Episcopal comenzó a elaborar sus planes pastorales para llevar el testimonio de Jesucristo, cada vez de forma más cercana e íntegra, a los cristianos. El primero data de 1983. El último, con vigencia quinquenal, caducó el año pasado. Ahora, en vísperas de elecciones en Añastro, comienzan las comisiones episcopales a preparar sus propuestas para alimentar esa nueva “hoja de ruta” de la Iglesia en España, en donde es de esperar que estén contenidos los retos que debe afrontar en el futuro inmediato, así como la manera para hacer esa siempre delicada tarea.

¿Se dedicará algún apartado a tratar de hacer más visible el amor fraterno entre todos los miembros de la comunidad cristiana? Hubo un tiempo en que ése era su mejor plan: “Mirad cómo se aman”… ¿Se facilitará ese aspecto testimonial en medio de la sociedad para contagiar en los demás ese encuentro “que da un nuevo horizonte a la vida”? ¿O, simplemente, apretando los dientes ante un ambiente hostil, se reincidirá en las obsesivas búsquedas de culpables de la secularización interna, saco sin fondo que todo lo admite?

El escaso interés que suscita el hecho religioso en los grandes medios libra al público en general de una imagen poco edificante de la Iglesia. Así, no sabrán que en Japón unos obispos no quieren, por “sectarios”, a unos cristianos que, según éstos, sólo han ido a evangelizar; tampoco sabrán del lío que se traen dos diócesis vecinas a cuenta de unas obras de arte ni el rencor que ello despierta entre sus fieles; ignorarán las razones por las que obispos que se abrazan en público se desdeñan en privado, como si fuesen candidatos a quién sabe qué tipo de primarias; tampoco entenderían (porque tiene miga) el cainismo en señeras asociaciones de un laicado que se presume moderno y busca ser la punta de lanza eclesial en la sociedad civil; creerían que se está hablando de alguna formación política si conociesen las maquinaciones para algunos nombramientos, los odios tribales de algunos hacia los religiosos… Con este plan, la indiferencia casi es lo mejor que nos puede pasar.

En el nº 2.739 de Vida Nueva.